En Querétaro existe una de las leyendas de mayor suspenso del Centro Histórico de Querétaro, nos referimos a la de la , una historia que sigue siendo hasta el día de hoy un misterio.

Esta leyenda también se conoce como la de La Señora de los Gatos y se cuenta que a principios del siglo pasado vivía en una casa del centro la familia Landaverde, compuesta por los padres y cuatro hijas Gertrudis, Josefina, María y Lucha, que era la mayor.

Cuando las hermanas eran pequeñas, Lucha tuvo un accidente que la dejo paralítica, por lo que desde muy joven usaba silla de ruedas. Con el paso del tiempo las hermanas se casaron y se fueron a vivir a otros lugares, excepto la mayor.

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Lucha se quedo viviendo en esa casa con sus padres hasta que ellos fallecieron por la edad.

Se dice que, a pesar de su condición, Lucha era feliz y se paseaba entre los pasillos de la vecindad para platicar con los vecinos. Se contaba que ella llevaba una vida totalmente normal.

Algunos otros cuentan que Doña Lucha no vivía tan sola, ya que a ella le gustaban mucho los gatos y cada que veía uno en la calle lo adoptaba, al grado de tener hasta 20 en su casa.

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La Casa de los Gatos en Querétaro. Foto. Open AI
La Casa de los Gatos en Querétaro. Foto. Open AI

Sus gatos eran como sus hijos y a ellos son a quienes Doña Lucha les contaba todas sus alegrías y tristezas. Como mencionamos, esta mujer llevaba una vida muy normal e incluso nunca faltaba a la misa de los domingos en el Templo de San Francisco.

Los vecinos de Doña Lucha recuerdan que una noche hubo una tormenta y ese día se escucharon ruidos extraños y maullidos de gatos provenientes de la casa de la mujer.

Al pasar de los días, los vecinos se percataron que no habían visto a Doña Lucha como comúnmente lo hacían, además no se presentó a la misa del domingo.

Ellos comenzaron a sospechar que algo le había pasado a Doña Lucha y sus amigos más cercanos fueron a inspeccionar su casa con la esperanza de encontrarla bien.

Sin embargo, cuando lograron entrar se encontraron el cuerpo de Doña Lucha destazado y cubierto de sangre. La silla de ruedas se encontraba tirada en medio de un pasillo.

Tras hacer las investigaciones correspondientes sobre su muerte, se reveló que Doña Lucha sufrió una fuerte caída de su silla y trato de pedir ayuda, pero con la tormenta nadie pudo escucharla hasta que murió ahí.

Su cuenta que los gatos lloraban de tristeza y de soledad, pero también de hambre y que fueron los propios felinos los que devoraron el cuerpo de la mujer. Desde ese entonces, la casa quedo abandonada por muchos años y nadie se atreve a habitarla.

Personas que viven cerca de este lugar cuentan que hay noches donde se oyen gatos maullar de tristeza como aquel día.

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