“¿Qué le vamos a dar?, pásele a probar”, exhortó al público una de las artesanas participantes del XVII Encuentro de las Culturas Populares y los Pueblos Indígenas de Querétaro, quien al igual que otros expositores, dio a conocer la calidad y la innovación en sus productos tradicionales.

Durante cuatro días, más de 120 microempresas indígenas de Puebla, Estado de México, CDMX, Hidalgo, Guerrero, Morelos, Michoacán, Chiapas, Oaxaca, Nayarit, Jalisco y Querétaro presentaron una amplia gama de artesanías, elaboradas con técnicas tradicionales e insumos de la región.

“Llévele, llévele, ya tenemos pago con tarjeta”, dijo otra artesana a una señora, quien con gran interés e indecisión apreció los coloridos detalles de una vajilla de barro.

Artesanos se vuelven microempresarios
Artesanos se vuelven microempresarios

“Los indígenas se están profesionalizando para elevar la calidad de sus productos, tanto en el diseño de su marca, el empleo de una etiqueta que les permita tener una mejor presentación, así como en el uso de una aplicación para el cobro con tarjeta. Son estrategias comerciales que les posibilita insertarse en el mercado productivo”, aseveró Siddhartha García, jefe de la Unidad Regional de Culturas Populares, Indígenas y Urbanas, quien reconoció el trabajo que ha hecho la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI).

Así mismo habló de la campaña “Di no al regateo”, también promovida por la CDI para combatir la arraigada práctica de renegociar los precios de sus mercancías a los artesanos. Por su parte, el Programa para el Mejoramiento de la Producción y Productividad indígena proporciona asesoría, capacitación y acompañamiento comercial en diferentes rubros a las microempresas, por lo que varios talleres y colectivos de artesanos han logrado posicionar sus productos, tanto en el país como en el extranjero.

Dentro del encuentro, varios artesanos impartieron talleres gratuitos de elaboración de muñecas tradicionales otomíes y de confección de quexquémitl, entre otros; con el objetivo de visibilizar la complejidad del trabajo artesanal y crear conciencia sobre su valor cultural y comercial.

Muestra artesanal.

Pese a la campaña de concientización, el acostumbrado “¿Cuánto es lo menos?” de algunos compradores, se hizo escuchar entre los pasillos, donde se exhibieron distintas figuras decorativas de barro, ropa con tira bordada, bisutería de plata con aplicaciones de ámbar, cerámica de alta temperatura, alebrijes de madera, tapetes de lana teñida, muñecas hñähñu, artesanía de ixtle, sombreros de palma, miel de flor de acahual, conservas y café.

Artesanos se vuelven microempresarios
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Entre estas opciones, destacó el proyecto de Taller De- Lirio, un colectivo de artesanos indígenas de Pátzcuaro, Michoacán, que con el objetivo de contrarrestar la contaminación de su lago, idearon una iniciativa productiva.

“Este proyecto nace de nuestra comunidad indígena de Huecorio, como una propuesta sustentable para la recuperación de nuestro valioso lago, así como una novedosa cadena productiva artesanal. Lo que hacemos es trabajar con la planta del lirio acuático; la extraemos de forma manual para hacer papel y diferentes tipos de encuadernación”, platicó Dulce María Silva, quien junto con otros ocho artesanos, lleva 15 años trabajando en este proyecto.

Por su parte, un grupo de jóvenes hñähñú sorprendió con una nueva propuesta de calzado: tenis decorados con el bordado tradicional de su cultura.

“Estamos capacitando y generando empleo para otros jóvenes en nuestra comunidad, desde hace cuatro meses”, contó Raúl Pérez, un hombre de 24 años que junto con otros siete artesanos, aprendió a confeccionar zapatos en León, Guanajuato, gracias a un apoyo federal.

A partir de esta capacitación fue que montaron el taller de su marca “Xhest´i”, —calzado en otomí— en El Rincón de San Idelfonso, del municipio de Amealco. Ahí se encargan todos los días de diseñar y confeccionar cada par, cuyo tiempo de creación les lleva hasta tres días.

Artesanos se vuelven microempresarios
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“Son bien cómodos y dan una vista bien bonita por el bordado que llevan”, aseguró con una sonrisa tímida, sobre su colorido producto, cuyo costo asciende a los 900 pesos.

Finalmente, expresó que al igual que otros artesanos de su comunidad, requieren de más publicidad y plataformas comerciales donde puedan dar a conocer sus productos y así elevar sus ventas, de las que dependen centenares de familias hñähñús.

A pocos metros de ahí, el oaxaqueño Florencio Contreras ofreció sus textiles hechos de manera tradicional con telar de cintura. Ayudado por su esposa e hijo, el artesano se tomó un tiempo para dialogar con quienes se acercaron a observar los detalles de los tapetes y las colchas tejidas con telar de pedal, así como de los caminos de mesa.

“Además de trasquilar nosotros a los borregos, separar la lana, lavar la carda, utilizamos técnicas tradicionales para pintar, empleando para ello la grana cochinilla, el musgo de roca, la flor cempasúchil, la cáscara de la granada, el pericón, la cáscara de la nuez y el tallo del nogal”, explicó don Florencio, quien en un colectivo conformado por 60 familias de artesanos indígenas, se encarga de dar vida a todas estas creaciones.

Artesanos se vuelven microempresarios
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“Sólo mil 500 pesos”, contestó Florencio cuando se le preguntó por un tapete de 60 por un metro de largo, que —de acuerdo con el artesano— es confeccionado en una semana y media, “pero todo es hecho a mano”, afirmó para aminorar la sorpresa de sus posibles compradores.

Pese a que los curiosos no se animaron a llevarse el producto, el artesano les entregó una tarjeta con el nombre de la marca “El arte zapoteco”, invitándolos a que en su próxima visita a su tierra, se asomen al taller para que conozcan en carne propia, el trabajo que encierra cada una de sus artesanías.

arq

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