Ubicado en el corazón del estado de Querétaro, el municipio de El Marqués ofrece una singular mezcla de historia, leyendas y desarrollo moderno. Con una extensión de casi 800 kilómetros cuadrados, limita con municipios como Colón, Huimilpan, Pedro Escobedo y forma parte de la Zona Metropolitana de Querétaro, lo que lo convierte en un punto clave tanto para el turismo cultural como para el crecimiento económico del Bajío.
Su nombre honra a Don Juan Antonio de Urrutia y Arana, benefactor que financió el icónico Acueducto de Querétaro. Pero más allá de su legado arquitectónico, El Marqués esconde entre sus calles una leyenda que ha sobrevivido al paso del tiempo: la de Chucho el Roto, el bandolero más famoso del México del siglo XIX.
Jesús Arriaga, mejor conocido como Chucho el Roto, nació en Tlaxcala en 1858. Fue un ebanista de origen humilde que, tras enamorarse de una joven de familia rica, secuestró a su propia hija y dio inicio a una vida de fugitivo. Pronto se convirtió en un ladrón con causa, que robaba a los ricos para ayudar a los pobres, evitando el uso de la violencia y utilizando disfraces y astucia para evadir a las autoridades.
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Arriaga fue capturado en Querétaro tras cometer uno de sus robos más conocidos y enviado a San Juan de Ulúa, donde murió en condiciones infames. Su historia, reproducida en periódicos e historias populares, lo transformó en un símbolo de justicia social y rebeldía frente a los abusos del poder.
Según la tradición oral, el célebre ladrón vivió en Saldarriaga, una pequeña localidad al oriente de La Cañada, dentro del municipio de El Marqués. Allí se encuentra una antigua casona de fachada con arcos, actualmente deteriorada, que la gente identifica como la Casa de Chucho el Roto. Aunque no existen pruebas concluyentes de que él haya vivido allí, la memoria popular ha convertido el inmueble en un lugar de referencia histórica y simbólica.
Algunos testimonios aseguran que la casa perteneció al padre de Jesús Arriaga, quien habría sido administrador de una hacienda cercana. Otros sostienen que el nombre “Saldarriaga” proviene de la frase “Salda Arriaga”, gritada por los acreedores que reclamaban el pago de deudas al padre del bandolero.
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La vivienda, ubicada en la calle principal de Saldarriaga, ha sobrevivido al paso del tiempo, conservando su estructura original en buena medida. Actualmente, una parte del inmueble se usa como salón de clases improvisado, dirigido por una descendiente directa de la familia.
Pese a su deterioro, el lugar conserva un valor simbólico y turístico enorme, y ha sido objeto de propuestas para convertirlo en un museo de sitio dedicado a la figura de Chucho el Roto. Sin embargo, las negociaciones entre los propietarios y el gobierno del estado no han llegado a buen puerto, por lo que el proyecto se encuentra actualmente detenido.
El cronista del municipio, Jaime Zúñiga Burgos, destaca que si bien no hay certeza documental sobre la residencia del bandolero en el lugar, la fuerza de la leyenda ha hecho que el sitio sea reconocido por los habitantes como un símbolo cultural y turístico. Se espera que en el futuro pueda concretarse un acuerdo para crear un espacio que recupere la memoria histórica del personaje y revitalice la comunidad.
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Desde tiempos prehispánicos, El Marqués —entonces parte de la región llamada Tlachco— ha sido protagonista de la historia queretana. También fue hogar del líder otomí Conín, figura clave en la fundación de Querétaro. Durante la época colonial y hasta la Revolución Mexicana, la región desempeñó un papel importante en lo político y lo social.
En 1948, La Cañada, su cabecera municipal, cambió de nombre a El Marqués para rendir homenaje a su benefactor más ilustre, Don Juan Antonio de Urrutia y Arana. Hoy, es una de las demarcaciones de mayor crecimiento y conectividad en la región.
El Marqués ofrece un recorrido completo por el pasado y el presente:
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Visitar El Marqués es vivir la historia desde la raíz, en un entorno que mezcla lo colonial, lo indígena y lo moderno. Desde la imponente figura del Marqués que le dio nombre hasta la leyenda viva de Chucho el Roto, este municipio queretano ofrece al visitante un viaje por las múltiples capas de la identidad mexicana.