Más Información
Vecinos de La Cañada están preocupados por la posible tala de un ciprés de más de 100 años, sembrado por Aureliano Hernández Serrano, uno de los líderes cristeros de la zona. El ciprés se ubica en el estacionamiento de La Cañada, donde actualmente las autoridades llevan a cabo trabajos y ya tienen árboles embolsados para ser trasplantados.
El estacionamiento, cuya entrada se ubica sobre la calle Emiliano Zapata, está rodeado de tablas, pues algunas de las casas sobre esta misma vialidad están consideradas de valor histórico por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
En una de las viviendas cercanas, explica el historiador Gustavo Pérez Lara Hernández, hay restos de una capilla cristera, en lo que fue la casa de juventud de Aureliano Hernández.
El historiador señala que se cree que el ciprés fue sembrado cuando Aureliano era adolescente, en vísperas del inicio del siglo XX, como una forma de desear prosperidad, por lo que el árbol tiene 125 años.
El ciprés está en la parte de atrás de una vivienda donde se ubican los restos de una capilla usada en el movimiento cristero.
“Era una capilla familiar, pero por azares del destino se convirtió en capilla cristera, por la represión del gobierno federal contra la iglesia católica, al extremo de que no se permitía exhibir cruces, tanto de madera, como de cantera”, explica Pérez Lara Hernández, quien destaca que viendo en línea recta desde donde estaría ubicado el altar de esa capilla se ve una cruz ubicada en la cima del cerro del Bautisterio.
Lee también: Querétaro avanza en el proceso para decretar como áreas naturales protegidas a Cañada Bolaños y Cerro Colorado
El ciprés, dice el historiador y promotor cultural de El Marqués, está sano, no tiene ninguna plaga o enfermedad. Sólo en una parte le faltan ramas porque le fueron podadas para colocar luminarias en su tronco.
“Ese ciprés es un ícono, porque de alguna forma nos da a entender que formamos parte de esa historia de lo que es la libertad de creencias y religiones y que marca la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, con lo que es Venustiano Carranza que, de igual forma, conoció a Aureliano Hernández muy joven. Esa es nuestra inquietud, que con las obras de la megaplaza”, explica.
Teresita Martínez, vecina de La Cañada, explica que ya fueron talados otros árboles, como un aguacatero que estaba en la orilla del estacionamiento.
“La preocupación también es sobre el acueducto que tienen cubierto. No se sabe si también lo van a tumbar y que también es histórico. Es una preocupación, porque no han cumplido con lo que han dicho las autoridades, y nos han ido despojando de muchas cosas en el pueblo”, indica.
Asimismo, dice Teresita, se les explicó a los vecinos que los trabajos no afectarían casas consideradas como históricas por el INAH, pues los trabajos se harían dejando 10 metros de distancia entre las obras y las viviendas. Pero pusieron tablas muy cerca de una de esas edificaciones.
Las obras, comenta la vecina, aún no deberían de comenzar, pues el INAH le dijo que “no había nada en concreto”, pero los trabajos ya comenzaron, sin que la obra fuera socializada.
Te podría interesar: Hallan a un perrito con vida dentro de una bolsa de basura en La Cañada; presentaba graves lesiones
En el estacionamiento hay varios árboles cuyas raíces han sido “embolsadas”, ya listos para ser trasladados a otros lugares, sin que los vecinos sepan su destino. En el lugar hay una decena de operarios, maquinaria de construcción y una camioneta de una empresa particular, ya con un árbol en la batea.
En la entrada de la calle Del Marqués hay un par de troncos que, de acuerdo a los vecinos, fueron talados recientemente.
Pérez Lara Hernández comenta que los cipreses cristeros tienen una creencia entre la comunidad, pues se cree que ahuyentan a las brujas por estar sembrados en lugares donde se llevaban a cabo ceremonias durante la persecución religiosa.
“Esa es la situación que nosotros estamos planteando. Si supuestamente los van a reubicar, en qué otro lugar los van a poner. Yo creo que no hay otro más que precisamente el que originó toda esta inquietud de resguardar el terreno y ver la posibilidad de que permanezca aquí”, enfatiza.
La guerra cristera fue un conflicto bélico entre el gobierno federal y milicias religiosas que defendían la libertad religiosa, que había sido limitada por la Ley Calles, promulgada por el presidente Plutarco Elías Calles, que planteaba limitar el culto católico en el país, reduciendo el número de sacerdotes, limitar a los templos las ceremonias, que los ministros fueron casados, además de prohibir el uso de hábitos en las calles.