Mucho antes de que Querétaro se convirtiera en un estado próspero y lleno de vida cultural, hubo un punto de partida silencioso pero fundamental: un pequeño templo cristiano levantado hacia el oeste del estado. Allí, en una modesta construcción de cantera rosa y ornamentos con rasgos indígenas, se celebró la primera misa católica en la región, marcando el inicio de una transformación histórica y espiritual.
La conocida Iglesia Chiquita es considerada el primer templo católico edificado en el actual estado de Querétaro. Su construcción comenzó en 1529, bajo la supervisión del español Juan Sánchez de Alanís, como parte del proyecto evangelizador encabezado por el encomendero Hernando Pérez de Bocanegra y el líder otomí Conín, posteriormente bautizado como Fernando de Tapia. Esta iglesia fue el corazón del proceso fundacional tanto de Santiago de Querétaro como del estado entero.
Lo que distingue a este templo, más allá de su antigüedad, es su valor simbólico y arquitectónico: combina elementos europeos con símbolos indígenas, como lo demuestra su cruz atrial, donde están labrados los símbolos de la Pasión de Cristo con claras influencias mesoamericanas. Aún se conserva la pila bautismal original, donde se cree fue bautizado el propio Conín.
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Hacia la mitad del valle queretano, en la cabecera municipal de El Marqués, se ubica el pueblo de La Cañada, un asentamiento cargado de historia que guarda con orgullo este templo que, aunque modesto en dimensiones, está lleno de significado. El municipio debe su nombre al Marqués de la Villa del Villar del Águila, Juan Antonio de Urrutia y Arana, benefactor del acueducto que abasteció a Querétaro durante siglos.
La iglesia fue el escenario de importantes momentos en la historia queretana. En abril de 1531 se celebró allí la primera misa católica en el estado, oficiada por el franciscano Fray Francisco Rangel. También fue el lugar donde se consolidó la alianza espiritual y política entre los colonizadores y los pueblos originarios, representada por el bautismo de Conín, pieza clave en la evangelización de la región.
Además, se dice que en el cercano Cerro de la Cruz –conocido como Andamaxey o Tlaxco– se asentó el grupo indígena liderado por Conín antes de la fundación de Querétaro. Este sitio guarda múltiples nombres simbólicos como “Cerro del Bautisterio” y “Cerro de la Ardilla”, cada uno reflejo de los distintos momentos que ha vivido.
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Aunque ha resistido el paso de casi cinco siglos, la Iglesia Chiquita ha enfrentado múltiples desafíos estructurales. Gracias al esfuerzo de vecinos y comités locales, ha sido restaurada en varias ocasiones, pero aún se requieren labores de conservación profundas. Su arquitectura, con arcos elevados y decoraciones que entrelazan las culturas indígena y europea, sigue siendo una expresión única del sincretismo religioso y cultural.
Visitar la Iglesia Chiquita es una oportunidad para conectar con los orígenes más antiguos de Querétaro. No se trata sólo de un edificio antiguo, sino de un monumento vivo que representa el punto de encuentro entre dos mundos: el indígena y el europeo. En su interior aún se respira la memoria del inicio de una ciudad y un estado.
La Cañada, en el municipio de El Marqués, no sólo fue el primer escenario de la fe católica en la región, también fue el lugar donde comenzó la historia de Querétaro como la conocemos.