Estoy aquí porque el diablo me empezó a hablar al oído, te dijo Saúl, un chico moreno, afuera del templo de San Miguel Arcángel, cuando acudió a hacerse un exorcismo, tal cual como lo recomendó el terapeuta en Amealco de Bonfil, y un sacerdote en el confesionario de la catedral de Querétaro.

La iglesia, ubicada en la delegación de Felipe Carrillo Puerto, al norte de la capital, se divide en la entrada principal a la capilla y su parte trasera, un patio donde se encuentran las oficinas del padre Bernardo, el sacerdote exorcista.

Ese día, tú y tu pareja acudieron puntualmente a la cita, viernes a las cuatro de la tarde. Saúl, al igual que ustedes, llegó en busca de una liberación. El diablo, les dijo, lo estaba buscando para llevarlo por los caminos equivocados. Vino a San Miguel Arcángel porque ya no lo soporta. No lo deja dormir ,y la última vez que se comunicó con él, le pidió que matara a una persona.

Mientras los tres esperan el encuentro con el sacerdote, Saúl menciona que es la segunda vez que acude a la iglesia. La primera fue hace dos semanas, después de haber tenido una pelea con su compañera de vida desde hace siete años. En ese tiempo, aún vivía con su esposa y sus dos hijos. Ahora vive en la casa de su madre; su única acompañante en el exorcismo.

“En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, amén”, se escucha detrás de una puerta blanca, y el padre Bernardo, un hombre de edad avanzada y mirada simpática, sale a recibir a Saúl.

Tú y tu pareja son los siguientes. El procedimiento al igual que las veces anteriores será el mismo. Rezos, unciones y cadenas de oración interminables. No más de 10 minutos y siempre la misma recomendación del padre: hacer conciencia y estar cerca de Dios.

En ese momento, recuerdas la primera vez que te acercaste a un sacerdote en busca de un exorcismo. Acudiste a la iglesia de San José Obrero, en San Juan del Río, el hogar del padre Issac, uno de los mejores exorcistas en todo el país, y reconocido en el ámbito internacional, según los vecinos. La parroquia, ubicada a las orillas del municipio metropolitano, es un edificio circular rodeado por una reja negra. Esa tarde, recuerdas, te acercaste para solicitar esa oración especial que te liberaría de la homosexualidad, como lo recomendaron en ese momento los miembros de la iglesia.

Un chico de unos 15 años con un suéter rojo tejido y un crucifijo encima, cierra el portón de entrada de la iglesia. Acaban de dar las siete de la noche y la misa ha concluido.

El padre Issac no está. Es difícil encontrarlo por la cantidad de exorcismos que realiza, les advirtió ese chico, al confirmar que dentro de los viajes del padre, se encontraban visitas a otras partes del mundo para hacer liberaciones.

Resignadas, tú y tu pareja decidieron regresar la próxima semana. Después de dos horas de camino de la capital del estado hasta la parroquia, el próximo viernes antes de las siete de la noche, llegas a San José Obrero. Sin embargo, el padre de nuevo se ha marchado. En una tercera ocasión tampoco tienes suerte. Esta vez un hombre que se encuentra en la iglesia les pregunta qué les sucede. Le cuentan su problema: “Somos lesbianas”, y el hombre les repite lo mismo que han escuchado: “no es natural”. Les dice que les puede hacer un exorcismo, pero no les promete nada. Para ver al padre Issac hay que hacer una cita.

“¿Qué es un exorcismo, qué nos van a hacer?” Preguntan. “Es una oración personal” —responde el padre— “No les puedo decir más, no está permitido hablar de eso. Les voy a decir algo solamente: Hay mucha gente que no cree en esto, pero el diablo sí existe. A esta iglesia ha llegado de todo. Un día, una niña de 12 años estaba muy mal, muy mal, no quería entrar al templo, poco a poco logramos que entrará, y cómo explican ustedes que una niña de esa edad tenía la fuerza suficiente para poder en contra tres hombres. No podíamos ese día, ¡Entre cuatro personas tuvimos que sostenerla! La niña sigue muy mal, poco a poco ha ido saliendo. En este momento, al interior de la habitación, hay otra persona que también está muy mal. Acuérdense, la primera manifestación del demonio,es negar a Dios, eso le permite la entrada del diablo."

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