Joel Velázquez Mondragón observa el templo de La Cruz por unos segundos para regresar su mirada al boceto que realiza en una hoja. Maestro de pintura, y dedicado desde hace 21 años totalmente a las artes plásticas, dice que decidió migrar de Reynosa, Tamaulipas, a Querétaro porque la escena artística local es rica.

Durante esta pandemia, señala, impartió clases en línea, algo que las personas necesitaban para distraer la mente de las angustias que provocó la emergencia sanitaria, además de que durante el último año, la gente se dio cuenta del verdadero valor que tienen las artes en su vida emocional.

El maestro de pintura, avecindado en Querétaro desde hace tres años, actualmente tiene su taller en la calle de Morelos, donde imparte clases con un número limitado de alumnos.

“Culturalmente, Querétaro tiene mayor apertura. Como artista uno tiene que buscar nuevas perspectivas, ver nuevos horizontes. Todo ayuda, principalmente porque uno ve más pintores, ve más estilos. Se va enriqueciendo uno con las nuevas formas de expresión de los artistas”, indica.

El pintor ya había residido en Querétaro durante su niñez y una parte de su adolescencia. Luego se mudó al norte.

Debajo de uno de los árboles del atrio del templo, buscando refugio del sol del mediodía, Joel y una de sus alumnas, una extranjera que habla poco español, y con música relajante de fondo, dibujan en una hoja a lápiz los trazos básicos del recinto.

Las personas que pasan alrededor los observan. Ellos apenas les prestan atención, están concentrados en su trabajo.

Han adaptado bastidores que cuelgan de sus cuellos, como si fueran guitarras, para pintar de pie, sin necesidad de un caballete. Método ingenioso para trabajar.

Joel explica que durante el confinamiento las clases en línea, otra modalidad por la cual optó para impartir sus lecciones, fueron una gran opción para la gente que se quedó en casa.

“Además es una buena opción porque el arte, de alguna forma, también ayuda a desestresarse, es terapéutico. Realmente, en todos los aspectos es bueno, porque ayuda a desarrollar la creatividad. Fue demandado. De hecho, ahora tengo más alumnos en línea ahora que presenciales”, abunda.

En este tiempo considera que el arte, y la pintura en particular, se volteó a ver, dándole otro valor, que siempre lo ha tenido, pero se le trataba como hobbie, y ahora mucha gente lo ve como una alternativa para expresar los sentimientos y emociones durante el confinamiento.

Narra que desde el año 2000 se dedica al 100% a la pintura. Antes tenía un restaurante, pues también le gusta la cocina, trabajó un tiempo en éste hasta que le “ganó” la pintura.

El taller al aire libre busca realizar un registro urbano. “Básicamente lo que buscamos es dibujar de una manera presencial lo que es el entorno, tener una perspectiva del dibujo”.

Expresa que el último año ha sido complejo. Antes de la pandemia daba clases de pintura en las casas de la Cultura de Corregidora, que siguen cerradas. “He migrado mi método a en línea y así he trabajado”.

Ahora, ya con mayor movilidad en el estado, el taller al aire libre se vuelve más aceptado.

Los talleres en línea, precisa, tienen sus pros y contras. Los jóvenes se adaptan muy bien a la tecnología y sobre todo para el formato de dibujo es bueno. Los que han batallado, afirma, son los maestros de danza, que tienen que estar prácticamente en físico con sus alumnos.

En su caso, añade, adaptó su estudio para las clases en línea, con una cámara en zenit para que sus alumnos puedan apreciar bien los trazos que va realizando y que ellos tienen que elaborar, para que los vean desde su perspectiva.

“Mi clases son interactivas. Voy haciendo el dibujo y el alumno lo hace en su casa. Al mismo tiempo lo voy monitoreando, le voy diciendo ‘así no’, ‘hazlo así’, ‘te recomiendo que hagas esto’. Siento que si hay un pro y un contra. Contra, hay alumnos grandes de edad que están acostumbrados a las clases presenciales. Se les hace muy complicado estar haciéndolo con un celular o una computadora”, detalla.

Agrega que enseña los cuatro estilos, que son las columnas vertebrales del arte: el paisaje, el retrato, el bodegón y el cuerpo humano. Los más requeridos son el paisaje y el bodegón. El cuerpo humano es el más complicado, junto con el retrato.

La clase concluye. Joel guarda con calma su material. Observa el trabajo de su alumna. Ambos se marchan. La labor por el momento concluye, aunque en palabras del maestro, esto nunca termina. El aprendizaje es continuo.

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