BUENOS AIRES, ARGENTINA.— Dejó su trabajo como publicista, como dramaturgo y actor de la Compañía Banyan de Marionetas, y acompañando a su novia que quería dedicarse a estudiar arte y tango, Raúl Ruiz Rivera decidió emigrar de Querétaro a la capital argentina en 2011.

Sin saber que estando lejos de casa, el gran misterio que envolvía a su familia sería revelado, esto ayudó a entender su pasado y a perfilar su futuro. Luego de comer pizza al tradicional estilo porteño, en un lugar ubicado entre la calle Corrientes y la Avenida 9 de Julio, y mientras el barullo de los argentinos aminora, porque la hora de comida en Buenos Aires pasa rápido, Raúl se dio tiempo para definir el cambio de allá (México) a acá (Argentina) como la conjunción armónica de los factores.

“Cuando estudié la carrera (Ciencias de la Comunicación en el Tec de Monterrey, Campus Querétaro) siempre pensaba que me gustaría dedicarme a algo que tuviera como una parte de compromiso social y me gustaba el cine, y siempre me quedé con la inquietud de poder confrontar esas dos cosas”.

En Argentina encontró la maestría en Periodismo Documental (Universidad Nacional Tres de Febrero) en donde aprendió a conjugar el trabajo periodístico con el proceso artístico del cine y el video. Para su ingreso presentó la obra Huapango raíz y camino, un documental sobre la tradición musical que se vive en la Sierra de Querétaro.

Habitantes del silencio

Como proyecto de tesis comenzó a investigar sobre los desaparecidos por situaciones de violencia en México, “era un tema que me conmovía mucho, leía las historias, leía los documentos, para empezar me llamaba mucho la atención, y yo podía leer las historias y llorar durante horas y no entendía por qué, y decidí que quería hacer la tesis sobre eso, sin entender muy bien qué era lo que me interesaba de revivir ese período histórico de México”, comenta.

Estando en Argentina, Raúl recibió desde Querétaro la llamada de su madre, quién le dijo: “acabo de encontrar a mi padre”. El padre que creían muerto. El hombre cuya identidad persistía como el gran misterio dentro de la familia.

“Ese día que me llamó y me dijo: encontré a mi padre y voy a la Ciudad de México a conocerlo, me cayó el veinte, no sabía cuál era su historia todavía, no la conocía, pero mi madre es hija de un desaparecido, ella vivió y creció igual que todas esas historias que yo había leído de gente de los años 70 que desaparecieron sus padres y crecieron llamándose de otra manera y con otra identidad”.

En ese momento de revelación “lo conecté todo, aún sin saberlo yo estaba buscando en estas historias algo que a mí me falta, que es la historia de mi familia”. En diciembre concluyen las clases de la maestría y Raúl tendrá la oportunidad de regresar a México a filmar su documental, el cual será titulado: Habitantes del silencio.

El documental mezcla la historia personal de la familia de Raúl, la historia de su abuelo que es descendiente de un hombre que llegó a México durante la Intervención Francesa y que luego para luchar en la Revolución y después en la Guerra Cristera, se cambió el nombre y los apellidos y toda su descendencia también cambió su identidad.

A esta historia se suma una revisión de la historia de la violencia en México, teniendo como eje principal la plaza Tlatelolco en sus diferentes épocas, desde la etapa prehispánica hasta pasar por los años 60 y 70, y los movimientos juveniles del presente.

“Hago toda esta revisión de la parte histórica académica, cómo se desarrolla la violencia como una historia, como una identidad nacional y por otra parte cómo me toca a mí, a mi familia e íntimamente sin saberlo, sin siquiera imaginar que muchas de las cuestiones de mi identidad fueron determinadas por la violencia” concluye Raúl Ruiz.

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