Luis Villarroel se empleó durante 8 años en una empresa acerera y luego de ser despedido se adentró en el mundo de los drones. Desde hace más de dos años comenzó a investigar y a documentarse sobre el tema y las aplicaciones que se le puede dar a este tipo de tecnología, que ahora considera, debe desmitificarse y estar al alcance de las nuevas generaciones.

Originario de Venezuela pero radicado en México desde hace 11 años, actualmente trabaja en un proyecto para que jóvenes puedan volar drones en miniatura. También busca ingresar al sector inmobiliario ofreciendo fotografías y vídeos aéreos para la promoción de propiedades, por lo que actualmente está en el proceso de registro ante la Dirección General de Aeronáutica Civil, unidad dependiente de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT).

Luis considera que la industria de los drones llegó para quedarse, y afirma que si los países entienden la oportunidad que representan para capitalizar y convertir a esta tecnología en el patrimonio de cada nación, empezarán a tener ventajas de este mercado.

“Los drones no son sólo el aparato físico. La industria de éstos incluye a todas las áreas de negocio y a todas las ramas de la actividad económica. Hoy en día están en muchas actividades. Hay países que le están sacando mucho provecho a esta tecnología, y México podría ser uno de ellos”, sostiene.

Afición

El acercamiento de Luis con los drones comenzó a través de un hobby: volar aviones de control remoto. “Siempre me gustaron los avioncitos de control remoto, y en algún momento me encontré con que había mucho desarrollo de esta actividad aquí. Empecé a volar este tipo de aviones, así fue pasando el tiempo en las diferentes actividades que he tenido. Un día, en una reunión de amigos empezaron a volar naves, alguien apareció con un droncito y a mí me llamó la atención. Ya los había visto antes, pero no los entendía”, dice.

Tras ese primer contacto comenzó a investigar sobre esta tecnología y a entender el funcionamiento de los drones. Al quedarse sin empleo, vio en este tema una posibilidad económicamente rentable.

“Con los recursos que yo tenía, que tampoco son muchos, pude haber puesto una tortillería, una cafetería o cualquier otro negocio. Sin embargo, se me ocurrió trabajar en algo enfocado a drones porque empecé a entenderlos un poco”, comenta.

El hombre trabaja actualmente en un proyecto de entretenimiento con mini drones, cuyo objetivo es acercar a las personas a esta tecnología. Al respecto, el emprendedor señala que a partir de una interacción con algo tan pequeño, la gente podría entender mejor en qué consiste, desmitificarlo y familiarizarse con este.

Expone que mientras más se conozca sobre este tema, menos imprudentes serán los consumidores y quienes prestan servicios de esta índole. “Parte de lo que me interesa es que la gente entienda que hay que tener preparación para utilizar drones y que hay que cumplir con cierta reglamentación”, dice.

Paralelo a este proyecto, y una vez que cuente con todos los requisitos para tener su operación comercial en regla, Luis buscará incorporarse a la parte inmobiliaria, en donde planea dedicarme a la fotografía y video aéreo para promocionar propiedades, una tendencia muy desarrollada en diversos países del mundo.

Mercado abierto, pero exigente

No obstante, ingresar a este mercado no es cosa sencilla. Villarroel reconoce que en el negocio hay pocas barreras de entrada, principalmente económicas, pero su experiencia le ha indicado que permanecer adentro requiere de ciertas capacidades.

Aún al inicio, un dron de mediana capacidad puede costar alrededor de mil dólares. Para su operación, se requiere de un seguro de responsabilidad civil cuyo costo oscila en 10 mil pesos. A su vez, el aparato debe ser registrado ante la SCT.

“Actualmente hay muchos que están en proceso de hacerlo. Una vez que cumples con esos requerimientos debes pasar a una fase donde estés formalmente establecido para prestar servicios a escala comercial”, refiere.

El hombre explica que paralelo al proceso de cumplir con la parte normativa se debe adquirir experiencia en cuanto a vuelo. En este sentido, comenta que incluso, muchos de sus conocidos están tomado cursos de piloto de dron para certificarse ante la SCT.

También en relación con las capacidades, expone que se debe tener un buen manejo técnico para resolver problemas; a pesar de que hay mucho software, videos y literatura, la mayoría está en inglés.

Luis considera que la mejor póliza de responsabilidad civil para el manejo de drones es que la persona que los opera tenga sentido común. También señala que un curso de piloto de drones no hace pilotos. El piloto de drones, dice, se hace con la práctica de horas de vuelo.

Aplicaciones

El mercado de los drones está inmerso en todas las ramas de la actividad económica que existen. Un estudio sobre las aplicaciones comerciales de la tecnología de drones, elaborado por la firma de consultoría PwC, señala que la revolución de los drones está interrumpiendo industrias que van desde la agricultura hasta la cinematografía.

La firma sostiene que la aplicación de tecnologías de aviones no tripulados en los procesos de negocio existentes permite a las empresas de las distintas industrias crear nuevos modelos operativos y de negocio.

Según el estudio elaborado por PwC, el mercado global de servicios empresariales que utilizan drones está valorado en más de 127 mil millones de dólares, valor que corresponde a los servicios y mano de obra actuales que en un futuro próximo serían reemplazados por soluciones con energía de drones.

Villarroel destaca que en México y otros países el inicio del uso de los drones fue hacia la parte de cinematografía, debido a que daba una perspectiva muy innovadora de las tomas que se querían hacer.

Agrega que con el paso de los años, el mercado se ha ido perfeccionando, y hoy en día los fabricantes han comenzado a desarrollar drones hacia aplicaciones industriales.

“Es increíble que a raíz de un hardware como este se deriven tantas posibilidades de actividad económica”, afirma.

El emprendedor destaca el hecho de que hoy en día firmas como PwC estén haciendo estudios de mercado relacionados con los drones, cuyo costo es similar al de un estudio de mercado de gaseosas o al de un estudio de productos de consumo masivo.

“La tecnología de los equipos tiene un espectro muy grande. Esta no es una industria para tomarse a la ligera, pues hasta hacer drones de juguete se puede convertir en una empresa importante que puede generar un nuevo negocio”, sostiene.

Villarroel considera que en México se debe trabajar en la parte de la legislación, crear normas que sean importantes para su regulación, las cuales no cohíban el negocio.

“Si ponemos una legislación donde tienes que cumplir mil requisitos para poder tener una actividad en determinada área de repente se puede cohibir. Al final son fuentes de trabajo y posibilidades de crecimiento”, agrega.

El hombre hace hincapié en que si bien el dron es un hardware autónomo en ciertas cosas, esta actividad requiere que las personas que lo controlan tengan conocimiento de cómo se opera el equipo para saber cuáles son los alcances del mismo.

Resalta que una parte del negocio se está favoreciendo en gran medida de la nanotecnología, porque en la medida en que se ha podido miniaturizar los componentes se ha dado la posibilidad a los drones de tener un mayor número de aplicaciones.

El conocimiento de Villarroel en este tema lo ha llevado a impartir conferencias al respecto en diversas universidades públicas y en instituciones privadas. En este sentido, el especialista comienza a posicionarse como consultor para todo aquel que quiera incursionar en esta nueva industria.

En relación con su proyecto de entretenimiento, Villarroel busca presentar la idea a quienes estén interesados en invertir en el mismo. El correo de contacto es ecoskydrone@gmail.com, además de que está disponible la línea telefónica 4423330804.

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