Era una enfermedad que no se le iba a quitar. Por más de siete años, Gonzalo Vega vivió, peleó, padeció y lidió el síndrome mielodisplásico. Su familia y él lo sabían, decían que tenía momentos mejores que otros pero que su actitud positiva no fallaba. La tarde de ayer el actor de 69 años falleció.

Durante esos años el actor capoteó la enfermedad cual torero. La tauromaquia era una de sus aficiones. Sin embargo, el momento de enfrentarse al toro llegó y no hubo cómo ganarle.

El actor tuvo que alejarse intermitentemente del escenario. En 2013 estrenó Nosotros los Nobles, que ocupa el segundo lugar como las cintas más taquilleras de la historia de nuestro país, y en abril de 2014 se presentó por última vez en el escenario del teatro Tepeyac con su personaje de la Señora Presidenta.

“Yo tengo una enfermedad y no hay medicina para curarla. Las medicina que me dan me ayudan a tener calidad de vida, a disfrutar de la comida y de la vida, pero hasta hoy no se ha descubierto una droga que la cure”, dijo en 2014.

Según el actor, su enfermedad consistía en que su médula ósea no producía el plasma sanguíneo sano. A través de un comunicado, la familia informó que su muerte llegó después de una “valiente lucha”.

“Gonzalo murió en completa paz y tranquilidad acompañado de toda su familia, junto con sus hijos Marimar, Zuria y Gonzalo, y su esposa Andrea. Recordaremos siempre a Gonzalo como un ser excepcional que dedicó su vida a entretener a los demás, a provocar risas y a mostrar su talento más allá de nuestras fronteras”, se lee en el documento.

En los primeros meses de este año la familia pidió donaciones de sangre para seguir con el tratamiento del protagonista de telenovelas como Cuna de lobos (1986) y Alondra (1995).

Vega incluso tenía una fundación que llevaba su nombre y cuyo propósito era hacer accesible el tratamiento a personas que tuvieran su enfermedad, además de que se pudiera hacer un diagnóstico correcto y oportuno.

“A pesar de estar enfermo demostró su profesionalismo al salir a escena y con eso les mostró a sus compañeros su gran calidez humana y su entusiasmo por la vida”, dijo Patricia Reyes Spíndola, presidente del Comité de Vigilancia de la ANDI.

La productora Frida Vallejo nunca olvidará lo que Gonzalo Vega le dijo en una de las últimas funciones de la obra La señora presidenta. Fue una temporada difícil en la que el actor lidió con la enfermedad. Al terminar aquella vez la obra, entre los aplausos, subió al escenario y agradeció la presencia del público y especialmente a Gonzalo por su fuerza, por ser tan aguerrido.

“No, Frida, yo soy un toro bravo”, respondió él ante la audiencia y ella guardó esa frase como la descripción ideal del hombre con el que trabajó en esas últimas temporadas de la obra.

“Era un hombre de carácter muy fuerte, muy exigente, pero de una sola pieza, lo que conmigo acordó lo cumplió cabalmente hasta el último momento y no firmamos jamás un contrato, su palabra y la mía solamente, no hubo nunca necesidad de esto”, recordó en entrevista la productora.

“Aunque él esperaba y planeaba todos sus tratamientos para poder trabajar, había momentos donde le faltaban fuerzas, yo veía cómo las sacaba y en el momento en que salía a escena revivía, era esa adrenalina de verse frente al público, esa pasión que él tenía por el teatro de tal forma que se transformaba. Era una persona la que estaba en camerino preparándose y otra la que estaba arriba del escenario”.

De esa misma pasión habló Leonardo Zimbrón, productor de la película Nosotros los nobles.

“De los actores más profesionales con los que me ha tocado trabajar, siempre de gran actitud, entrega y fortaleza. Gary (Alazraki, director del filme) ya lo conocía y de hecho el guión se escribió pensando en él, uno nunca puede asegurar un actor como él que siempre tiene mucho trabajo, teatro, pero tuvimos la fortuna de que pudiera estar y aceptara la invitación. Venía de un problema de salud (en el rodaje), pero nunca hubo foco rojo y siempre estuvo ahí apoyando”.

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