José Daniel Castillo Baez cruza la calle con dos cucharitas con muestras del helado de yogur que vende en la nevería que atiende en el barrio de La Cruz. El joven afirma que él es quien atrae a los clientes con esa técnica, no espera a que lleguen.

El establecimiento, dice, abrió sus puertas apenas el octubre pasado. Es una franquicia que tuvo su origen en la Ciudad de México, en Polanco.

Daniel, de 22 años de edad, es el único encargado del negocio. Atiende a una mujer de mediana edad y a su hijo. Ambos se toman unos minutos para elegir el sabor del helado que degustarán. La mujer pide uno que no contenga azúcar. Daniel le recomienda algunos sabores. Minutos después, los dos clientes abandonan el lugar con helados en mano.

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“Yo entré a trabajar a Sol Azteca unos tres días antes de que inaugurara, el 16 de octubre pasado. Llevamos unos cinco meses abiertos. Aquí se venden helados gourmet, hechos con fruta natural, aparte de que los helados son de calidad kosher, lo que significa que la comunidad judía los consume.

Aparte de los helados se venden sándwiches, café, té, nachos. Nos hemos estado expandiendo. Somos mejor que una fuente de sodas. Somos una cafetería especializada en el servicio al cliente”, afirma.

Explica que los sabores de los helados que ofrecen no son del todo comunes. Calcula que el 80% de los clientes que llegan al negocio prueban sabores diferentes, mientras que el 20% restante entran buscando algún sabor tradicional que, aunque no son la especialidad de la casa, también ofrecen.

De los sabores tradicionales, comenta que el de vainilla y mantecado son los más buscados por la clientela, mientras que de los  especiales el de taro es el más consumido. El taro es una raíz de Indonesia, cuyo sabor depende de cada persona que lo prueba. A él, expresa, le sabe a pan de nata.
La tienda de helados, indica, surgió hace 10 años en la Ciudad de México, de donde provienen los helados, pues en la capital del país se elaboran, se hace el pedido y se comercializa en suelo queretano.

José Daniel, originario de la Ciudad de México, asegura que tiene buena relación con el gerente del local, pues le ha demostrado que le interesa el trabajo y busca a los clientes, siendo más proactivo. Incluso, recuerda que el gerente le dijo que confiaba en él para levantar el negocio.

Antes de trabajar en la heladería narra que trabajó en un museo, pero por problemas administrativos renunció. Tenía varias opciones para trabajar, pero se inclinó por el negocio de los helados, donde se desenvuelve con naturalidad y se ha familiarizado con la marca.

Estima que en las próximas semanas, con la llegada de las vacaciones y haya más visitantes, las ventas mejorarán. Recuerda que uno de los mejores días fue en una ocasión en la que se llevó a cabo una festividad en la cual se presentaron grupos de concheros, logrando ventas récord para el naciente local.

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Una familia ingresa a la heladería. José Daniel se apresura a despachar a los clientes, quienes eligen los sabores de sus helados. Se sientan por unos momentos en una de las mesas del negocio. Luego de unos minutos se retiran.
También en el sitio cuentan con un muro donde los visitantes pueden dejar sus impresiones sobre su visita y sobre los helados. José Daniel dice que hay cosas escritas en francés, inglés, italiano, coreano, japonés, alemán, portugués e incluso ucraniano. Clientes que él mismo sale a la calle a ofrecer las cucharitas con helado.

En tanto, Héctor Esparza, gerente del negocio, explica que el concepto inició siendo una fábrica de helados, los cuales buscaban que fueran naturales, con sabores naturales, pues no manejan químicos.

“El concepto es buscar la salud de la gente. Como se puede ver en nuestros helados, son bajos en calorías y helados sin azúcar. También buscamos la certificación kosher, porque ingresamos a la comunidad judía, que fue nuestra principal clientela en la Ciudad de México, en Polanco, y nos pidieron que certificáramos a través de kosher nuestros productos”, explica.

Añade que fuera de la Ciudad de México, Querétaro fue la primera ciudad en donde se abrió una sucursal de la marca. Recientemente se incorporó otra en la ciudad de Puebla.

“De Querétaro llamó la atención que es una ciudad con mucho desarrollo económico. Nos llamó la atención el clima. Nos favorece que el estado de Querétaro tiene un clima cálido. Prácticamente sólo en diciembre hace frío, y para nuestro producto el calor es un buen negocio.

Otra cosa es que haciendo un estudio de mercado no existe una heladería como nosotros en Querétaro. Existen otros helados de yogur que son a base de leche en polvo. Nosotros incluimos la fruta, que es la diferencia de otras heladerías. Básicamente nos interesó esta ciudad por el desarrollo económico que tiene”, precisa.

Agrega que a pesar de que a unas semanas de abrir el negocio la cuarta ola de la Covid-19 se hizo presente, las ventas se han mantenido y poco a poco se posiciona la marca.

Ahora, con la reactivación económica las ventas vuelven a crecer, esperando que en las vacaciones de Semana Santa mejoren aún más.

“Tenemos clientes recurrentes de Querétaro, pero también nuestros principales clientes es gente que viene de turismo. Por la zona en la que estamos ubicados (barrio de La Cruz) mucha gente, incluso extranjeros, que vienen a consumir nuestro producto”, puntualiza.

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