La carrera profesional de Jimi Hendrix fue realmente breve.

Desde que su nombre comenzó a ser reconocido y llegó su primer álbum junto a su banda The Jimi Hendrix experience, a su muerte el 18 de septiembre de 1970, pasaron cuatro años, pero su contribución fue tal que a 50 años de que dejara de hacer sonar su Fender Stratocaster sigue vigente.

“Como un afroamericano se salió de lo que habían estado haciendo los músicos estadounidenses hasta ese momento”, comenta en entrevista Julia Palacios, especialista en música.

“No estaba en el soul o en el funk, son sus raíces obviamente, pero con la guitarra se mete al rock y rompe; su sonido era único, inventado por él y sobre todo destaca el wah-wah, cómo distorsionaba la música”.

Considerado el mejor guitarrista de la historia según Rolling Stone —por delante de Eric Clapton— tuvo una vida marcada por la música y una situación familiar difícil así como por uso de drogas, cosa común en la psicodelia de los 60.

“Era una época en donde todo el mundo andaba hasta las chanclas. Lo veían entre nubes”, comparte el guitarrista mexicano Javier Bátiz.

El sonido más distintivo de Hendrix, quien falleció a los 27 años, era el que obtenía por el uso de un pedal “wah-wah” que le permitía jugar con las notas, como se puede escuchar en el tema “Voodoo child (slight return)” de 1968.

Ese estilo lo plasmó en presentaciones como la del Monterey Pop Festival, en California —donde pasó a la historia por incendiar su guitarra al final del show— o al cerrar en 1969 en Woodstock con un concierto a las ocho de la mañana en el que, a manera de protesta, interpretó el himno de Estados Unidos de forma distorsionada.

Javier Bátiz, si bien no fue fan del estilo de Hendrix, destaca que se convirtió en todo un personaje.

“No era un guitarrista nada más, salía vestido con unas camisas hermosas, chalecos, pantalones de piel, botas, sombrero; era artista, sabía cómo vender su producto y aparte fue de los primeros que decían groserías fuertes en el escenario. Terminó Hendrix y terminó una época”, considera.

Así como él, el guitarrista de Fobia, Paco Huidobro, señala su estilo propio: “Más allá de ser un guitarrista que tocaba escalas mega complicadas, simplemente le sacaba un jugo increíble a las escalas tradicionales del blues, un sonido enorme”.

“Su mayor aportación fue su actitud y abrirse paso entre artistas blancos de rock, romper con un montón de paradigmas, fusionar dos culturas explosivamente”.

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