Desde que tenía cinco años de edad, Alejandra Dorantes comenzó a plasmar sus primeros trazos. En ese momento, siendo todavía una niña, se declaró perdidamente enamorada de las artes, sobre todo de la pintura. Cuando tuvo edad suficiente estudió Bellas Artes y reforzó sus técnicas.

Aunque es abogada, jamás abandonó su primer amor. Luego de litigar durante varios años, Alejandra dedica de nuevo sus días a pintar sobre la tela, específicamente sobre mezclilla, y de esta forma llena de vida cualquier prenda de vestir. Aunque no estaba en sus planes, terminó dando vida a su propia empresa llamada “Filemonaart”, en honor a su padre Filemón.

Inicio

Alejandra no fue la primera mujer de su familia en dedicarse al trabajo artesanal, su madre Susana Gutiérrez Santos y su abuela Isabel Santos amaban bordar, y a eso le dedicaban largas tardes de verano, por eso la abogada se aferró con fuerza a la pintura y se propuso no dejarla jamás.

“Desde que yo era niña mi mamá y mi abuela bordaban, eso se refleja en tu personalidad, me gusta el color, la artesanía es algo que de verdad me encanta, me gustan las flores, la naturaleza”.

En un inicio pintaba pequeños lienzos, después siguió con los muros de su casa, en los que plasmó todo tipo de paisajes y siluetas, impregnando cada rincón de su casa con su personalidad.

Sin embargo, cuando nació el más pequeño de sus hijos, tuvo que separarse por un tiempo de sus caballete y sus lienzos, pues su pequeño reclamaba todo su tiempo.

Arte en la tela. Con color y pasión da vida a sus creaciones
Arte en la tela. Con color y pasión da vida a sus creaciones

Fue así como lo que se suponía era un descanso de meses, se convirtió en un lapso de 20 años. Después de casi dos décadas, Alejandra ya no se sentía capaz de volver a pintar, pero sus hijos la impulsaron a retomar el ritmo.

“Yo pinté durante toda mi niñez, desde los siete años, no pintaba grandes cosas, pero me pasaba días enteros pintando, en ese momento ya tomaba clases. Dejé de pintar hace 20 años, porque mi hijo más pequeño, que ahora tiene 22 años, cogía mi caballete, agarraba mis pinturas, andaba en andadera, entonces guardé mis cosas después del ropero y me dediqué a hacer las cosas propias de mamá.

“El año pasado tuve un accidente en el que me lastimé el hombro, y fue ahí cuando retome la pintura, mi hija Alejandra fue la que me animó a pintar de nuevo, pero esta vez sobre ropa, con pinturas textiles. La primer chamarra que hice era de mezclilla y poco a poco a la gente le ha gustado, me comenzaban a comprar, aunque la idea sólo era entretenerme, era algo para mí”.

Concepto 

Lo primero que Alejandra Dorantes hizo una vez que retomó la pintura, fue trabajar sobre mezclilla. Tomó una de sus chamarras y plasmó los rostros de sus mascotas, llenos de colores.

Desde ese momento la colorida prenda de vestir llamó la atención de familiares y amigos, por lo que los pedidos comenzaron a llegar.

Sin planearlo, Alejandra se había convertido en una emprendedora por lo que actualmente mantiene con vida su pequeña empresa.

La artista cuenta con orgullo que cada uno de sus pinturas son únicas, pues dice que jamás pinta dos imágenes idénticas, aunque algún cliente se lo pida.

“Lo que yo ofrezco es originalidad, si un cliente viene y me dice: ‘oye quiero dos chamarras con esta misma imagen’, yo le digo que no, le propongo algunas pequeñas modificaciones porque no me gusta pintar dos veces lo mismo, yo requiero siempre inspiración para que mis obras queden bien, esa es mi forma de trabajar, soy fiel a mí misma”.

Planes a futuro

Actualmente Alejandra Dorantes pinta sus chamarras y chalecos en el patio central de su casa, un hermoso espacio rodeado de plantas y flores, un estudio lleno de naturaleza. Ahí mismo vende sus prendas de vestir, en un pequeño vestidor cuelgan las chamarras de mezclilla que muestra a sus clientes.

Las chamarras y chalecos de mezclilla cobran vida gracias a las flores de colores, colibríes, girasoles o rostros de animales que Alejandra plasma en la parte trasera de las prendas.

La emprendedora se dice contenta con la forma personal e íntima que utiliza primero para pintar y después para vender su producto, por lo que planea seguir trabajando a ese ritmo.

“No quiero convertirme en una máquina que pinta sólo por pintar, no quiero producir nada en serie, quiero seguir impregnando mi toque personal a cada una de las prendas que pinto, trabajarlo con amor y con tranquilidad, creo que ese es mi concepto”, señala.

Como uno de sus planes a futuro, la emprendedora planea montar una pequeña pasarela en Querétaro, para mostrar sus creaciones.

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