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Cuando el copal se enciende y el sonido del caracol se mezcla con la mandolina y el huehuetl (tambor vertical), los concheros bailan para la Santa Cruz de los Milagros, fiesta que conjuga la tradición prehispánica y la costumbre católica.
Atilano Aguilar, primer capitán general cacique reconocido por el ayuntamiento de Querétaro, organizó la primera danza de concheros para la Santa Cruz en 1872.
A 140 años de haber iniciado esta tradición, su tataranieto Margarito Aguilar mantiene vivo el legado enseñando a niños y jóvenes la danza y las alabanzas de los concheros, como a él le enseñaron sus antepasados.
“Es muy importante enseñarles, porque los niños al rato van a ser jóvenes y ojalá lleven la devoción, la fe, nuestra tradición para el mañana. Nosotros enseñamos, inculcamos para que esto nunca se pierda”.
Don Margarito es capitán general de la “Mesa Central Chichimeca de Nuestra Santísima Madre de la Cruz de Santiago de Querétaro”, en su cuartel, ubicado en la calle Doctor Lucio del barrio de San Francisquito, se encuentra resguardado el bastón de mando de la "Santa Obligación", que lo reconoce como descendiente de Atilano.
Ese bastón, según lo marca la costumbre, será entregado a sus hijos. “Yo tengo un heredero, mi capitán segundo Andrés Aguilar Sánchez y el tercero José Luis Aguilar Sánchez, que están capacitados para que en el momento que yo llegue a faltar no haya ningún problema, la tradición seguirá con mis herederos”.
Este año, Margarito recibirá en su cuartel general a un grupo de danzantes de Nueva York, les enseñará las alabanzas, bailes y ritos de los concheros, “para que ellos en Estados Unidos difundan nuestras danzas”.
La invitación de estos danzantes descendientes de mexicanos surgió porque en julio, don Margarito fue a Nueva York a promover la tradicional danza de los concheros. “Hicimos varios trabajos, varios ensayos y quedaron muy agradecidos de seguir nuestras costumbres y ahora van a venir ellos”.
La llegada de los danzantes de Nueva York a Querétaro fue el miércoles pasado, día en que inicia esta celebración con una velación. Los 120 danzantes que forman parte de la “Mesa Central Chichimeca de Nuestra Santísima Madre de la Cruz de Santiago de Querétaro” se reúnen a las 20:00 horas en el cuartel general, con su capitán Margarito Aguilar.
A la velación también acuden autoridades eclesiásticas y gubernamentales del estado. “Y las puertas se abren a todo el que quiera ir”, asegura don Margarito.
La velación finaliza a las cinco de la mañana del 13 de septiembre. Ese día, a las 10:00 horas, toda la mesa reúne las ofrendas prometidas a la Santa Cruz y las lleva al templo.
A las 16:00 horas, las 20 danzas de concheros registrados en el templo de la Santa Cruz, junto con los grupos de danzantes provenientes de otros municipios de Querétaro y otros estados del país, se dan cita en la avenida Zaragoza, en el último arco que forma el Acueducto, para iniciar el desfile que los llevará a danzar por las primeras cuadras del barrio de La Cruz, hasta llegar al atrio del templo construido en el llamado Cerro de Sangremal, donde fue la batalla de conquista entre los indígenas de la región y los españoles.
La leyenda de la conquista cuenta que en medio del combate apareció el señor Santiago y detrás de él, una cruz resplandeciente. Los indígenas, al ver la cruz, dejaron de pelear y comenzaron a rendirle culto, de la misma forma en que adoraban a sus deidades, con baile y música. La imagen del señor Santiago y la cruz quedaron registradas en el escudo de la ciudad de Querétaro.
El 14 de septiembre es la exaltación a la Santa Cruz de los Milagros, este día los concheros bailan por la mañana y la tarde. El día 15 de septiembre se lleva a cabo por la mañana una misa en donde los danzantes dan gracias a la Santa Cruz y se despiden, “con la esperanza de volver al siguiente año”, comenta el capital general Margarito Aguilar.
Vestimenta azteca
El nombre de concheros se les atribuye por los instrumentos que usaban para armonizar sus danzas, concha marina y el caparazón del armadillo para formar sus guitarras.
Las agrupaciones de danzantes se denominan “mesas” y están presididas por un capitán general, un puesto que se adquiere por herencia.
En “1950, prácticamente sólo había dos danzas, nosotros y otro grupo, luego fueron creciendo los hijos de los capitanes y ellos han heredado la tradición”, relata don Margarito.
Actualmente, en Querétaro se tiene un conteo de 40 grupos de danza, de los cuales solamente 20 se encuentran registrados en el templo de la Cruz. Las principales danzas provienen de descendientes de los Aguilar, los Rodríguez y los Sánchez, cuyos antecesores participaron en crear esta rica tradición.
Su colorida vestimenta, diseñada con motivos prehispánicos, incluye penachos de largas y brillantes plumas multicolores, algunos portan pieles y cabezas de animales. El escudo, las sonajas, los huesos de fraile, que son colocados en forma de brazalete en tobillos y muñecas, también son parte de su indumentaria.
Hace 70 años, los danzantes usaban el traje Chichimeca, conformado por la nahuilla, un pectoral, huaraches, y en lugar del tradicional penacho, portaban “chilillos”, corona adornada con espejos y plumas de gallina decoradas al gusto.
Ahora los concheros usan el traje azteca, por su colorido, aunque cada danzante manda a hacer su traje según sus posibilidades económicas.
“El atuendo chichimeca es muy humilde, muy sencillo, yo me he preocupado porque la danza luzca, se vea bien, por eso usamos el azteca, el traje chichimeca es el original, pero ya se usa muy poco”, dice Aguilar.
En la fiesta de la Santa Cruz no sólo participan danzantes. Andrés Hernández lleva 27 años haciendo el adorno frontal que se coloca en la entrada del templo de la Santa Cruz. Desde el pasado domingo, cinco personas del pueblo de Iztacalco, Distrito Federal, incluido don Andrés, comenzaron a trabajar en el decorado que medirá 35 metros cuadrados y tendrá flores artificiales, así como juguetes de madera.
Este trabajo lo vienen realizando desde hace 45 años por los milagros que la Santa Cruz les ha hecho a los creyentes de Iztacalco, relata don Andrés Hernández, “yo en especial tuve un milagro, hace siete años que me renové a la vida, porque ya los médicos me habían desahuciado y en agradecimiento a la Santísima Cruz sigo trabajando”.