Representantes de pueblos originarios urbanos de Ezequiel Montes, Amealco, Ciudad de México, Estado de México y San Miguel de Allende, Guanajuato, se reunieron en San Francisquito, en un conversatorio, para dialogar e intercambiar experiencias para enfrentar los retos comunes, como la gentrificación que viven muchos de ellos y que amenaza la conservación de sus comunidades y sus raíces.
Asimismo, piden, exigen, el respeto de la ley federal que reconoce sus derechos como pueblos originarios, así como la asignación de recursos.
En las calles de ese tradicional barrio, denominado Barrio indígena urbano, los representantes de los pueblos originarios dialogan ante la comunidad para conocer sus actividades de resistencia, de lucha, pero una lucha violenta. Es una lucha cultural, social.
La integrante de la Confederación Indígena del Barrio de San Francisquito, Camila Vera, explicó que este conversatorio, dentro del tianguis cultural de San Francisquito, entre diferentes comunidades es para “hermanar la lucha, la defensa de los derechos humanos de los pueblos y los barrios indígenas y originarios que estamos sufriendo, normalmente, un acoso, una violencia sistemática a través de la gentrificación y a través de otros procesos de desplazamiento”.
Comentó que algunos de los pueblos que participan ya están dentro del Catálogo Nacional de Pueblos y Comunidades Indígenas y Afromexicanas. Los pueblos originarios, indicó, no sabe si están en este catálogo nacional, aunque algunos ya lo están, como es el caso de San Francisquito.
“Hemos estado acompañando y formando parte de este lucha que está tratando de que este proceso que se prometía a través de esta reforma a la ley indígena se cumpla verdaderamente, porque han habido algunos detalles, como problemas para poder elegir a los representantes, problemas para ser designados para presupuestos y poder empezar a ejercerlo. Es una lucha por los derechos indígenas”, precisó.
Por su parte, Lupita Camacho, defensora de Pueblos Originarios de la Sierra Gorda de Querétaro, señaló que muchas veces el alma, la cultura de estos pueblos no son visibilizados. Las instituciones, dijo, no están capacitadas, no tienen mecanismos, para la defensa de sus comunidades.
“Siempre he creído que el camino rojo de nuestros ancestros es como una telaraña que hay que ir caminando y que te va a unir a ellos.
Siempre daremos un paso al frente por las comunidades originarias, sin miedo y sin temor, porque nuestra bandera, los pueblos originarios, tenemos en la justicia la razón, la verdad y, sobre todo, la sabiduría de nuestros abuelos, de nuestros ancestros que siempre están presentes con nosotros. Es una lucha que no es de pelea. Es una lucha pacífica, es una lucha consciente de defensa de nuestros orígenes, del verdadero sentido de nuestras comunidades originarias”, puntualizó.