El bordado de textiles artesanales puede llevar hasta tres meses de trabajo. Se empieza desde el diseño, después se comienza con el tejido, basado en los moldes de figuras; hasta que es plasmado en telas de diferentes colores. Entre más llamativas sean, mejor.

Lidia Robles Pérez y Dolores García Gregorio se dedican al trabajo artesanal del bordado y la elaboración de muñecas. Provienen de Santiago Mexquititlán, en Amealco de Bonfil, en donde ambas aprendieron el oficio con sus familias.

“(Conozco el oficio) Desde que tengo uso de razón porque mi mamá lo hacía, orgullosamente ella nos enseñó a bordar, a tejer, a arreglar lo que es lo de la muñeca (…) el trabajo empieza desde el diseño, a empezar a sacar como moldes para plasmarlo en tela, se cose, se tiene que rellenar, se tiene que unir, buscar colores llamativos”, menciona Dolores.

Lidia,de 18 años de edad, comenzó a bordar cuando tenía 13 años y su madre, junto con sus tías y su abuela le enseñaron. Para vender las telas bordadas, Lidia va a diferentes lugares del país como el Estado de México y a la capital del estado de Querétaro. No hay un lugar fijo para ella, porque debe salir a buscar donde “aprecien las artesanías”.

Dolores no ha salido de Santiago Mexquititlán para vender su mercancía. Ella trabaja con los encargos de las personas que ya la conocen. Sus artesanías “pasan de mano en mano” y nunca tiene un contacto directo con el comprador. Los ingresos que reciben por el trabajo de bordado, es variable. En ocasiones alcanzan a vender a 300 o 500 pesos una pieza elaborada durante meses. Dolores no conoce un lugar en donde puedan vender su trabajo. Le han comentado que hay una casa artesanal en la capital, pero no sabe cómo acercarse a ella.

“No se le ha dado mucha valorización (a nuestro trabajo) o nosotros no sabemos ponerle el precio, pero sí es muy mínimo, de 300 a 500 pesos por una sola pieza, pero puede tardar un mes en hacerce una pieza (…) especialmente, que digamos que lo hacemos por semanas y ya en ocho días se venden, pues no”.

Lidia ha visitado estados como Guanajuato, Querétaro y Estado de México para vender su mercancía. En sus viajes también se ha encontrado con los inspectores municipales, quienes impiden vender en la vía pública y decomisan la mercancía.

“En ocasiones nos han llegado a quitar las cosas. En varios lugares a donde hemos ido, ya sea aquí, en el estado de Guanajuato, México pues siempre no se deja y nos cobran el doble de lo que vale la mercancía, y a veces por lo mismo uno ya no puede ir a recogerla”.

Las mujeres artesanas, encargadas de pasar el oficio tras generaciones, esperan encontrar un espacio en donde puedan ofertar su mercancía.

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