La Fundación DRT publicó el libro Trayecto, una obra que detalla en imágenes la vida y obra del bailarín, pintor y músico Benjamín Hierro, quien luego de una larga estancia en Venezuela marcó su regresó a México en 2010.

Hierro proviene de una familia de artistas, su madre se dedicó al piano y al baile y su abuelo materno, Alfonso Ortiz Tirado, fue médico de cabecera de Frida Kahlo y Agustín Lara, a la par que desarrolló una importante carrera como tenor.

Benjamín Hierro nació en la Ciudad de México, tomó clases de danza, música y pintura desde sus primeros años de vida. Estudió la carrera de Diseño Grafico en la Universidad Autónoma de Metropolitana (UAM), y posteriormente estudió danza contemporánea y ballet en la London School of Contemporary Dance de Londres, además de desarrollarse como músico percusionista.

Se casó con la bailarina venezolana Luz Urdaneta, y se trasladó a Caracas en donde formó parte de la compañía de Danzahoy, paralelamente su trabajo como pintor y escultor continuó evolucionando en aquel país.

En 2010, emprendió su regresó a México, siendo Querétaro pieza clave para su estancia. En 2012 presentó en el Centro Cultural Manuel Gómez Morín la obra Fragmentos de color, y ahora con la publicación de Trayecto se destaca su aportación en el arte.

Aparte de las múltiples exhibiciones que ha realizado en México y Venezuela, la obra de Benjamín Hierro se ha presentado en diversos lugares del mundo, algunos de ellos son Estados Unidos, Uruguay, Inglaterra, Israel, Panamá, Guatemala y España, así como otros estados de la república mexicana.

Para los comentarios de esta obra impresa se contó con la presencia de la arquitecta Margarita Magdaleno y María de los Ángeles Martínez García de Quevedo, curadora editorial de Trayecto, y Araceli Ardón directora de Fundación DRT.

García de Quevedo remarca la importancia que tiene el color en la obra de Hierro, “es un pintor controvertido porque le importa es hacerse notar en el color porque el color es una festividad tormentosa”, y añade que su pintura es influenciada por la propia danza, “más que pintar manchas sobre el lienzo de forma libre y autónoma, cada pintura es un llamado a la escena”.

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