A finales de 2004, una serie de menjurjes dieron paso a la creación de Nopsor, una marca queretana que se enfoca en la elaboración de productos auxiliares para el tratamiento de la psoriasis y otras afecciones de la piel. Con 76 años de edad, José Luis Aguilar Sánchez encabeza el proyecto, que tras 12 años ha logrado tocar puerto en Centro y Sudamérica, Estados Unidos y Europa.

Ingeniero textil de profesión, don José Luis es la prueba fehaciente de que no hay edad para emprender. En la década de los 90’s –con más de 50 años de edad– comenzó a investigar sobre la psoriasis, para posteriormente generar las fórmulas de los productos que actualmente se comercializan bajo la marca Nopsor; además, diseñó sus propios instrumentos de trabajo, que actualmente ocupa en su laboratorio.

En 2004, Nopsor comenzó fabricando menos de cinco tratamientos al mes; a la fecha alcanza un nivel de producción de mil 500 y proyectan que las posibilidades de la marca podrían alcanzar niveles de 10 mil tratamientos mensuales, se prevé que esto suceda tras obtener un permiso en Estados Unidos.

“Nuestra mejor recomendación ha sido la de boca en boca. La gente viene aquí buscando una solución a su problema y nosotros se la damos”, comenta José Luis.

Conejillo de indias

El creador de los productos ha sido también el conejillo de indias de la marca. Originario de la Ciudad de México, don José Luis, a quien sus conocidos llaman El Inge, comenzó con los primeros síntomas de psoriasis en 1967.

Entonces, se trató de una caspa en la cabeza que le causaba mucha comezón, pues no sabía que tenía psoriasis; pero, para 1978, le brotaron las primeras lesiones características de la enfermedad. Refiere que, desde ese momento, visitó a un sinnúmero de doctores que no sabían a ciencia cierta qué era lo que tenía.

José Luis llegó a evitar la peluquería por pena, pues las heridas se encontraban principalmente en su cabeza. Evoca que con el paso del tiempo devinieron lesiones en la nariz y otras partes del cuerpo. En 1988 la psoriasis se expandió a la espalda; en 1992 a sus piernas y en 1999 llegó a su frente, de tal forma que para este año ya tenía 90% de su cuerpo cubierto.

Sentado en un sillón la entrada de su negocio, bromea al recordar que recurrió a toda clase de medicinas y tratamientos para psoriasis: medicina alópata, homeópata, acupuntura, herbolaria y hasta charlatanes y brujos.

En 1999 se recuerda desesperado, con poca esperanza y muy gastado. Tras dejar su trabajo en una fábrica, decisión que la enfermedad motivó, decidió emprender su propia investigación y experimentar consigo mismo en busca de soluciones para psoriasis. “Tuve que dejar mi trabajo porque no podía trabajar. Trabajando en ventas no se puede saludar a nadie sin que te hagan un feo; te rechazan, te cambian las citas, te corren. Tienes que cambiar de vida.”

Comenta que gracias a internet consultó fuentes de varios países, conocimiento que sumado a su propia experiencia le ayudó a formular una crema. Expone que, por fortuna, la ingeniería textil requiere conocimientos de química, lo que le sirvió para poder entender diversos conceptos y métodos desde su origen.

“En el 2000, a finales, empecé a ver avances de alivio en mi cuerpo. Regresé a mi fórmula en 2001 y 2002 [en este año tenía 20% de lesiones en su cuerpo] con los productos que había logrado. En el año 2004, habiéndome quitado toda la psoriasis de mi cuerpo, empecé a ofrecer mis productos. Después de muchos años de no ir a la peluquería fui a pelarme”, dice.

“Mi mamá terminó corriéndolo de la casa porque usaba sus cacerolas para mezclar ingredientes en la cocina”, recuerda José Luis Aguilar Tapia, uno de los hijos de El Inge.

En el computador, José Luis hijo nos muestra algunas imágenes en las que se ve a su padre instalado en la barra de la cocina familiar, con algunos directorios telefónicos que le sirven como cojines en una silla, y con decenas de frascos esperando a ser llenados o expuestos al tope de su capacidad.

Nos presume también la primera batidora con que contaron; algunas fotografías de don José Luis cuando la enfermedad se expandió a su frente y algunas diapositivas en las que se compara el antes y después de los clientes que se han acercado con ellos. En la galería se cuela una que otra imagen de algún evento familiar, en la que se aprecia a José Luis padre conviviendo con sus seres queridos.

Firma en crecimiento

“La psoriasis no es una enfermedad de las mortales, pero hay gente que se ha suicidado por eso. Uno de los conocimientos que me ha dado esta enfermedad es que esto viene derivado absolutamente por el estrés. Actualmente, el mexicano tiene mucho estrés”, expone en entrevista con EL UNIVERSAL Querétaro.

Afirma que esta razón lo motivó a poner sus productos a disposición de más enfermos de psoriasis, los cuales, con el paso de los años, se fueron expandiendo en cantidad.

Actualmente, la gama incluye, además del tratamiento compuesto por una crema, un champú y un té para la psoriasis y vitíligo, tratamientos para la caída del cabello, para el acné y para las arrugas.

Bajo la marca Nopsor se comercializan un total de 12 productos, mismos que se pueden conseguir en diversas tiendas naturistas a lo largo y ancho de la República Mexicana, en donde existen más de 90 distribuidores de la marca.

La firma de salud se ofrece como una solución naturista, a la cual se puede acceder tanto en México como fuera del país. José Luis padre e hijo explican que producir un tratamiento les toma un periodo de dos días.

“Los productos que nosotros hacemos son 100% hechos con calidad y con ganas de aliviar a la gente. No son productos milagro; es necesario tener disciplina y perseverancia para aliviarse”, comentan.

Cabe mencionar que el proyecto Nopsor ingresó en el año 2007 a la incubadora de negocios de la Universidad Autónoma de Querétaro, a raíz de lo cual accedió a un financiamiento de 180 mil pesos por parte del Instituto Nacional del Emprendedor, monto que sirvió para seguir desarrollándolo y aumentar la producción.

Además, el proyecto consiguió el segundo lugar del Premio Nacional de los Emprendedores en el año 2012.

Hoy en día, la fábrica de la firma se ubica en la capital queretana. “Siempre me ha gustado innovar. Una vez me ofrecieron contratarme en Nueva York pero no quise”, afirma el creador de los productos Nopsor.

En cinco años la marca se ve vendiendo oficialmente en Estados Unidos, ya que actualmente mandan productos por Correos de México, siempre en pequeñas cantidades. Al hablar sobre la expansión de la firma, los Aguilar no descartan incluso establecer alguna fábrica en otro país.

De entrada, para mediados de 2017 prevén duplicar su producción actual, llegando a más distribuidores dentro de México y logrando una mayor penetración en el extranjero.

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