Ana Vega envuelve los libros en papel kraft, escribe una frase y coloca un moño. Es “Una cita a ciegas con un libro” que, en fechas cercanas al Día de Muertos, se dedica al género de terror.

Con más de cuatro años inmersa en el negocio de las librerías, Vega actualmente atiende El cuervo de Poe, en avenida Universidad y Ocampo, un pequeño negocio surgido durante la pandemia de Covid-19.

Para atraer a los lectores, en la librería se realiza la dinámica de “Una cita a ciegas con un libro”. “La temática no es una idea en sí de nosotros. Es una idea que empezó en otro país y se llama ‘Una cita a ciegas con un libro’. Envolvían un libro sorpresa, le ponían una frase. La frase no tiene nada que ver con el contenido, y de esa manera era una gran sorpresa.

Nosotros lo empezamos a habilitar principalmente para las fechas como el 14 de febrero. Posteriormente seguimos con la temática y ahorita en estas fechas la tenemos con libros de terror. En nuestro caso metemos puros libros clásicos, puros autores clásicos, nada de superación personal, nada de cocina, ingeniería. Es literatura clásica y son libros nuevos. Pura novela”, apunta Ana.

El local es acogedor, invita a la lectura, a “echar un ojo” en los estantes, donde predominan las publicaciones de terror y ciencia ficción, aunque no se especializan en este tema. Hay literatura para todos los gustos.

Lo mismo se puede encontrar la colección completa de Edgar Allan Poe, de H.P. Lovecraft, que Drácula, de Bram Stoker, y títulos de Stephen King, pasando por títulos de ciencia ficción, sin dejar de lado la historia, la filosofía y otras ramas del conocimiento.

La librera asegura que la respuesta de la gente a “Una cita a ciegas con un libro” ha sido positiva. “Hemos tenido bastante aceptación desde que lo empezamos a hacer. Obviamente, lo sacamos por fechas, para que no se vaya a quemar la propuesta. Hemos tenido muy buena repuesta del público”, asevera.

Dice que por fortuna no han tenido malos comentarios sobre la idea. Los etiquetan en redes sociales, señalando que les ha gustado tanto la propuesta como la librería. Agrega que, incluso, los han visitado de estados cercanos a Querétaro o les han hecho pedidos de libros, servicio que prestan en la capital queretana, así como a otras entidades del país, a través de Correos de México.

Sobre el mostrador de la librería hay un paquete listo para enviarse al Estado de México. También se aprecia una decena de ejemplares que se colacarán en los estantes artesanales que se ubican en la puerta y una de las ventanas del local.

Ana expresa que hasta el momento ya se vendieron alrededor de 80 ejemplares con esta dinámica, número muy positivo para los tiempos y la situación económica que se vive por la pandemia.

Libreros unidos

El cuervo de Poe, cuenta Ana Vega, pertenece a un colectivo de varios libreros, llamado Mercadito Carranza, que se ubica sobre la calle del mismo nombre, donde también tienen “Una cita a ciegas con un libro”.

Ana también habla sobre la “osadía” de abrir una librería en plena pandemia, empresa que parecería arriesgada, pero con la experiencia que tienen ella y sus compañeros, quienes llevan más de una década en el giro, no resultó tan complicado.

“En la pandemia lo que nos funcionó mucho fue el envío a domicilio. Tenemos una página de Internet, en donde somos cinco librerías y cada una sube su catálogo y ahí mismo las personas pueden levantar su pedido, pagar ahí mismo y nosotros nos organizábamos para hacer las entregas”, explica.

Precisa que los libros que más buscaba la gente durante el confinamiento por el virus SARS CoV-2 eran novelas de todos los géneros, así como títulos de desarrollo y superación personal.

Para Ana, las librerías son un negocio muy noble, pues hay algunas que ofrecen publicaciones usadas y nuevas, no hay competencia directa, o “en mala onda”.

Entre letras y ayuda a los felinos

Originaria de Querétaro, Ana Vega desde hace cinco años se dedica a los libros. Cuando estaba avecindada en Ciudad de México, donde estudiaba diplomados de interiorismo, recibió la invitación de unos amigos que tenían librerías. Se quedó a trabajar con ellos y con el tiempo se asoció con los mismos para formar el colectivo al cual pertenece.

Ahora, en el Escenario A de la pandemia, las ventas para las librerías tienden a mejorar. Desde el regreso a clases, como también tienen títulos técnicos, los estudiantes también los buscan.

A la par de las ventas en el local siguen con los pedidos en línea para los lectores, por ahora, sólo manejan envíos en el país.

Agrega que también colabora con una asociación que se dedica a rescatar gatos y promueve su adopción. Al costado derecho de la entrada de la librería, en un estante, están los artículos que se venden y cuyos ingresos se dedican para procurar el bienestar de los felinos. “Las tazas las hago yo”, dice Ana mientras ríe y muestra su trabajo.

La joven librera es optimista con el futuro de su negocio. Dice, medio en broma y medio en serio, que esperaría abrir tres librerías más.

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