Segunda parte

La libertad es una expresión de lo que somos en el momento que estamos viviendo, por ejemplo, en estos tiempos de aislamiento social, hablando de la pandemia que todos estamos experimentando involuntariamente en el mundo, digo involuntariamente porque como seres humanos nadie queremos ser restringidos de nuestra libertad bajo ninguna circunstancia, pero a pesar de nuestra resistencia, la estamos viviendo, y es aquí donde hay que puntualizar ¿cómo es que cada quien está viviendo esta “falta de libertad” ?, ¿cuál ha sido nuestra postura ante esta restricción?

Desde mi punto de vista yo he decidido, en el ejercicio de mi libertad, aceptar que esta pandemia es más bien una oportunidad y no un problema, claro que reconozco las implicaciones económicas que trae romper con el ritmo acelerado bajo el cual el mundo estaba funcionando; pero también creo que si hacemos a un lado los intereses económicos, podemos ver más allá y rescatar todo lo que habíamos dejado de lado en nuestra vida personal, que es justo lo que ahora no podemos hacer, por ejemplo, besar, abrazar, apapachar… porque en realidad siempre lo habíamos hecho sólo que no reparamos en la importancia de este contacto físico y tampoco pensamos que en algún momento no tendríamos la libertad de hacerlo.

Lo que creo es que esta “falta de libertad” en tiempos de pandemia es exactamente la misma que vivimos antes de que se presentara. Sólo que ahora tenemos un pretexto diferente para seguir haciendo lo que antes veníamos haciendo y seguir siendo lo que somos; culpar a otros sobre lo que nos sucede en la vida, el no poder hacer nada por el #quedateencasa y #susanadistancia. Si antes el ser humano se quejaba de unas cosas, ahora se queja de otras, pero la pauta es seguir quejándose todo el tiempo. Lo mismo para aquellas personas que siempre han tenido una actitud positiva y de aprendizaje ante la vida, no digo que no tenga impacto en ellas, simplemente hacen una reflexión cambiando la pregunta del ¿por qué? al ¿para qué? Y si volvemos al ejercicio de nuestra libertad, siempre podemos elegir cómo ser y cómo hacer en la vida, independientemente de los obstáculos. Las personas que sobreviven a las circunstancias difíciles y a sus crisis en la vida, no son aquellas que tienen más estudios académicos o más dinero; son aquellas que se adaptan mejor a las circunstancias, independientemente de la edad.

Estoy de acuerdo en que no depende totalmente de nosotros “salir de esta”, pero sí podemos decidir cómo queremos vivir esta pandemia y otras circunstancias, desde nuestras propias capacidades, habilidades, conocimientos, herramientas y recursos. ¿Cuáles han sido tus decisiones hasta el momento? En este ejercicio de tu libertad, ¿has sido responsable? (y no hablo de quedarte en casa), hablo de encontrar una razón para vivir la vida, si es que antes no existía, ese algo que sientes dentro de ti y que de le da un sentido a todo lo que haces. Porque de lo contrario, sucederá lo mismo que con los prisioneros en el holocausto de la Segunda Guerra Mundial, podremos salir a la calle y aceptar una “nueva normalidad” y yo pregunto ¿para qué quieres salir?, ¿qué vas a hacer cuando seas “libre”? ¿has encontrado aquello que creías perdido antes de la pandemia?

El valor de la libertad siempre ha estado y estará ahí mientras estemos vivos. Nadie, absolutamente nadie nos lo puede quitar. Es por ello que hay personas reclusas en las prisiones que en su ejercicio reflexivo experimentan una libertad interior absoluta; son incluso más libres dentro de la prisión que de lo que habían sido afuera. Otro ejemplo: aquellos que han sufrido un secuestro y regresaron a sus casas más fortalecidos desde el interior por haber superado esta prueba, después de un tiempo deciden retomar su rumbo con cambios radicales y positivos en sus vidas y las de sus seres queridos, porque deciden fortalecer sus lazos y encuentran una verdadera razón para seguir viviendo.

De cuántas personas saben que tienen “todo para ser felices” y no saben por cuál camino ir, les da miedo tomar decisiones. Estas personas se encuentran perdidas en medio de su libertad física, siendo a la vez presas en sus pensamientos limitantes, como si en realidad fuera una cárcel de la cual no pueden escapar; para bien o para mal, la mayoría estamos como en el segundo ejemplo. Lo importante es reconocer desde dónde estamos viviendo esta libertad, actuar en coherencia y en consecuencia, porque después de todo a eso estamos condenados, a ser libres…

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