La escritora, periodista y promotora cultural, Ingrid Bejerman, regresó al Hay Festival con el panel Canadá en las Américas, a través del cual, escritores indígenas de Canadá y México, encabezaron un diálogo en torno a temas como la violencia y la literatura, creada desde sus comunidades.

En esta ocasión, los invitados especiales fueron Cherie Dimaline, una autora originaria de la comunidad indígena métis, que fue acreedora al Premio del Gobernador General por su libro The marrow thieves (2017), y el poeta Hubert Matiúwàa, de la comunidad mè´phàà, en Guerrero, cuyo trabajo se ha centrado en la documentación de la voz y la vida cotidiana de su pueblo.

¿Cómo inició este panel?

—Se desprende de una iniciativa en la Universidad de McGill, bajo el nombre Canadá en las Américas, un proyecto que buscaba generar un espacio académico dentro del hemisferio, bajo el formato de una cátedra interamericana.

¿Qué se busca a través de este proyecto?

—Que escritores canadienses autóctonos entren en diálogo con autores indígenas de México y otros países, para generar un intercambio de ideas, donde se discutan diferentes temas, principalmente relacionados con la literatura indígena y las similitudes entre sus culturas.

¿Consideras que la literatura es una morada para la lengua indígena?

—Por supuesto, existe esa necesidad de mantener la lengua viva, aunque no necesariamente a través de la escritura, porque generalmente los indígenas transmiten su conocimiento por medio de la tradición oral, cuya conservación actualmente se realiza con la tecnología digital.

¿Qué temas se abordan en el conversatorio?

—Generalmente, la charla termina centrándose en tópicos como la traducción, los desafíos de pasar de la cultura oral a la escrita, sobre la cosmovisión, la ecología y el arte, entre otros.

¿Qué se ha conseguido a través de esta estrategia?

—Además de vincular a escritores originarios, hemos creado puentes de colaboración con otros agentes. En Querétaro actualmente estamos trabajando con Luz Lepe Lira, a quien conocí gracias a este evento (Hay Festival). Ella es la directora de la Maestría en Estudios Amerindios y Bilingües de la Universidad Autónoma de Querétaro; es una especialista en literatura indígena mexicana, que al igual que otros expertos, nos ayuda a ubicar a los mejores escritores indígenas, a quienes hay que promover y conectar.

¿Qué temas sobresalieron en esta edición?

—El significado de ser el portavoz de un pueblo. Hubert respondió que él no puede serlo si no tiene el permiso de su gente, y Cherie dijo lo mismo, que a ella su pueblo le confirió la responsabilidad de salir de la comunidad para manifestarse en su nombre.

Además, el poeta guerrerense habló acerca de las mujeres desaparecidas en su estado, cuya historia ha plasmado en sus poemas, y Cherie abordó el genocidio que ha sido negado por mucho tiempo en la historia de Canadá, y sobre las escuelas residenciales, donde inscribían a los niños indígenas, luego de separarlos de sus padres, y no les permitían hablar su idioma, entre otras atrocidades.

Luego de haber participado con este panel en otras ediciones del Hay Festival, ¿qué experiencia podrías destacar?

—En una de las ediciones anteriores se abrió una convocatoria titulada Reformations por el aniversario número 500 de Martín Lutero, donde solicitaron a 30 intelectuales que hicieran una reforma sobre un tema, y la poeta canadiense Lee Maracle, quien asesora a la universidad de Toronto sobre el conocimiento originario, realizó una propuesta de reforma a la educación, desde su experiencia como indígena.

¿Cómo observas la producción, distribución y consumo de la literatura indígena hoy en día?

—Estamos en un momento muy bueno, en un renacimiento, porque hay muchos escritores. En Canadá, Lee Maracle abrió muchas puertas, hay bastante fomento y de hecho varias veces he venido aquí con subvenciones del gobierno canadiense. En el fundamento de toda democracia debe estar el impulso a la cultura indígena y la promoción de la misma en América Latina.

cetn

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