La Fuente de Neptuno en Santiago de Querétaro, uno de los íconos más emblemáticos de la ciudad, tiene una historia tan rica como la propia capital. Ubicada en el cruce de las calles de Madero y Allende, en el corazón del centro histórico, esta obra de arte neoclásico es más que un simple adorno urbano: es un testigo mudo de las transformaciones y del devenir histórico de la ciudad.
Su origen se remonta al siglo XVIII, en una época de esplendor arquitectónico y desarrollo urbanístico para la capital queretana, que en 1531 fue fundada y que por su belleza y extraordinaria riqueza ha sido considerada patrimonio cultural de la humanidad.
El diseño de la fuente fue concebido por el afamado arquitecto Francisco Eduardo Tresguerras, un maestro del neoclásico mexicano conocido por su estilo elegante y depurado. La escultura de Neptuno, dios latino del mar y las aguas, fue labrada en cantera rosada por el talentoso escultor Juan Izguerra.
La obra original, que data del año 1797, fue creada con el propósito de embellecer la ciudad y al mismo tiempo ofrecer un punto de abastecimiento de agua a la población.
La escultura muestra a Neptuno de pie, sosteniendo su icónico tridente en la mano derecha, mientras que con la izquierda sujeta uno de los dos grandes peces que se deslizan a sus pies.
La figura se alza sobre una base que simula las olas del mar, todo ello enmarcado por una estructura de arco que inicialmente estaba flanqueada por pabellones. En la parte frontal de este arco se grabó la inscripción: "Para ornamento y comodidad del pueblo, el H. Ayuntamiento, año de 1797".
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La primera ubicación de la fuente de Neptuno no fue la que conocemos hoy. Originalmente, se encontraba en una esquina de la huerta del Convento de San Antonio, un sitio que posteriormente se convertiría en un mercado.
Con la instalación de este mercado en 1848, la fuente sufrió una primera modificación significativa. Los dos pabellones que flanqueaban la estructura central fueron retirados para dar espacio al mercado, y la parte posterior de la fuente fue remodelada para que luciera similar a la frontal.
En este lugar, la fuente de Neptuno compartió espacio con un mercado y en la parte de atrás se puede leer otro letrero que dice: "Esta fuente y mercado expenso con sus sueldos el Gobernador del Estado año de 1848".
La huerta del Convento de San Antonio fue un lugar de gran actividad comercial y social en el siglo XIX; sin embargo, con el paso del tiempo y las necesidades de crecimiento de la ciudad, se decidió que ese espacio se transformaría.
El 1 de enero de 1909, el presidente municipal informó a la población de los trabajos de embellecimiento de la ciudad y se propuso la construcción de una plaza para conmemorar el Centenario de la Independencia. Se pensó en la Plazuela de San Antonio como el lugar ideal para erigir un monumento a la corregidora Doña Josefa Ortiz de Domínguez, heroína queretana y el proyecto fue presentado por el ingeniero Carlos Noriega.
En la sesión de Cabildo de enero de 1909 se autorizó la construcción del monumento y se acordó que los mercaderes que ocupaban la Plazuela de San Antonio se trasladarían a la Plazuela de la Cruz. De esta manera, el espacio se liberaría para la obra conmemorativa.
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El 1 de enero de 1911, el presidente municipal informó oficialmente que, como parte de las festividades del Centenario, se había construido el "grandioso monumento a nuestra heroína queretana Josefa Ortiz de Domínguez". Para hacer esto posible se acordó la traslación de la fuente de Neptuno de la Plazuela de San Antonio a su ubicación actual, en el Jardín de Santa Clara. El traslado se llevó a cabo en marzo de 1910, después de que el Ayuntamiento concediera el permiso correspondiente.
La decisión de mover la fuente no fue trivial y se tomó la precaución de que no sufriera daños durante el proceso. En ese mismo año de 1910, la ciudad se encontraba en un proceso de modernización, con mejoras en el alumbrado público, la construcción de nuevos empedrados y banquetas y la restauración de diversos edificios.
La reubicación de la fuente de Neptuno fue un paso más en la transformación de Querétaro, que buscaba proyectar una imagen de progreso y cultura. El traslado se llevó a cabo el mes de marzo de 1910.
La fuente de Neptuno fue instalada en la Plazuela de Santa Clara, junto a la Capilla del Sagrado Corazón de María, que en su momento fue conocida como la Capilla de las Tres Caídas. En el Jardín de Santa Clara, la fuente encontró un nuevo hogar, en un entorno que formaba parte del primer convento de monjas que tuvo Querétaro, dedicado a Santa Clara de Asís.
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La historia de la fuente no termina con su último traslado. La escultura original de cantera de Juan Izguerra fue víctima de múltiples actos de vandalismo a lo largo del tiempo. Para proteger esta invaluable pieza histórica y permitir que la fuente mantuviera su función ornamental, la estatua de cantera fue sustituida por una réplica de bronce.
Esta réplica fue donada por el empresario Abraham González y es la que hoy en día podemos admirar en la esquina de Madero y Allende. La pieza original de cantera, un tesoro histórico, se encuentra resguardada en los patios de la delegación del Centro Histórico, a unos cuantos metros de su réplica.
La Fuente de Neptuno de Querétaro, a pesar de sus cambios y traslados, sigue siendo un símbolo de la rica historia y la identidad cultural de la ciudad. Aunque no es la única fuente de Neptuno en el mundo, su historia y su papel en el desarrollo urbano de Querétaro la hacen única.
Esta fuente es un recordatorio de cómo la ciudad ha evolucionado, preservando sus monumentos y adaptándose a los nuevos tiempos, mientras mantiene vivos los elementos que la han convertido en una joya del Patrimonio Cultural de la Humanidad.