Tenían la opción de suspender la edición 2020 del Festival de la Joven Dramaturgia, pero sus organizadores decidieron aventurarse y continuar con una versión digital. Así comenzó el encuentro, que en medio de esta pandemia cumple 18 años, y justo en su primer día, durante su inauguración virtual, Imanol Martínez, uno de los coordinadores del evento, dijo que sin importar lo que pase el Festival de la Joven Dramaturgia seguirá existiendo.

“Se reinventará y evolucionará cuantas veces sea necesario, porque es, como ya lo ha demostrado a lo largo del tiempo, un espacio necesario, mientras el futuro nos alcance nosotros buscaremos nuevas formas para seguir haciendo teatro”, comentó Imanol.

Y aún a la distancia, aún en la pantalla, sus objetivos de hacer teatro, de problematizar las dramaturgias y reflexionar entre autores, actores, directores y público, se ha cumplido. Ayer se presentó Cinco segundo en caída libre, de Víctor Vela (Chihuahua); y la puesta en pantalla de La grieta, un instante antes de desaparecer, de Diana Sedano, Mariana Reskala, Joshua Okamota y Ana Sofía Gatica, proyecto realizado ex profeso para el festival.

Las actividades finalizan hoy, a a las 17:00 horas, con la presentación de la lectura dramatizada de Bra, obra de Rosa Márquez Galicia (Campeche), con la dirección de Montserrat Ángeles Peralta.

Y como puesta en pantalla invitada, a las 19:00 horas se presenta Rocío antes del fin del mundo, de Manya Loria (Querétaro) con la dirección de Carlos Casas.

Una parte importante del festival son las actividades de formación, en esta edición se contó con la participación de Mario Espinosa, quien impartió el taller “El teatro Verbatim como herramienta dramatúrgica”, y Verónica Bujeiro con la clase “Las formas breves del drama”. Además Cinthya García Leyva, directora de Casa del Lago UNAM, ofreció ayer una charla titulada “Escenarios híbridos: el ritmo sobre el algoritmo”.

“Al final se impuso la opción de servir no sólo como escaparate, sino como espacio, alojado virtualmente para el presente, en los últimos meses seguimos con interés la discusión de si esto es o no teatro, atónitos, como imaginamos que se encuentran los colegas de otras disciplinas, esperanzados también que este momento sea un paréntesis. Desde su formación, la Joven Dramaturgia permitió un espacio para los nuevos formatos, al tiempo en que estos se discutían, por qué no hacerlo mejor ahora, este es un nuevo pequeño esfuerzo por seguir haciendo teatro”, es otro de los comentarios del también dramaturgo, Imanol Martínez.

Y Patricia Estrada, también coordinadora del festival, recordó el inicio y los objetivos que se fijaron al crear este evento.

“En el verano del 2003 llegó a la escena mexicana la Muestra Nacional de la Joven Dramaturgia, el proyecto respondía a la necesidad de sus fundadores, autores jóvenes en aquel entonces, de tener un foro donde pudieran ser leídas sus obras más recientes, era un campo de pruebas que se ejecutaba ante el escrutinio del público, la crítica y sus pares. El propósito final era que en el mejor de los casos las obras fueran elegidas por directores igualmente jóvenes para ser llevadas a la escena, lo que inició como un experimento y una réplica, la semana internacional de la dramaturgia contemporánea, funcionó, se consolidó y este año cumple 18 años de existencia”.

Cumplir 18 años, en medio de una pandemia, con una crisis mundial y elecciones a la vuelta de la esquina, refirió Estrada, han marcado el camino a la adultez de la Joven Dramaturgia.

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