El 11 de septiembre del 2001 Gastón García Marinozzi iba llegando a su universidad, allá en Argentina, cuando dos aviones se impactaron en las Torres Gemelas de Nueva York, ese día, dice el escritor argentino, el mundo cambió para siempre.

De los recuerdos de aquel 11 de septiembre del 2001 nació Viaje al fin de la memoria, novela de la cual García Marinozzi hablará en el primer día del Hay Festival Querétaro 2016, el jueves 1 de septiembre, a las 17:00 horas, en el Cineteatro Rosalío Solano.

Entrevista con EL UNIVERSAL Querétaro, el escritor  y periodista originario de Argentina, pero radicado desde hace ocho años en México, platicó de la génesis de Viaje al fin de la memoria (Editorial Tusquets).

¿Qué es Viaje al fin de la memoria?

—Es mi novela y cuenta la historia de un joven periodista mexicano, nacido en los años 70’s de Argentina, vive en la Ciudad de México, y todo transcurre el 11 de septiembre del 2001, el día  que caen las Torres Gemelas en Nueva York. Ese periodista que vive y trabaja en la Ciudad de México  tiene que  ir a cubrir la noticia a Nueva York y como esos días,  recordaran, no hay aviones, se tiene que ir en coche. La novela son los tres días que demora en ir desde la Ciudad de México a Nueva York manejando por las carreteras y, a la par que va haciendo ese viaje terrenal, va haciendo un viaje introspectivo hacia su infancia, que transcurrió en la dictadura argentina y el exilio a México. En esos tres días el protagonista cambia y toma otro sentido.

¿Ese 11 de septiembre, en dónde estaba?

—Yo vivía en Córdoba, Argentina,  estaba llegando a la universidad y recuerdo muy bien que estaban los televisores prendidos y vimos el segundo avión, en directo, estrellarse; el primero era como la noticia extraña: que un avión chocara contra un edificio, pero el segundo dejaba en evidencia que era algo mucho más dramático, más fuerte, que podía ser un ataque, un atentado. Recuerdo muy bien ese día y todo lo que ha pasado luego del 11 de septiembre, desde mi punto de vista, el mundo cambió para siempre. Tengo 40 años, yo pertenezco a una generación que le toca el 11 de septiembre como el cambio histórico más importante, hasta ese momento a nosotros no nos había tocado vivir las guerras ni los conflictos armados, revoluciones, nada de esto,  pero nosotros nos tocó, aunque vivamos en otros países, tan cerca o tan lejos, el 11 de septiembre y eso nos marcó.

¿El periodismo lo llevó a esta novela?

—No sé si decirlo así, yo creo que necesitaba un personaje que pudiera hacer este viaje, a mí me interesaba ubicarlo en este momento y un personaje que podía justificar un viaje en ese día, y tan  urgente, creo que sólo era un periodista, otra profesión no tenía,  y sí puedo decir que conozco un poco el ADN del periodista y eso, en algunos momentos, sí le pude poner a otros personajes que son periodistas también, pero ¿mi paso por el periodismo me llevo a escribir la novela? No. Tomé algunas cuestiones de eso, como todo, los novelistas tratamos de tomar de la vida y de los que hacen nuestra propia vida elementos para novelar.

¿Cuál era el interés al mezclar en el personaje dos nacionalidades?

—Aunque sea argentino y mexicano, quería hablar de una particularidad que a mí me interesa mucho: transculturalidad. Creo que este mundo es movido en gran parte por los migrantes, entonces creo que los migrantes toman un protagonismo importantísimo, hay distintas maneras de migrar, muchas de esas maneras son realmente trágicas, vemos en las noticias todo el tiempo los refugiados, los migrantes que intentan atravesar México para llegar a Estados Unidos, los propios mexicanos intentando cruzar la frontera, son historias realmente muy duras, pero creo que responden a esa vocación  del ser  humano por intentar vivir mejor.

¿Es una novela para olvidar o para recordar?

—Quisiera yo, quisiera, uno nunca puede saber para qué son las novelas, quisiera que fuera para pensar si podemos vivir con tanta memoria encima, si vale la pena olvidar algunas cosas, de qué se trata  el viaje que hacemos constantemente, ese viaje de la vida, si viajamos con la mochila cargada de pasado, o podemos alivianarla un poco, no tengo respuestas, intentando responder eso escribí toda una novela pero no llegué a ninguna conclusión. Creo que el lector puede reflexionar conmigo, me interesan las novelas que hacen preguntas, no las quedan respuestas y espero yo haber colaborado en ese sentido.

¿Y qué pregunta es la que le dejo al final?

—¿Con qué cosas valen la pena cargar en este viaje?  La vida es larga y es un viaje constante, entonces me pregunto: ¿con cuánto equipaje tenemos que viajar?

¿Qué autores argentinos contempló para su novela?

—Ninguno en particular, hay todo un bagaje de lectura que no puedo evitar, no puedo decir que alguno de esos escritores esté en la novela, ya quisiera yo, sería un sueño, imposible además,  si algo me fascina a mí es leer a Borges, Pligia por supuesto, que tienen dos acercamientos a la memoria muy interesantes, a partir de esas lecturas hechas hace muchos años, por supuesto, creo que está en mis ganas de escribir, no sé si en el resultado, sin duda cuando me siento a escribir ya tenía la cabeza amueblada con esas lecturas.

También para el Hay Festival, vienen otros escritores argentinos, Martín Caparrós, Eduardo Sacheri.

—Así es, dos grandes escritores. Caparrós me parece el mejor periodista y cronista de la lengua, está en un nivel que nadie se le acerca. Caparrós nos enseñó a jugar con los géneros, nos enseñó a escribir de una manera muy comprometida, muy rigurosa, pero muy libre a la vez, ese es un regalo que Caparrós le ha hecho a todos los escritores que venimos persiguiéndolo, sin ninguna esperanza de alcanzarlo, pero ahí lo seguimos.  Y Sacheri es un gran escritor que sabe perfectamente contar historias, absolutamente humanas, sabe llegar a la gente, es una persona encantadora, está muy bien representado el país, con ellos dos.

¿A qué se debe el éxito del Hay Festival?

—A que es un festival que  sabe ser cercano  a la gente, es un festival  inteligentemente planeado y pensado y es un festival que permite  un acercamiento diferente a todos los demás, en muchos casos se aleja de la solemnidad, cosa que se agradece; y por su puesto la cartelera, creo que tiene un programa envidiable y eso hace que la gente lo sepa apreciar tanto.

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