A sus 37 años Michel Franco puede decir que el cine que hace tiene una manufactura internacional.

Sus últimos trabajos consiguieron tener presencia en importantes certámenes fílmicos y hacerse acreedores a galardones como el premio Una Cierta Mirada, en Cannes, y un Goya, en España, ambos por Después de Lucía.

Ese trabajo lo puso en el ojo público y bajo ese prestigio estrena este viernes el largometraje Chronic: El último paciente en el que vuelve a colaborar con el actor estadounidense Tim Roth.

Pero ese prestigio en festivales no ha impedido que Franco considere que su cine es comercial y apto para todo público, pues asegura que etiquetar el séptimo arte sólo frena el éxito comercial que las películas pueden tener.

“Creo que las etiquetas pueden ser muy malas, a veces la gente escucha que una película es de arte o de autor y se piensa que sólo es para un sector de la población, y eso creo que esta mal. Mi cine es para todos, a mí me gusta que la mayor cantidad de gente vea lo que hago y que llegue a la mayor cantidad de público, pues al final para eso hacemos esto”, explica en entrevista con EL UNIVERSAL.

Michel dice que aunque en ocasiones ciertos sectores lo han querido encasillar desde que estrenó su primer largometraje (Daniel y Ana), sus trabajos nunca han tenido una etiqueta, lo cual ha funcionado y ha logrado que lleguen a muchos lugares.

“Cuando hicimos Después de Lucía no tenía etiqueta y se volvió relevante, tuvo éxito, y es que cualquier persona que ha sufrido acoso o tiene hijos en la escuela se pudo identificar; en Chronic pasó algo similar, cualquier persona que tiene o ha tenido algún familiar en las últimas etapas de su vida o que ha estado cerca de ella, o la simple consciencia de que todos vamos para allá, no importa quién seas, hace que te metes al cine y te relaciones con lo que ves en pantalla”, señaló.

Esa empatía que Michel busca que el público tenga con sus trabajos es la misma que él tiene con las historias que cuenta, la mayoría de ellas inspiradas en sucesos personales.

“Hacer cine que no es para la gente no tiene sentido. Mi vida es el cine, no sé qué otra cosa hacer, el cine me ayuda a entender la vida, es inevitable no estar obsesionado con el cine y a veces esa obsesión hace que quiera estar involucrado en todo el proceso”.

Chronic no fue la excepción, pues explica que la idea de narrar la vida de un enfermero que ayuda a pacientes terminales surgió previo a la muerte de su abuela y por la relación que ésta tuvo con la mujer que la cuidó en sus últimos días.

“La idea de esta película la tenía desde Después de Lucía e iba a ser protagonizado por Carmen Beato, pero luego de que Tim (Roth) me dio el premio en Cannes, me preguntó qué seguía para mí y le conté de la película. Leyó el guión y me dijo que si lo reescribía a manera que fuera un hombre el protagonista, él la haría y lógicamente lo hice, aún sin saber si al final le gustaría la adaptación que hice”, detalla.

Entre las modificaciones que el cineasta realizó está el cambió de escenario, la Ciudad de México fue sustituída por Los Ángeles, y con ello el idioma paso de español a inglés.

Sin proponérselo, con Chronic: El último paciente ganador de Mejor Guión en el Festival de Cannes 2015, el director realizó su primer largometraje en inglés, algo que para él fue un proceso natural y en donde la mayor dificultad fue la burocracia con la que los sindicatos de actores trabajan en Estados Unidos y el incremento que conlleva pagar en dólares.

“Siempre tengo mucha claridad con lo que quiero y siempre, con esa misa claridad, lo pido. A veces escoges a la gente que no debes, tanto frente a la pantalla como detrás, pero en esta ocasión no fue así”, añade.

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