Hace 11 años, cuando la Escuela de Ciegos y Débiles Visuales de Querétaro organizó el primer Cegatón, lo hizo en uno de los carriles de Avenida Universidad, el recorrido fue de sólo 800 metros. Este año el Cegatón se realizó en el bordo del Parque Querétaro 2000, los participantes recorrieron 2 kilómetros, en parejas: una persona con los ojos vendados y la otra fungiendo como guía.
Es una carrera que se realiza desde hace más de una década, como manifestación pacífica, con el objetivo de concientizar sobre las dificultades que las personas ciegas enfrentan día a día.
Desde muy temprano los participantes llegaron al lugar, se inscribieron y recogieron su kit, colocaron su número de corredor en el pecho y con un antifaz negro cubrieron sus ojos. Comenzaron los calentamientos y todos los competidores hicieron ejercicios musculares a destiempo, cada uno apuntaba a una dirección distinta, la ceguera temporal los desubicaba.
El lugar se llenó de risas y carcajadas, tal vez de nervios o de auténtica emoción, los participantes se tomaron de la mano, dieron brinquitos y sentadillas. Alrededor de las 8:30 de la mañana los corredores ocuparon sus lugares. ¡En sus marcas, listos, fuera! y salieron corriendo los binomios, unidos por una pulsera negra amarrada a las muñecas izquierdas de unos y a las derechas de otros.
Después del contingente de adultos, se formó el grupo infantil, igualmente tomados de la mano, unos con los ojos cubiertos y otros dando instrucciones pues fungieron como guías.
Marcos Arteaga Chávez y su hija Ana Paula corrieron juntos en la categoría general, es la primera vez que participaron en el Cegatón y aseguran que la carrera los ayudó a comprender las dificultades de las personas con discapacidad. Su estrategia, dicen, fue la comunicación.
“Es muy interesante porque desde que te cubres los ojos se activan tus otros sentidos, debes confiar en tu pareja. Creo que sí sirve para generar conciencia y entender lo que las personas ciegas viven cada día, ojalá esto se difunda cada día más. Debes tener comunicación con tu pareja; por ejemplo si te empujo hacia la derecha es porque hacia allá debes avanzar, decir si el camino es derecho, curvo, si hay pepitas, piso liso, subida, comunicar todo, todo el tiempo”, comenta Marcos.
“Mi papá es de pocas palabras pero en esta ocasión me guió muy bien, iba muy confiada porque él me describía todo, cuando me tocó guiarlo me preguntaba y me recordaba que tenía que comunicarme con él. Sin la ayuda de otra persona no lo habría logrado, me habría caído casi de inmediato; los que participamos en esta carrera con ojos vendados terminamos aprendiendo más en estos 15 minutos que en varios años de campañas para ser incluyentes”, dice Ana Paula.
Para Estela Hernández fue su segundo Cegatón, llegó al Querétaro 2000 sin pareja y ahí mismo consiguió una acompañante. Lo más difícil, comparte, es enfrentarse a un camino que no conoces, no hay más opción que confiar en el compañero y prestar atención a los obstáculos cuando se debe ser guía.
“Es una experiencia increíble, sirve mucho para hacer conciencia y saber que las personas ciegas son maravillosas al momento de salir afuera y no saben ni con qué se van a encontrar. Como corredor hay momentos en donde te desesperas porque aunque te lo digan no puedes ver el camino y nos damos cuenta que tener la vista es verdaderamente un privilegio. Mi pareja y yo nos coordinamos con las indicaciones que nos íbamos a dar, aunque vamos improvisando en el camino”, refiere.
Los primeros lugares llegaron al punto de inicio en menos de 20 minutos, los últimos en poco más de media hora. Se realizó la premiación en la que el fundador de la Unión de Minusválidos de Querétaro y también director de la Escuela de Ciegos colgó las medallas correspondientes en el cuello de los ganadores.
En la entrada del parque, junto al lugar de la premiación se colocaron tres camillas para que los miembros de la escuela de invidentes dieran masajes a los competidores, resultó un bálsamo ideal para el cansancio.
Entre las organizadoras está Brenda Leal, coordinadora de educación en la Escuela de Ciegos, ella inició el Cegatón hace más de una década. Comenzó con las carreras porque era una forma de protestar por la falta de oportunidades para personas ciegas y débiles visuales.
Cuando no encontraba una escuela primaria en donde su hijo Rafa, con debilidad visual, pudiera aprender como cualquier otro niño de su edad. Se enfrentó a colegios públicos y privados, ninguno tenía profesores debidamente capacitados o no aceptaban al pequeño.
Brenda se dice orgullosa de que el movimiento que inició hace once años, el Cegatón, siga más vivo que nunca, recibiendo cada año a más competidores. Lo ideal, comenta, sería que la carrera se realice en la vía pública, en donde tenga más alcance y llegue a más ciudadanos, porque la idea principal no es sólo fomentar el deporte, sino generar conciencia ciudadana.
“He notado muchas mejoras a raíz de estos ejercicios, por ejemplo en los camiones ya se respetan más los asientos preferenciales, los espacios para estacionarse, los automovilistas te dejan cruzar la calle, entonces me da mucho gusto que el Cegatón sí esté cambiando mentalidades.
“El Cegatón lo hicimos por primera vez en Avenida Universidad, después en el circuito del Cerro de las Campañas, sobre Constituyentes y ahora aquí en el Querétaro 2000. A mí me encantaría que como el Cegatón es una manifestación pasiva para la sociedad, que se realizara en el centro de la ciudad, donde todos nos vieran, pero desafortunadamente no es fácil conseguir esos permisos”, comenta Brenda Leal.