La pandemia no ha limitado la actividad de Sophie Avernin, integrante de una de las familias restauranteras de mayor abolengo en México, quien desde hace años se ha enfocado a la promoción de la cultura vinícola en nuestro país, misma que, acorde a su propia personalidad, suele despojar de solemnidades, amén de vincularla con las delicias de nuestra gastronomía tradicional.

Recientemente, presentó en la colonia Condesa dos nuevas etiquetas, ya disponibles al público con los sugestivos nombres de “Extraño tus labios” y “Quiero besarte” Se tratan de un tinto joven y otro rosado, ambos elaborados con uva Malbec cosechadas en el Valle de Bernal, región queretana hasta hace un par de décadas caracterizada por su producción de vinos espumosos; en el caso del segundo, destaca su elaboración por medio de la técnica de sangrado (característica de los vinos rosados), donde el propio peso de las uvas apiladas en un tanque suple el habitual proceso de prensado para obtener el jugo posteriormente procesado.

Es de resaltar del tinto “Extraño tus labios” su expresión aromática netamente frutal —zarzamora, ciruela, grosella y fresa—, misma que rápidamente evoluciona al oxigenarse el vino en la copa, integrándose notas florales y un dejo a cuero nuevo el cual, señala su ficha de cata, resulta característico de la variedad de uva Malbec. Por su parte, el rosado “Quiero besarte” agrega con la oxigenación notas de hierbas frescas a su característica acidez y frescura.

Apasionantes, dos vinos hechos con uva Malbec cosechada en Bernal
Apasionantes, dos vinos hechos con uva Malbec cosechada en Bernal

Original maridaje La ligereza de ambos vinos permite acompañarlos con diversos alimentos; en el caso del rosado, puede servirse con platillos elaborados con carne de cerdo, tiradito de atún, dumpligs de corte oriental y hasta una pizza de embutidos como sobreasada, mientras el tinto puede ir con pulpo a la parrilla, calamares fritos o unas ibéricas patatas bravas.

A todo lo anterior, Sophie Avernin agrega una sorprendente alternativa de extracción netamente callejera: tacos de canasta. Antojito que suele consumirse durante la mañana y hasta antes de la hora de comer, sin distinción de clases sociales —las bicicletas habilitadas en su parte trasera con la voluminosa canasta que los resguarda forman parte entrañable de la escenografía urbana—, cuyos tradicionales rellenos de chicharrón y papa ofrecen un grato acompañamiento con ambos vinos, especialmente el segundo con el vino tinto, al armonizar la parte mineral contenida en la papa, comenta con entusiasmo Sophie.

Incluso, los tacos pueden llevar su habitual salseado o aderezo con chiles encurtidos, aunque de manera moderada. (En el caso del vino rosado, no sobra mencionar que es por demás recomendable refrescarlo en un recipiente con agua y hielo antes de servirlo.) Y, sobre todo, despoja de toda acartonada solemnidad al vino, algo que procura siempre hacer la desparpajada personalidad de su promotora, quien expresa que “Los vinos son también recuerdos”. Finalmente, su disfrute puede ser cotidiano, como deben ser las cosas gratas de la vida. Ambos vinos están disponibles en grandesvinedos.com.

*Arturo Reyes Fragoso es especialista en gastronomía desde hace más de 20 años. Es autor de Agua la boca, restaurantes de la Ciudad de México en el siglo XX, sigue sus andanzas glotonas en @bitácorademelindres.

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