En un casting de Los Ángeles, cuenta el cineasta José Pepe Bojórquez, una aspirante a actriz mexicana fue engañada. Como ella, muchas mujeres que buscan el sueño de Hollywood buscan convertirse en estrellas a cualquier costo y sufren sus consecuencias.

“Tengo muchas amigas que han ido a castings falsos, algunos donde ni siquiera les hacen pruebas y se trata de otro tipo de negocios, pero hay hasta maltrato y abuso para muchas de estas mujeres que en busca de un futuro mejor, de un sueño actoral”, comenta a EL UNIVERSAL.

Su última película, Luna Escondida (Hidden Moon), protagonizada por Wes Bentley, lleva en su argumento dicha premisa. Miranda Ríos (Ana Serradilla), acude a una prueba para hacer una película; lo gana pero no se trata de una actuación en alguna producción, sino de un “engaño”. Tiene que presentarse al funeral de un adinerado y llorar ante el féretro con la presencia de los dolientes.

La protagonista, Ana Serradilla, no ha pasado por este tipo de situaciones, pero comenta que conoce varias “amigas” que son engañadas. “Respeto a quien busca convertirse en actriz en Hollywood, no es mi caso porque me muevo por la curiosidad de los proyectos, ya sea en México, Chile, Dinamarca o México. Sé que es complicado porque muchas sacrifican todo por estar allá y a veces trabajan en mil empleos para poderse financiar, muchas veces lo logran y tenemos varios ejemplos, pero conozco varias que regresan porque es muy difícil encontrar un papel en EU que te satisfaga”.

Alejandra Ambrosi, quien caracteriza a Camila en la cinta, vivió en Nueva York cinco años, en busca de convertirse en actriz de películas estadounidenses; lo logró al filmar Eavesdrop, filme independiente de bajo presupuesto, que no trascendió.

“Trabajé de mesera y muchas cosas más, porque nada más no llegan las oportunidades. Vas a un casting al que van 300 aspirantes y pues no doy el tono latino o mexicano que buscan allá. Yo no tuve problemas cuando estuve allá, sólo que fueron días muy difíciles, pero muchas compañeras que conocí estando de mesera o empleada comercial: iban igual que yo y se quedaron para siempre detrás de un mostrador”, relata.

En el largometraje, Camila retorna a México a atender a su padre enfermo, pero en Guanajuato, de donde es originaria, su fama como actriz ha trascendido, una mentira que después no puede sostener frente a la realidad.

“A mí me pasó”, añade Ambrosi. “Cuando hice esta película le hablé a todos mis amigos en México para decirles que iba a hacer una película; te emocionas mucho y después de tanto machetear no puedes guardarlo y quieres que sepan que lo hiciste, pero en realidad no pasó nada con esa película y medio año después me regresé a México, donde rápido me quedé en dos castings. Al final de cuentas valió la pena el aprendizaje y la experiencia”, comenta la actriz.

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