Segunda parte

El domingo pasado hablábamos sobre si es posible separar al artista de su arte, todo esto a razón del trabajo de artistas que han creado a partir del sufrimiento del prójimo y son reconocidos a pesar de ese sufrimiento; algunos de ustedes, queridos lectores, dieron su opinión en contra de separar el trabajo del artista.

Cerraba entonces el texto con algunas preguntas: ¿Será que algunos artistas crean precisamente desde su naturaleza? Si no tuvieran este tipo de comportamientos, ¿serían igualmente talentosos? Es acaso un tipo de inspiración las conductas violentas, ¿acaso el trastorno narcisista tiene relación con la creatividad?

Tomando la primera pregunta, hablemos del origen de la creatividad artística del ser humano. El universo de nuestro cerebro permite cosas maravillosas. Entre ellas, las experiencias estéticas: crear, conmoverse con el arte, dejarse transportar por un libro. Pero, ¿cómo son estos procesos a nivel neurológico? El cerebro está formado por el sistema nervioso, este se divide en sistema nervioso central y periférico. El sistema nervioso central se fracciona a su vez en encéfalo (que es lo que conocemos como cerebro) y la médula espinal. El encéfalo está conformado por un conjunto de órganos que forman el telencéfalo y es aquí donde reside el misterio de la creatividad humana. El telencéfalo se divide en dos mitades, llamadas hemisferios, conectados por la parte central mediante un haz de fibras nerviosas (el cuerpo calloso) que permite que se comuniquen entre sí. Aunque ambas mitades puedan parecer idénticas, como una imagen y su reflejo, muchos científicos creen que tienen funciones diferentes: el hemisferio izquierdo que se encarga del razonamiento lógico, expresión oral, es simbólico y lineal. El hemisferio derecho visualiza, crea y expresa sentimientos que son previamente interpretados por el sistema límbico. En este sistema residen los tres responsables de nuestra personalidad e instinto: el hipotálamo, el hipocampo y la amígdala. La mayoría de los trastornos neurales, se deben a una irregularidad en las funciones de estos tres órganos.

Existen estudios que revelan que las disfunciones del sistema nervioso límbico tienen un efecto en el ente creativo de los seres humanos. Tal es el caso de Dostoyevski. En las obras La Patrona, Humillados y Ofendidos, El Idiota, Los Demonios, Diario de un Escritor y Los Hermanos Karamazov se halla contenida la patografía de Dostoyevski sobre su epilepsia. Otro trastorno que pareciera ser el común denominador no sólo en artistas, sino en deportistas, políticos, o líderes sociales que se destacan, es el trastorno narcisista.

El trastorno de personalidad narcisista se caracteriza por un patrón general de grandiosidad (grandeza), necesidad de adulación y falta de empatía. Algunos pacientes con este trastorno tienen dones o talentos especiales y se acostumbran a asociar su autoimagen y el sentido de sí mismos con la admiración y la estima de los demás. Esto último pareciera estar ligado a la personalidad de algunos artistas. Entonces, ¿puede que exista un daño en el sistema límbico que desemboque en un trastorno y que éste mismo sea responsable de nuestra personalidad creativa? Desde luego, un grupo de investigadores de la Friedrich-Schiller-University Jena en Alemania realizaron un estudio en el que los participantes fueron seis hombres con trastorno narcisista de la personalidad debidamente diagnosticados por un psiquiatra. A todos ellos se les realizó una resonancia magnética y se tomaron imágenes con tensor de difusión. Los resultados se compararon con un grupo de varones sin trastornos mentales igualados en edad. Los resultados, publicados en Psychiatry Research: Neuroimaging (2014), mostraron que, en comparación con los hombres sanos, los pacientes con trastorno narcisista de la personalidad mostraban déficit en la sustancia gris de dos áreas cerebrales: la corteza prefrontal derecha y la zona prefrontal medial bilateral o corteza cingulada anterior. Además de estas diferencias estructurales, también hallaron alteraciones en la conectividad del lóbulo frontal derecho. Recordemos que el hemisferio derecho del encéfalo está asociado con características sensitivas, elabora e interpreta sentimientos, así que si existe algún daño afectará directamente en el reconocimiento emocional de sensaciones tales como la empatía, como ocurre en el trastorno antisocial, el daño límbico nos da como resultado un ser que no demuestra discernimiento entre “el bien y el mal” e ignora los derechos y sentimientos de los demás, no siente culpa ni remordimiento por su conducta. También tenemos el caso del trastorno límite de personalidad en el que las emociones y sentimientos se perciben en una escala exagerada y en el que la idea del suicidio es constante.

Debemos tener en cuenta entonces que las características de cada trastorno, no limitan la personalidad creativa del individuo, de hecho, ahí reside.

Así que si nos preguntamos nuevamente si es posible separar el arte del artista, triunfos de líderes y deportistas, decisiones de políticos y figuras de poder. Todos ellos realizados a pesar del dolor de terceros, la respuesta pareciera ser que no. Después de analizar brevemente sobre la neurobiología de la creación y percepción del mundo, el daño causado por golpes o genética en el telencéfalo, son factores determinantes en la personalidad del creador.

¿Qué es exactamente lo que pasa en la mente del artista a la hora de crear? Actualmente existe un área en neurociencia que se encarga de investigar qué ocurre en el cerebro de una persona determinada cuando se encuentra ante el proceso de creatividad o en el momento de percepción y recepción de una obra de arte: la neuroestética. Las áreas que tuvieron mayor respuesta fueron el córtex orbital y córtex motor que se encuentran en la corteza prefrontal del cerebro. Esta corteza tiene como función la interpretación y la toma de decisiones a partir de un estímulo externo. Esto resulta interesante porque quiere decir que el artista es motivado por el ambiente a crear; si este resulta hostil, la interpretación desde el sistema límbico lesionado genera individuos con un talento notable, pero carentes de compasión.

Amar a los pecadores (Segunda parte)
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Ayari Velázquez es una escritora nacida en Tampico, que actualmente radica en Querétaro.

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