¿Qué tanto están dispuestas a hacer las mujeres por no estar solas, o por ser amadas? Esta pregunta es la que llevó a Liliana Blum a escribir Pandora (2015), después El monstruo pentápodo (2017), y ahora Cara de liebre, novela de la cual hablará en el Hay Festival Digital Querétaro 2020, el sábado 5 de septiembre a las 16:30 horas, compartiendo espacio con Emiliano Monje y Eduardo Rabasa. A esta presentación en línea, el público puede acceder de manera gratuita, sólo es necesario registrarse en la página del Hay Festival.

La soledad de las mujeres es la columna vertebral de la obra de Liliana. ¿Por qué? En entrevista con EL UNIVERSAL Querétaro, la escritora responde que es una reflexión e interpretación de lo que experimentan de manera real las mujeres que viven solas, quienes a pesar de su éxito académico y económico, la familia, las amistades, las ven incompletas al no tener pareja. Y es tan constante el señalamiento que varias terminan creyendo y apegándose a ese estigma.

“Muchas de las cosas que me inquietan sobre la vida, las trato de entender a través de la escritura. Digamos, un hombre teniendo el dinero necesario puede sustituir todo lo que dicen que necesita de una mujer, pueden pagar para que limpien su casa, pueden pagar por sexo, pueden pagar por una cocinera, o salir a comer a un restaurante, con el dinero necesario hay hombres que son felices, nunca los vemos incompletos si no tienen una mujer que los ame. Es más, cuando están solos andan de ligue, pero no tiene ese estigma. Si acaso la tradicional mamá mexicana que dice: ¡Pobrecito mi hijo, está solito y no tiene quién lo atienda! Pero dice: quién lo atienda, no quién lo ame”.

Pandora, Aimeé en la novela de El monstruo pentápodo, e Irlanda, en el caso de Cara de liebre, son personajes que cargan con ese estigma, no quieren estar solas, quieren ser amadas, o han sufrido bullying, se esconden en capas de grasa o maquillaje, en el silencio, para ocultar sus heridas físicas e internas.

¿Qué tanto están dispuestas a hacer las mujeres por no estar solas, o por ser amadas? ¿Y hasta donde llegarían para que no las dejen? ¿Cómo tolerar la desaparición y cómo salir de las expectativas sociales?, estos cuestionamientos guían la nueva novela de Blum, en donde el lado oscuro de sus personajes muestran que en el ser humano y la soledad, hay algo de perverso.

“También trata un tema fuerte, en la novela son dos protagonistas femeninas, y las dos son personajes muy fuertes, pero una de ellas se convierte en una asesina, usualmente vemos a las mujeres siendo víctimas de un asesino y no al revés”, detalla la escritora.

Liliana Blum nació en Durango, por seis años radicó en Querétaro, es autora de los libros de cuentos Tristeza de los cítricos (2019), Yo sé cuando expira la leche (2011), The Curse of Eve and Other Stories (2008), Vidas de catálogo (2007), ¿En qué se nos fue la mañana? (2007) y La maldición de Eva (2002).

La obra de Liliana tiene un mayor número de lectoras, aunque también reconoce que hay hombres que siguen su trabajo; en ambos casos, dice que al momento de escribir no piensa en quién la lee.

“Margaret Atwood dio un consejo: escribe como si pensaras que nadie te va a leer y sólo así vas a poder escribir lo que de verdad quieres contar. Y creo que tiene toda la razón. Ya después si alguien se enoja, o se ve reflejado, es una ganancia aparte, pero no es algo que haya querido hacer”, añade.

A causa de la pandemia, Liliana tuvo que suspender sus eventos programados de manera física, y ha participado en varias acitividades en formato digital, además de su presencia en el Hay Festival Querétaro 2020, será parte del Festival de Novela Negra en San Luis Potosí.

¿Cuál es la historia que se aborda?

Una mujer está de cacería en La Cebolla de Cristal. La atmósfera oscura es la adecuada para ocultar la cicatriz en su rostro, la  marca de las cirugías a las que fue sometida de niña debido a su labio leporino y que la hizo merecedora del  cruel apodo de Cara de Liebre. Su aire desinhibido y su cuerpo exuberante  llaman la atención del vocalista del grupo que toca en el escenario. Es el elegido. Tras conversar un rato,  lo lleva a su casa. Es curioso —piensa— que el narcisismo del hombre le haga creer que la iniciativa es suya, cuando no sabe lo que le espera.

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