Entre las diversas consecuencias del fenómeno migratorio de los mexicanos que buscan establecerse en Estados Unidos, hay una afectación directa a las nuevas generaciones, a los hijos de algunos de esos migrantes, la mayoría de las veces por falta de información.
Juan Triana, coordinador del Instituto Tamaulipeco para el Migrante, lugar que ofrece atención integral tanto a los mexicanos repatriados por diversas circunstancias así como los migrantes centroamericanos, aseguró que desde 2013 a la fecha se han regularizado seis mil 500 niños que llegan de Estados Unidos sin identidad o que sólo cuentan con su certificado de nacimiento norteamericano pero son hijos de padres mexicanos indocumentados.
“En ese tiempo hemos regularizado a seis mil 500 niños de manera gratuita, hay entre 42 y 45 mil niños en Tamaulipas y se calcula que hay un millón de niños en México en esa situación y lo grave es que esos niños no tienen su identidad mexicana y violentamos con ello una garantía individual, un derecho humano, el derecho a la identidad, y aunque sus papás tengan derecho al Seguro Social ellos no pueden inscribirse”, explicó en entrevista con EL UNIVERSAL Querétaro.
Un programa que adoptó la institución hace tres años, pues los hijos de padres y madres mexicanos son vulnerables, “porque desafortunadamente el fenómeno migratorio desgasta la relación de pareja y a veces la que se regresa es la mamá o a veces ni eso y sólo vienen y dejan a los niños de este lado con el abuelo o el tío y ellas se regresan otra vez a chambear pero a esos niños les falta mucha información.
“Están aquí estudiando nada más con su certificado de nacimiento norteamericano y falta información porque no inscriben su extranjería, no saben que lo tienen qué hacer y algunos cometen el error sacando un acta de nacimiento que dice que nacieron aquí y se violenta la situación civil de los niños”, detalló el funcionario.
Aunque la Constitución Mexicana y la ley de migración garantizan el derecho a la educación y a la salud para cualquier niño, no se puede hacer efectivo con los hijos de migrantes que se encuentran en esta situación, “porque no hemos actualizado la legislación secundaria y administrativa, no hay políticas públicas en las que se incluyan a los niños migrantes por lo que esos niños no pueden cursar la preparatoria, estudian la primaria y la secundaria gracias a un CURP provisional pero en el bachillerato ya no se los aceptan”.
Al no poder continuar con sus estudios y al estar en una edad complicada, se ponen en riesgo de sólo replicar lo que han vivido que es tratar de cruzar la frontera y trabajar allá.
Crean instituto tras tragedia. El organismo fue creado en 2011, luego de la tragedia de San Fernando, crimen cometido por Los Zetas en 2010, en el ejido de El Huizachal de aquel municipio tamaulipeco, donde hubo 72 ejecutados, 58 hombres y 14 mujeres, en su mayoría inmigrantes provenientes de Centro y Sudamérica.
“Somos una instancia estatal de 29 que hay en el país, sólo Tabasco y Quintana Roo no tienen, porque desde hace tiempo es evidente que el fenómeno migratorio dejó de tener una esencia federal, que es la que está facultada para ejercer la verificación migratoria pero la atención y servicio a los migrantes requiere que se baje a los niveles estatal y municipal.
“Atendemos a las cuatro vertientes del fenómeno migratorio. Los que se fueron y están allá; a los inmigrantes que vienen de otros estados; los migrantes de otros países y finalmente a los repatriados”, explicó.
Dentro de esas cuatro vertientes, los repatriados son los más vulnerables porque los migrantes que cruzan de sur a norte del país a quererse internar en los Estados Unidos todavía tiene la facultad de decidir por dónde se va, investiga donde es Nuevo Laredo, Reynosa o Matamoros, si hay casa del migrante o no.
En el caso del migrante repatriado, es el que llega más vulnerable después de que lo detiene la autoridad norteamericana y lo regresa al país. “Algunas veces no sabe dónde es Nuevo Laredo, él cree que está cerca de su estado, por eso el mapa que tenemos aquí está desgastado porque se ubica al migrante y se le dice hacia dónde ir.
“Se les brinda información sobre dónde están, tenemos una sicóloga que les ayuda con apoyo emocional, muchos de ellos los sacaron cuando ya contaban con un trabajo, ya tenían una vida estable allá y de repente tienen que regresar, muchos ya perdieron incluso arraigo”, apuntó Juan Triana.
En las instalaciones del Instituto los repatriados pueden hablar con su familia, se les presta servicio de internet o telefónico para que lo hagan y al establecer contacto se estabilizan emocionalmente para ver qué harán después. En conjunto con la Casa del Migrante Nazareth, la instancia estatal, que les apoya mensualmente con una cantidad importante, “para que puedan dar un mejor servicio y garantizamos así para los migrantes repatriados alimentación caliente y oportuna, así como servicio de hospedaje digno y limpio”.