La historia de Fabiola Finkmann es de cuento de hadas.

Hace tres años esta mujer estaba lista para dejar el canto, luego de 24 años de tocar puertas y no obtener respuestas.

Había cantado con los mejores, como Napoleón o Ricardo Montaner. Y nada.

Había cantado con Susana Zabaleta, Lisset, Edith Márquez y con Rocío Banquells, entre otras. Y nada.

La carrera de Finkmann no despegaba como ella quería.

“Antes de que apareciera el maestro dije: ‘Voy a hacer una fiesta con todos mis amigos, y familia, en el Piso 51 y me despido de la carrera, cuando vaya a cumplir los 25 años (de trayectoria)’, y que llega el Manzanero al mes y que me regresa al carril”, narró a EL UNIVERSAL Querétaro.

Ella cantaba, como siempre, el Club Piso 51 de Torre Mayor, en ciudad de México, y una noche de esas, llegó el asistente del señor Manzanero. Hablaron.

Días después recibió una llamada y, cuando menos se lo esperaba, estaba al pie de un piano y Manzanero le pedía que cantara en su programa Armando Manzanero presenta.

“Lo conocí durante el programa y cuando terminamos me dijo que se vaya conmigo a una gira, por Centro y Sudamérica”, relató.

Manzanero, que es todo un caballero, le dijo: “Usted canta fácil, le sale sin hacerle a la payasada, sin querer ser pretenciosa”, recordó.

El “Maestro” le produjo un disco, Punto de partida, el mejor título para una cantante que picó piedra durante 28 años.

Ahora mismo, Manzanero y ella preparan la producción de un segundo álbum y anunció que seguirán con la gira “hasta donde nos lleve”.

De todos los temas del material discográfico, el octavo corte, “Cómo le haces”, se la dedicó. “No para mí, porque letra está muy gruesa, pero sí para el disco”, informó la cantante.

Fueron en total 28 años de carrera, se dicen fácil pero no lo son. “Más ahora que hay mucho más competencias, siempre ha habido, pero ahora con las plataformas digitales cada quien hace sus propias producciones”, explicó.

Muchos artistas, pero pocos cantantes. “En los años 80 y 90 había más gente de plástico, todavía hay mucha, pero también gente de talento", aclaró.

En noviembre, la bella y el maestro van a Mérida, donde compartirán escenario. “Dice (Manzanero) que en Mérida hace mucho frío, lo que pasa es que no se siente por el calor”, contó.

“Me dicen mucho en las entrevistas que gracias por estar reviviendo el bolero, pero yo no creo que estoy reviviendo el bolero, porque no se murió nunca”, dijo.

No educó la voz. Su mamá cantaba “pero se dedicó a tener 10 hijos”, y el padre era culto y de gustos refinados. “Quería que fuera catedrático de la UNAM”, aseguró.

Aclaró que los últimos cinco años han sido los más fructíferos de su carrera. “Creo más en mí, porque vengo de la escuela en la que te decían que si no tenías la edad, y el cuerpo, así, operadita, te tenías que ir”, manifestó.

Así, como no queriendo, la carrera de Fabiola Fickmann empieza cuando ella creía que ya había terminado. “¡Cómo ves!”.

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