Sebastián Romo Calderón, con apenas 25 años, es ingeniero en mecatrónica, egresado de la Universidad del Valle de México (UVM) y ya tiene en marcha una microempresa dedicada a la impresión 3D.

Mientras era estudiante, trabajó en proyectos educativos de robótica. Actualmente, está involucrado en programas para resolver problemáticas sociales a través de la tecnología.

Al concluir su carrera, obtuvo la Beca Gobernadores del estado de Querétaro para estudiar en Washington. Ahí se interesó por cuestiones más humanas y en cómo las tecnologías podían ponerse al servicio de proyectos sociales.

Aunque reconoce que trabajar en el sector industrial le trajo satisfacciones, en entrevista para EL UNIVERSAL Querétaro, aseguró: “No estoy hecho para vivir dentro de cuatro paredes y trabajar en una fábrica donde todos los días es lo mismo. A pesar de eso, me gustaba, me entretenía; pero, como siempre, yo quería algo más.”

Impresión 3D para todos

Junto con Rodolfo Gutiérrez, compañero de la carrera, Sebastián inició un nuevo proyecto, que se transformaría en TRIDI. Originalmente, ambos contemplaron abrir una escuela de robótica.

Pero, tras adquirir una impresora 3D, se dieron cuenta del potencial que esta tecnología podía tener como modelo de negocio. Así nació su empresa; cuyo propósito es: “acercar las tecnologías de impresión 3D a cualquier persona, desde un niño hasta un profesionista del sector industrial”.

Quienes se acercan a nosotros no necesitan saber diseñar un modelo 3D, pues el equipo de Sebastián y Rodolfo ayuda a sus clientes a crear diseños propios. “Con que sepas agarrar una bolita de plastilina, ya con eso sabes diseñar para nosotros”, afirmó Sebastián.

La mayoría de sus clientes son estudiantes, arquitectos e ingenieros, aunque también tienen algunos en el sector industrial. “Hacemos cualquier idea realidad: desde artículos promocionales, llaveritos, logos 3D, fundas para celulares, muñequitos, juguetes y hasta prototipos industriales”.

La impresión 3D es una tecnología relativamente nueva que aún no es muy conocida. De acuerdo con su página web, estas impresoras funcionan como una tradicional, con la diferencia de que “en vez de usar cartuchos de tinta, usan materiales plásticos, cerámicos o metálicos para imprimir objetos físicos”.

Para darse a conocer, crearon un centro móvil de impresión 3D, que han llevado a escuelas y centros comerciales. Los clientes pueden hacer figuras de ellos mismos u objteos, gracias a que en cuentan con el servicio de escaneo.

La siguiente meta para ellos es crear el centro de impresión 3D “para todos”. Ya están lanzando la plataforma para que funcione, un sitio web desde el que “cualquier persona en México, en cualquier punto de Latinoamérica, va a poder vivir la impresión 3D; desde tomar cursos hasta comprar productos, máquinas e impresoras”.

La tecnología y la educación

Sebastián y Rodolfo continúan interesados en la educación. Ahora desarrollan programas tecnológicos para incluirse en proyectos de empresas que contemplen la impresión 3D en el salón de clases.

Desde su estancia en Washington, Sebastián ha visto en la tecnología una forma de resolver problemas sociales. “Eso a mí siempre me ha gustado: utilizarla como un medio, no como un fin”.

Actualmente, asesora a jóvenes universitarios en un proyecto llamado Tecnologías Humanas para la Evolución (THE).

Sebastián fue nombrado embajador de Global Agents of Change (GAC), una organización sin fines de lucro que pretende “cerrar brechas sociales a través de la generación de proyectos que nacen de jóvenes a nivel internacional”.

Participó con su empresa y ganó un concurso, por lo que será uno de los cinco embajadores que asistirán al Foro de Emprendedores Juveniles del G20 en Australia este próximo 18 de julio.

Al encuentro acudirán los mejores empresarios de 20 naciones, por lo que Sebastián está entusiasmado por la oportunidad de genera nuevas ideas.

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