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El dramaturgo Fernando de Ita tiene un hijo callejero y no es una metáfora poética.

El más chico de los hijos del crítico teatral se ganó la vida durante un año en las calles de Ensenada, en Baja California, tocando su guitarra e interpretando sus canciones.

Contó su experiencia en el espectáculo musical Callejero, canciones para salvar el alma, que se presentó en Querétaro y recorrerá otras plazas del país.

Callejero es un espectáculo unipersonal, mitad musical y mitad monólogo, y de entrada sorprende al espectador, primero por lo joven del protagonista, por lo bien que canta y por el dominio que tiene frente al público. El show se compone de 10 canciones y una cantidad similar de textos.

Luego de confirmar que Fernando es hijo del dramaturgo y crítico de teatro, Fernando de Ita, se comprende que tanto talento no es de gratis.

Fernando de Ita hijo pateó la calle, conoció el hambre, la tristeza en la mirada de un adicto a las drogas, pero también la bondad de los mexicanos. Tenía 18 años y era un prospecto para ser un “Nini”.

“Siempre, en el peor de los momentos, sucedía algo que me sacaba del problema, alguien ponía dinero en mi bote o me pagaba por cantar una canción”, contó el actor y cantante en entrevista.

“Después de un momento fuerte en mi vida decidí, antes de entrar a la universidad, irme a tocar a la calle”, dijo.

“En un principio fue por necesidad artística, pero luego las cosas se pudieron más fuertes y fue por necesidad económica, y se juntaron en un punto”.

Durante la obra, el artista alterna la guitarra con el recital y afirma: “En la calle aprendí que cuando los tiempos son más confusos es necesario que de un callejón surja el canto de un poeta enamorado”. Licencias poéticas frente a lo que el llamó “la perra calle”.

La experiencia de calle duró un año sólo en Ensenada y fue suficiente para encontrar lo que buscaba. “Un algo, un abrecabezas, un algo que me diera un tantito de esperanza”, informó.

En Ensenada, en la calle, un día cantó durante una jornada de ocho horas y con 20 pesos en la bolsa, otro día cantó por dos horas y con 500 pesos en la bolsa. Variaba, según el día, la hora y la suerte.

En la obra, su único compañero en escena es un maniquí, que viste una túnica, un sombrero no tan viejo y un bote como de pintura para pintar casas, con una máscara de luchador.

El actor asegura que todo eso lo usó en la calle para sobrevivir; sin embargo, el reportero duda al ver la camisola no tan usada, el sombrero no tan maltratado y ese bote con la máscara del Místico casi nueva.

Duda al ver al muchacho sin las marcas del sol en el rostro, con esos zapatos bonitos casi nuevos, y el cuerpo delgado de adolescente que come tres veces al día. El callejero, por más que actúe, no parece callejero.

Eso sí, verdad o mentira, Fernando de Ita no vuelve a la calle. “Pasé por la catarsis y obtuve lo que tenía que hacer”, concluyó.

Callejero se estrenó el 5 de diciembre de 2014 en Pachuca, Hidalgo, y se presentará en Ciudad de México, en Tijuana y en Ensenada.

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