En los 25 años que Rodrigo García lleva en el mercado fílmico estadounidense se ha formado un nombre como director de cine que le permite trabajar con talentos de Hollywood como Glenn Close o Ewan McGregor. Aunque es ciudadano estadounidense desde hace más de tres lustros, afirma que aún se siente un extranjero.

Esto no necesariamente es malo para el hijo de Gabriel García Márquez, pues explicó que le ha permitido tener una visión más global a la hora de filmar sus proyectos.

“Cuando llegué a Los Ángeles empecé a trabajar como camarógrafo, así que cuando comencé a dirigir ya llevaba muchos años en esto. Sigo sintiendo la etiqueta de ser latinoamericano y aunque vivo en EU y soy ciudadano americano conservo ese punto de vista de afuera mirando hacia adentro”, dijo.

Para Rodrigo las nacionalidades nunca han sido realmente importantes para él ni para su carrera. Muestra de ello es que la prensa constantemente lo cataloga como colombiano o como mexicano nacido en Colombia.

Situación que para él en realidad no tiene tanta importancia, pues al final para Hollywood es extranjero.

“En un principio me interesó contar historias que fueran muy americanas, con personajes americanos. Tenía una gran imaginación de cómo veía la vida anglo, pero realmente siempre he sentido que tengo una visión de extranjero, así que en ese sentido sigo siendo un fuereño”, expresó.

El realizador de 56 años no se considera uno de los precursores de la ola latina en Hollywood, señaló que ese honor se lo deja a los mexicanos, quienes en la última década han abierto la puerta para que el talento de Latinoamérica llegue a la Meca del Cine.

Y a su vez —explicó— permiten que el mercado anglosajón se nutra con nuevas historias, aquellas creadas por los realizadores extranjeros que le dan una visión heterogénea y global a los filmes que actualmente se producen en Estados Unidos.

“Ha habido una ola impresionante de cineastas mexicanos. (Guillermo) Del Toro, Alejando (G. Iñárritu), Alfonso (Cuarón), Emmanuel (Lubezki), Rodrigo Prieto, la lista cada vez es más grande al igual que con los actores, todos ellos son realmente exitosos en todo el mundo y han trascendido por su manera de ver las cosas”, explicó.

La importancia de que cada vez más directores mexicanos inunden Hollywood radica —según García— en que los jóvenes de ese país pueden ver como una posibilidad factible hacer una carrera en Estados Unidos o en donde quieran, según sean sus intereses.

A diferencia de hace unas décadas, cuando pensar en la idea de que algún realizador nacional podría ganar un Oscar o podría dirigir a Brad Pitt o Sandra Bullock era imposible.

“El éxito de los cineastas mexicanos abrió las puertas a la ambición de los jóvenes mexicanos. Es un buen momento para ellos, lo veo en los directores, algunos sólo quieren hacer cine en México, otros quieren hacerlo en inglés y algunos más quieren ir y venir, lo importante es que ahora para un joven mexicano que quiere hacer cine no hay límites”, afirmó.

En su nuevo filme The last days in the desert se tomó la libertad de recrear los 40 días de ayuno y oración que Jesucristo tuvo en el desierto, un proyecto diferente a lo que antes había hecho.

Para este largometraje que se espera llegue a las salas mexicanas el próximo año, Rodrigo García trabajó con el cinefotógrafo mexicano Emmanuel Lubezki, con quien, señaló, fue gratificante colaborar.

“Es un gran artista, me sorprendió que se ocupa mucho en los detalles, no importa si tiene que repetir; es muy perfeccionista y eso se termina por ver en la pantalla, es así que te das cuenta que en una película estuvo involucrado Emmanuel, añadió.

Google News

TEMAS RELACIONADOS