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Es curioso que un instrumento como la aguja, que puede herir y hacer sangrar, logre unir dos piezas de tela y sirva también para bordar de colores un lienzo blanco, un espacio negro. El arte textil es una herramienta que Gimena Romero aprendió para unir trazos y para contar su propia historia. Y borda sobre fotografías familiares y fotografías de guerra, un tema que le atañe de forma íntima y dolorosa.
“Empecé a bordar por la guerra, no por la mía, sino por la de mis abuelos, para mí el bordado es un lenguaje, creo que en estos días dejar de lado las herramientas para expresarse en un crimen fatal, hay mucho por decir”, dijo la artista textil al inaugurar la pequeña exposición que presentó en el marco del Festival de las Mujeres 2017 y la cual sólo estará en exhibición hasta hoy, 19 de marzo, en el Centro Educativo y Cultural Manuel Gómez Morín.
La familia del padre de Gimena llegó a México huyendo de la guerra civil española y la familia de su mamá llegó a territorio mexicano alejándose de la guerra civil salvadoreña. En un viaje fuera del país, su primer viaje, se llevó la lata de hilos de la abuela paterna, sin siquiera haber utilizado una aguja.
“Y estando allá me ofrecieron quedarme y fue la primera vez que salía de viaje y me enfrenté a toda esa historia familiar que era muy fuerte a nivel personal y nivel histórico, así empecé a bordar. Claro, primero empecé a zurcir mis calcetines porque no tenía un centavo y hacía mucho frío y comencé así de aguja va y aguja viene y de ahí me seguí”.
Estudió grabado en La Esmeralda y después viajó a París, además de especializarse en bordado con hilos de oro, en un convento al que llegó diciendo: “No soy de ninguna religión, pero quiero aprender a bordar”. Y las monjas la aceptaron.
“Empecé a trabajar sola y me fui a París a estudiar bordado de alta costura y después me interné en un convento en Sevilla, en el convento del Cristo del Buen Fin, para aprender a bordar con hilos de oro”.
Para la joven artista el bordado es el medio ideal para comunicarse y es también una redención. “Sobre todo con esto de que a las mujeres nos falta voz, que no nos falten manos, creo que un gran modo de traer y darle un gran lugar a toda esta sabiduría, complejidad, intimidad que existe en la feminidad de todos los seres humanos, más allá del género, más allá de la preferencia sexual. Para mí el bordado es un perdón, es un modo de pedirle un favor a la vida, me parece que es curioso cómo la aguja, al ser un instrumento punzo cortante que atraviesa y hace que sangres, en el ejercicio une y al unir, al remendar estamos haciendo un nuevo plano y ese nuevo plano es una invitación a hacer algo nuevo, lo que nosotros queramos, eso para mí es redención”, agregó.
Gimena Romero también presentó en el Festival de las Mujeres 2017 su libro Caminando a Tenango, en donde los bordados y el color son los protagonistas.