Al igual que la escritora inglesa Virginia Woolf, quien en 1927 reflexionaba en un ensayo sobre la necesidad de un cuarto propio e independencia económica para escribir, Viviana Rivero, Lucía Lijtmaer y María Hesse coinciden en que en el siglo XXI, además de todo eso, las mujeres necesitan generar narrativas alternas en el campo simbólico, para reivindicar su papel dentro de la historia.

Desde distintos hemisferios y disciplinas artísticas, las creadoras compartieron su visión con EL UNIVERSAL Querétaro acerca de la representación simbólica de las mujeres y su situación actual en la sociedad, a propósito del movimiento #MeToo gestado en 2017, el cual se hizo viral a través de las redes sociales, haciendo visible casos de acoso y violencia sexual en todo el mundo.

Las mujeres en la historia

Arte y periodismo con perspectiva de género
Arte y periodismo con perspectiva de género

Viviana Rivero recuerda aquellas madrugadas en las que escuchaba a su padre taquimecanografiar una nueva novela, sin saber que décadas después, ella haría lo mismo.

Aunque eligió el Derecho como profesión, sólo ejercería la abogacía durante 10 años, dejándola finalmente cuando su primera novela “Secreto bien guardado” (2010), se convirtió en un best seller.

“La vocación nos persigue y nos atrapa en algún momento de nuestras vidas”, asegura Rivero, quien a partir de este libro ha dado vida a otras novelas históricas, en las que sus personajes centrales son mujeres.

En su publicación más reciente, “La música del destino” —una novela situada en París de 1920—, se retrata la historia de 20 mujeres que emprendieron una gira hacia América, para dar a conocer su arte dentro de la danza y el teatro.

“Estaba en una biblioteca antigua de Buenos Aires, cuando me percaté de la presencia de unos libros arrumbados y medio derruidos por el tiempo, donde se hablaba de la historia de 20 mujeres que habían revolucionado el teatro, porque hasta ese momento no teníamos en América teatro liviano, en el que actrices como ellas, cantaran y bailaran muy bien, mientras mostraban las piernas; entre ellas se encontraba Mistinguett, una mujer muy famosa que dicen, tenía aseguradas sus piernas en un millón de dólares”, platica sobre su novela, la cual publicó tras seis meses de investigación y cerca de un año de escritura.

Durante su proceso creativo viajó a París, España y Marruecos, donde indagó más acerca de estas mujeres, buscando mantenerse fiel a las actitudes y perspectivas culturales de sus personajes.

“Siempre es muy interesante, incluso atractivo recuperar la historia de las mujeres pioneras. En 1920, tal vez de 100 mujeres, 98 vivían una vida normal. Siempre hubo una primera mujer que entró a operar en un quirófano, la primera que dictó una sentencia en un tribunal, la primera que enseñó en un aula cuando la educación estaba en manos de hombres… esas son las historias que me interesan. Además, estas narrativas nos permiten ver otras posibilidades de ser mujer, y ver cuánto hemos logrado y cuánto falta por hacer”, dice.

Periodismo y feminismo pop

¿Por qué hay menos mujeres en la programación de los festivales musicales?, se cuestiona Lucía Lijtmaer, periodista radicada en España, quien es conocida por su crítica mordaz a la cultura pop en las páginas de El País, El Diario y Carne Cruda, y en libros como “Yo también soy una chica lista” (2017), un ensayo en el que revela los mecanismos con los que se reproducen los estereotipos y prejuicios de género dentro de la cultura pop.

“Las mujeres estamos en los medios de comunicación de manera activa; somos muchas, y aun así nunca alcanzamos puestos de responsabilidad más allá de ser jefas de redacción. En Europa, solo el 3% de las mujeres que trabajan en este rubro ocupan puestos directivos; y 6% en medios de prensa digital. Es decir, el control del dinero y del poder es masculino”, manifiesta Lijtmaer, y agrega que otro de los problemas en los medios es el tratamiento que se le da a los hechos y a la información que interesa a las mujeres, como el feminismo.

