Querétaro es mucho más que un destino colonial: es un estado lleno de historia y naturaleza que te sorprenden a casa paso. Desde uno de los monolitos más grandes del mundo hasta miradores de majestuosos paisajes, estas son las cinco paradas obligatorias que debes visitar una vez en la vida en esta bella entidad.
Es uno de los monolitos más grandes del mundo y es ideal para subir a ver el amanecer y disfrutar de las impresionantes vistas del semidesierto queretano. Esta experiencia te conectará con la tierra, el cielo y contigo mismo.
Además, el pueblo de Bernal es un rincón mágico que parece detenido en el tiempo por sus calles empedradas, su artesanía de lana, su rico pan de queso recién horneado y la calidez de sus habitantes.
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Se encuentra a 2 mil 700 metros sobre el nivel del mar en la Sierra Gorda. Este mirador en Pinal de Amoles ofrece increíbles vistas de los valles, los cielos despejados y los bosques de imponente árboles.
Desde ahí también se puede apreciar el pueblito pintoresco de casas de tejados rojos que resaltan entre las montañas. Se encuentra a tan solo 4 horas de la Ciudad de México y a dos y media del centro de Querétaro.
El Río Escanela es un paraíso natural donde la aventura y la serenidad se entrelazan. Enclavado en la Sierra Gorda, este río te cautivará por sus aguas cristalinas de tonos turquesas rodeadas de un bosque de álamos y formaciones rocosas de un mundo surrealista.
Para llegar hasta el tendrás que caminar por un sendero de aproximadamente 3 kilómetros, pero no te preocupes porque podrás ir admirando la exuberante vegetación, las cascadas y terminar en el puente de madera, Puente de Dios, una caverna natural con estalactitas.
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Debes visitar al menos una vez en la vida los viñedos de Querétaro porque entre los paisajes de ensueño, el vino espumoso y los atardeceres dorados, la experiencia se vuelve completamente sensorial. Este destino vinícola es uno de los más importantes de México, combinando la tradición europea con el corazón mexicano.
Te recomendamos visitar la Finca Sala Vivé by Freixenet en Ezquiel Montes, La Redonda y San Juanito en Tequisquiapan.
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La Misión de Santa María del Agua de Landa es adentrarse en una joya del barroco novohispano que fusiona arte, historia y espiritualidad. Se construyó entre 1761 y 1764 por Fray Miguel de la Campa, forma parte de las Misiones Franciscanas de la Sierra Gorda, declaradas como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Si te gusta los detalles arquitectónicos barrocos, sin duda debes visitar este lugar cargado de simbolismo religioso, indígena y franciscano.