Las batas blancas los distinguen. Son un puñado de jóvenes, estudiantes de sexto semestre de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), quienes junto con su maestra restauran el mural que se encuentra en Hércules, a un costado de la delegación municipal.

Trabajan con pinceles, pequeñas brochas y mucha paciencia. Su trabajo lo requiere, pues restaurar un mural que ha sido deteriorado por los años y el descuido de la gente, no es sencillo.

La maestra Luz María Leal es quien dirige el trabajo de los alumnos universitarios. La docente de Bellas Artes explica que la misma comunidad de Hércules solicitó el apoyo por parte de la universidad.

Ante ello, y respondiendo a la población de uno de los barrios más emblemáticos y tradicionales de la capital queretana, fue que se decidió intervenir el mural, cuya antigüedad es de 15 años.

“Son estudiantes de la Licenciatura en Restauración de Bienes Inmuebles de Bellas Artes. Ahorita participan en la restauración 10 alumnos. Empezamos este semestre, a principios de febrero”, explica la profesora.

A los costados del mural, plasmado en una pared que sirve de telón para un escenario al aire libre, los estudiantes colocan sus mochilas y herramientas. Subidos en un andamio, todos trabajan en diferentes niveles. Unos lo hacen en la parte baja del mural. Otros en la zona alta, donde los clavos que se usaron para sostener mantas o lonas dejaron huella en la obra.

La maestra Luz explica que restaurar un mural como este tiene su grado de dificultad, pues “hay que conocer los materiales, ver toda la problemática, hacer el levantamiento de los daños, hacer la propuesta y, bueno, la intervención”.

Comenta, mientras observa el trabajo de sus alumnos, que es un mural relativamente nuevo y moderno, aunque con un grado de deterioro importante, sobre todo mucha “agresión”, pues fueron usados muchos clavos sobre la pintura, ya que luego usan escenografías sobre el mural, lo que va dañando la obra.

Además, precisa, se dañó porque hay “mucho material de la polución ambiental, suciedad, grietas”. Justo a un costado del mural pasa el río Querétaro, cuyas aguas negras, además del olor nauseabundo, llenan de humedad el ambiente cuando el calor evapora el contaminado líquido.

El mural, explica, tendrá entre 15 y 20 años de antigüedad, y en su elaboración participaron alumnos de Bellas Artes de la UAQ de aquel entonces, incluido el hermano de uno de los alumnos que ahora toma parte de la restauración.

Los alumnos que lo realizaron, dice, ganaron un concurso, pero como la comunidad quiere mucho a su mural solicitaron una restauración a la universidad.

“Un maestro de aquí, junto con la delegación Villa Cayetano Rubio, fueron a solicitar a la Facultad de Bellas Artes el apoyo. En realidad lo estamos haciendo como apoyo, trabajo de campo. No estamos cobrando, sólo estamos requiriendo apoyo con materiales, y aquí estamos todos los martes”, comenta.

Precisa que los materiales que usan para la restauración del mural fueron solicitados al representante de la comunidad, quien se los facilitó para su trabajo.

Inspiración y paciencia

Los jóvenes estudiantes de restauración se acomodan lo mejor que pueden para hacer su trabajo. Buscan la comodidad ante todo. Muchos de ellos llevan audífonos puestos, para inspirarse escuchando música mientras trabajan, haciendo uso de sus conocimientos y de mucha paciencia, algo que deben de tener de sobra en su profesión.

Su maestra prevé que los trabajos terminarán, tomando en cuenta que sólo acuden los martes, que es el horario que tienen los alumnos de práctica de campo, regresando de las vacaciones de Semana Santa.

El trabajo, añade, es parte de la actividad académica de los universitarios, pues de este trabajo se llevan prácticas y enseñanzas.

Los habitantes de Hércules que pasan por la zona ven con atención y curiosidad el trabajo que realizan los jóvenes y su maestra. No falta quien se detiene por completo, haciendo una pausa un sus actividades diarias, para observar por unos minutos, con mayor detenimiento, su labor. Los universitarios poco o nada se dan cuenta. Están de espaldas a su espontáneo público, ya que deben apurar su actividad.

La maestra Luz María comenta que además de esta restauración, han participado en otros trabajos destacados como el rescate de una pintura mural del siglo XVIII y XIX, en el templo de Santa Clara.

“Hicimos la entrega oficial, nos acompañó el rector [Gilberto Herrera], autoridades eclesiásticas, del gobierno del estado. Esto lo entregamos en 2015”, abunda.

La docente explica que lleva seis años dando clases en la UAQ, pues es restauradora, por lo que mayoría de su trabajo lo ha hecho en campo, cuyo trabajo, asegura, le encanta, sólo que la llamaron a dar el taller de Mural en Bellas Artes y decidió aceptar.

“La restauración requiere paciencia, pasión y gusto por el conocimiento de los materiales, por la historia, la iconografía. Los chicos [de la UAQ] llevan todas las semanas clases de Química y laboratorio de Química, para analizar los materiales e identificarlos”, precisa.

Dice que aunque no cuenta con el dato preciso, no hay mucha gente que se dedique a la restauración mural en México, pues es muy específico su trabajo, aunque no siempre están ocupados.

“Les digo a los chicos que hay mucho quehacer, mucho que restaurar en este país, pero pocos recursos para hacerlo, o al menos pocos recursos asignados. A lo mejor los recursos sí los hay, el problema es que los designen, esa es la realidad, pero de que hay mucho que restaurar, lo hay”, enfatiza. Es el rescate de la historia de México, que es muy rica, muy importante.

Puntualiza que los estudiantes que colaboran están en sexto semestres, de nueve, por lo que tienen la técnica y los conocimientos necesarios para intervenir en murales con este.

La maestra Luz se retira con sus alumnos. Los observa trabajar en el andamio, unos de pie, otros sentados en flor de loto, pero todos concentrados en su actividad. De vez en cuando voltean a verse y hacen un comentario, pero son pocos. Al final de cuentas, están en clase.

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