Motivado por el deseo de seguir la tradición familiar campestre, Antonio Treviño, junto con su familia, decidió emprender un negocio propio para la producción de jugo en 2008, que por azares de la vida se vio mermado.

Con el paso del tiempo, un nuevo proyecto surgió gracias a que su hijo mayor trabajó en un viñedo de Toscana, durante una estancia académica en Europa. Al regresar, le propuso a su padre que cimentaran uno propio, y así fue como se introdujeron en la industria vitivinícola bajo el nombre de San Juanito.

“Mi papá era Juan, le decían don Juanito, la brecha que está afuera se llama Antiguo Camino a San Juan, y cuando estábamos a punto de escoger el nombre canonizaron a Juan Pablo II y a Juan XXIII, este último, santo predilecto de mi papá. El mismo día que los canonizaron escogimos el nombre para la etiqueta, pues no podía tratarse sólo de una bola de coincidencias”, dijo entre risas Treviño.

Pese a que el camino ha sido sinuoso, no sólo por las condiciones de mercado, sino por diversos factores agrometereológicos, han podido despuntar en poco tiempo como una de las casas vitivinícolas más destacadas del país.

“En 2015 nos cayó una plaga de abejas a la hora de la cosecha, y cuando eso pasa, no puedes fumigar en ese momento. Un año después tuvimos gallina ciega; aunque eso nos bajó la producción, afortunadamente aumentó la calidad porque resulta que esta plaga se come las raicillas de la vid, entonces tiene menos absorción, y el jugo queda más concentrado. Cada nueva etiqueta siempre es un reto. Me acuerdo que un amigo de la industria me dijo que costaba mucho posicionarse y abrió los ojos cuando le compartí que queríamos vender 50,000 botellas el primer año. Creo que corrimos con una gran suerte porque con nuestra primera cosecha (2013), nos sacamos oro con el vino Syrah y plata con Malbec en el Concurso Internacional de vinos Bacchus. En esta participamos con más de tres mil etiquetas de treinta y tantos países”, recordó con lágrimas en los ojos, y anunció que apenas este mes volvieron a ganar un reconocimiento en Decanter World Wine Awards, sumando 20 premios internacionales hasta el momento.

“Son las cosas que te cargan las pilas y que te empujan a seguir haciéndolo, al igual que un deportista”, celebró.

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