El Museo de Arte Contemporáneo de Querétaro presenta la obra de uno de los valores de la escultura representativa del siglo XXI en México, Rodrigo Garagarza, nacido en la Ciudad de México en 1971. Egresado de la carrera de arquitectura en la Universidad Iberoamericana, ha creado colecciones que se han apreciado en el mercado del arte de forma constante a través de los años.

En conversación para EL UNIVERSAL Querétaro, el escultor dice:

“Cuando era niño, me gustaba jugar con cajas de cartón, a las que les encontraba formas especiales, que me ofrecían retos visuales. Realizaba construcciones efímeras, tan elaboradas como era posible. Comencé a unir volúmenes con cinta adhesiva. Años después, en preparatoria, realicé piezas más elaboradas, gracias a una experiencia muy interesante: mi abuelo materno me llevó a un taller de herrería, cargando mis primeras esculturas de cartón; les pidió a los herreros que las reprodujeran en metal y me encargó que estuviera al pendiente del proceso. Mis figuras se transformaron y pude apreciar la creación desde el inicio hasta el acabado. Mis elecciones vocacionales son complementarias: la carrera de arquitectura está relacionada con volúmenes y dimensiones, considerando la escala humana con relación a los espacios. La arquitectura es una escultura habitada por seres vivos. La interacción de los individuos con los espacios construidos es muy intensa. 

“El Museo Franz Mayer me ofreció conocimientos para realizar la tesis de la carrera de arquitectura; en ese recinto realicé visitas guiadas y pude apreciar el trabajo de construcción de una ampliación del inmueble para alojar talleres y otros espacios. Al realizar el servicio social en el Mayer, pude conocer su colección a fondo, al realizar visitas guiadas en español y en inglés. El edificio es maravilloso, hicieron un trabajo formidable de rescate y renovación del inmueble. Colaboré en montajes de exposiciones temporales, conociendo las bodegas y otras áreas de trabajo. En un museo se hace trabajo de investigación, registro de obra, promoción y gestión de las exposiciones. Todo esto me ha sido de utilidad. Más adelante, me dediqué a la museografía en el Museo Nacional de San Carlos, la principal pinacoteca europea de México, donde monté unas 15 muestras.

“Ser museógrafo ha influido en mi trabajo para considerar elementos como la iluminación, los volúmenes, el peso, el montaje y la perspectiva de las obras. Realicé estancias en Italia, donde se modificó mucho mi percepción de los elementos arquitectónicos. Aprecio la arquitectura del medievo, preservada en la magia de los cuadros: me di cuenta de la vocación de los castillos, palacios, puentes o adiciones a la arquitectura que me fascinaban, como los volados que se extienden sobre los ríos, o frente al mar, en un auténtico reto a la fuerza de gravedad. Esa arquitectura al día de hoy causa asombro, es muy interesante en su contexto. Tomé varios talleres de creación artística, de pintura en distintas técnicas. Uno de los cursos fue organizado por una escuela cuya sede está en la ciudad de Nueva York; los profesores revisaban nuestro trabajo y nos acompañaban a viajes que nos daban una mirada diferente, tanto para la pintura como para la escultura. Las plantas, las flores, me llaman mucho la atención desde que me dedico a la escultura. Pienso en su soporte, en la forma en que abren sus pétalos. Las formas vegetales son muy inspiradoras. En la exposición del Museo de Arte Contemporáneo de Querétaro presenté una pieza llamada Estructura floral, cuyas formas recuerdan las de una flor, con espinas y pétalos, formas orgánicas y posibilidades de jugar con la geometría. Su forma de sobrevivir y de recibir la luz del sol es muy interesante.Trabajo con diversos materiales: diseño en cartón batería para lograr la pieza en placa de acero. La madera me gusta mucho. Hay una gran carga emocional en mis piezas. Esto me significa un reto, ya que deseo que mi obra juegue con el espacio, que genere tensión visual con su entorno. Los sentimientos que surgen en la vida a veces se expresan en el arte de forma muy fluida; la creación es mejor cuando expresa emociones. La mayoría de mis piezas son muy simétricas. Parten de un centro y explotan hacia el exterior. Así es mi manera de ser: a veces soy un poco contenido, silencioso. En otros momentos, mis emociones fluyen. En el proceso, uno se encariña con las piezas, y busca que el espectador haga lo mismo”.

Sobre sus influencias asegura: “La gran mayoría de los grandes maestros que han influido en mi obra son del siglo XX: Richard Serra, Mark Di Subero, Anish Kapoor, Alexander Calder, además de algunos diseñadores de moda como Oscar Schelmer. He seguido sus trabajos del siglo XXI, estudio la forma en que retan al espacio, en que logran expresar sus conceptos. Leo a Querétaro como una ciudad que va en un desarrollo constante, las personas trabajan de manera ardua, hay empresas grandes, desarrollo urbano, es un lugar limpio, ordenado, con respeto a las leyes, con un clima agradable. Me encanta el contraste entre el Centro Histórico con arquitectura virreinal muy bien  preservada, con la franja de arquitectura nueva que le rodea y ha crecido muy rápidamente. Ofrece una vida cultural muy plena”.

“El Museo de Arte Contemporáneo está alojado en una edificación antigua de carácter religioso, con muros enormes, un precioso patio en la entrada, y el hecho de que albergue arte contemporáneo logra un efecto enorme, que le da un interés adicional a su ubicación en la zona más alta del Centro Histórico de esta ciudad, donde puedes pasar varios días gozando de su belleza”, finaliza.

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