Creció en una familia de pintores y escultores, hablar de arte, dibujo y óleo, para Gricelda Barrientos es natural.  Desde muy niña comenzó su pasión por la pintura y aunque no tenía contemplado el papel de maestra en su vida, desde hace 25 años comparte su experiencia con niños, jóvenes y adultos.

Es originaria de la Ciudad de México, vivió en Chiapas y Cancún antes de llegar a Querétaro, en donde lleva radicando 16 años.  En el Centro de Arte y Cultura que dirige Beatriz Lomelín, tiene 11 años impartiendo el taller de Dibujo y pintura, varias técnicas (lápiz, sanguina, acuarela, pastel, acrílico y  óleo),  a niños desde los ocho años de edad, jóvenes y adultos a quien les dedica una entrega total, “me gusta dedicarles su tiempo, ser una guía, acompañarlos en este mundo de la pintura que es lo más bello”, platicó a EL UNIVERSAL Querétaro.

¿Cuántos años dedicados a la pintura?

—35 años dedicada a la pintura, desde niña fue mi pasión, porque vengo de una familia de pintores y escultores. Mi papá, Carlos Barrientos, se dedicó a la  escultura mucho tiempo, y crecí en  ese ambiente de escultores y pintores, amigos de mi papá,  de ahí viene el caminito a la pintura, desde niña.

¿Qué significa la pintura para usted?

—La pintura es parte de mi vida,  una de las cosas más importantes que me pudo haber sucedido,  doy gracias a Dios de haber tenido una familia hermosa, pero  al mismo tiempo he ido con la pintura de  la mano, y eso me ha llenado de tal manera que me permite cuidar  a mi familia, para mí son muy importantes mis hijos, y dedicarme a ella, a la pintura. Desde muy jovencita se me dieron exposiciones y contacto con pintores, y  sí, la pintura es parte muy importante en mi vida.

¿Su papel de maestra qué le ha dejado?

—Estuve tomando todas las clases que pude, pinté, expuse y en algún momento cuando llegué a Cancún me solicitaron dar clases, en ese momento decidí compartir lo poco o lo mucho que sabía,  y a partir de ahí, hace 25 años, comparto mi experiencia. Fui creando un programa en donde yo sentí que podía ayudar, apoyar a las personas que querían iniciarse, ahí surgió todo, yo no tenía ni idea que  iba a ser que era maestra, pintora sí, lo traía ya en el corazón.

En el caso de los niños, ¿qué beneficio les  trae aprender a pintar?

—Primero que nada veo niños felices, emocionados de poder plasmar y de poder construir sus sueños o vivencias. Lo que a mí me corresponde en ese momento es dejarlos que saquen ese mundo interior, porque ahí si yo no los guío, yo los guío en las técnicas, los aliento a que se desenvuelvan en este mundo tan bello de la pintura, que les puede ayudar en muchas cosas en tu vida futura. Esa emoción de poder terminar la tarea o salir de la escuela y poder dibujar, poder pintar, eso yo lo tengo de vivencia desde niña, si soy feliz es gracias a la pintura.

¿A todas las personas se les da la habilidad de pintar?

—Yo siento que sí. Cuando alguien tiene la cosquillita o el deseo de pintar y dicen: creo que podría… Pero le dudan mucho, vale la pena intentarlo. Primero podría ser como una especie de terapia, de encuentro de conocimiento.  Posiblemente en el camino se desesperen  y digan: no se me da. Hay personas a quien se le da con mayor facilidad y a quienes les cuesta más trabajo, pero es válido para todas las personas, todos pueden recrear una mancha, poner una experiencia o simplemente tomar el dibujo como un encuentro contigo mismo, es un espacio contigo y el dibujo.

¿Y no hay edad?

—No. Tengo una hermosa señora de 86 años que viene aquí. Los niños empiezan desde los dos años con sus garabatos y se puede ver a niños y jóvenes dibujando, temidísimos en el papel, eso es una posibilidad para sacarlos del mundo del Internet que están tan bombardeado ahorita, y les sirve para encontrarse con ellos mismos.

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