“Desde mi punto de vista, estos temas se siguen tratando como un nicho, como una cosa separada: ‘vamos a hacer una columna sobre feminismo, o vamos a hacer una sección de feminismo’, dicen los redactores, y no se trata de eso, el feminismo tiene que ser transversal a la información y a la ordenación de la información. No tenemos que hablar teóricamente de esto, se trata de que cuando una mujer es asesinada por su marido, en el encabezado se diga que ha sido asesinada, y no: Una mujer cae por un balcón. Además, se debe dar seguimiento al caso, para saber qué sucede con el acusado cuando pasa a disposición judicial y cuántos años de prisión le caen a esa persona, porque generalmente los feminicidios son tratados como si fueran una pequeña explosión en la nada. Lo que necesitamos es que la gente sepa que esas acciones tienen consecuencias”, asegura.

En cuando a la cultura pop, la periodista afirma que se encuentra interesada en la manera en que lo mainstream —tendencia mayoritaria—, modela el comportamiento a partir de sus discursos, y su reproduccion al plano material.

“El capitalismo fagocita todo; el feminismo no puede ser una marca, tenemos que ir más allá”, expresa refiriéndose al término ‘Feminismo pop’, algo que aunque observa alarmante, afirma que puede aprovecharse para difundir la filosofía política del movimiento entre las generaciones más jóvenes y en aquellas otras que desconocen todavía sus ideas centrales.

“El feminismo pop es un dispositivo de ampliación. Yo puedo decir que llegué al feminismo gracias a Madonna; claro, no es una intelectual feminista como Camille Paglia, pero a mí me sirvió a los nueve años para decir ‘aquí hay un ícono que me interesa, porque habla sobre la bisexualidad y el empoderamiento’”, recuerda.

Arte feminista

Arte y periodismo con perspectiva de género
Arte y periodismo con perspectiva de género

“Pertenecemos a una cultura androcentrista en la que el hombre se considera universal, por lo que todo lo que estamos acostumbradas a leer o ver, ha sido hecho por ellos” dice la artista española, María Hesse, quien ha elegido la ilustración como trinchera para promover su visión política.

“La narrativa que se ha construido sobre lo que es o significa ser mujer, ha sido a través de los ojos del hombre. Creo que por eso no nos conocen bien; tienen la imagen que ellos han creado sobre nosotras”, manifiesta Hesse, quien ha ilustrado libros de cuentos para niñas como “Rita bonita”( 2017) y “El futuro es femenino” (2018), publicación en la que junto con otras ilustradoras, crean desde el feminismo abarcando temas como la menstruación y los estereotipos de género.

“El término ha sido muy denostado, se nos ha dicho que es algo malo que está en contra del hombre, cuando es una lucha por la igualdad. Cuando era pequeña, creía que la igualdad ya se había conseguido. Se pensaba que como la mujer ya podía trabajar y contaba con una cuenta bancaria, ya había equidad. Y un día, de repente, te das cuenta de los micro machismos, de que las mujeres no podemos andar solas tranquilas por la calle; en cuanto a salario, que no cobramos lo mismo; que los puestos de poder son ocupados en su mayoría por hombres; que somos pocas las que —en una empresa— llegamos a puestos directivos; que en la vida de pareja, donde hay hijos, generalmente son las mujeres quienes renuncian a su profesión para dedicarse a la casa. Fue así que a través de la charla con otras feministas, y la revisión de diferentes lecturas, fui desmontando lo que había aprendido en el entorno cultural donde crecí”, relata María, quien argumenta que debido a ello, aunado a la cosificación que se hace de la mujer a través de diferentes productos culturales, es que decidió sumar su pincel a la lucha por la transformación.

“Es la herramienta que tengo para reivindicar lo que pienso. Hay que crear otros referentes para las niñas más allá de los tradicionales; que sepan que en la historia también han habido astronautas, científicas, escritoras y artistas”, puntualiza.

bft

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