El Instituto Mexicano de Oftalmología (IMO) celebra 21 años de existencia, así como la cirugía que se hizo al paciente 300 mil, un menor de cuatro meses de edad.

La celebración se lleva a cabo demanera más familiar. Quienes ocupan las butacas del auditorio del Plan Vida son trabajadores del IMO con sus familias, quienes después del acto protocolario podrán disfrutar de una comida, en las mismas instalaciones del Plan Vida.

Hay también pacientes, pero son menos. Están los papás de José Damián, el paciente 300 mil, y que por ser ese número, recibe atención totalmente gratuita en el instituto.

José Reséndiz Pérez y Esperanza Paulín Guzmán son originarios del municipio de Ezequiel Montes. La joven pareja ocupa un lugar en un costado del auditorio. Se reproduce un video donde se narra la experiencia del pequeño José Damián, un caso por más complejo, debido a las condiciones del menor, que nació prematuro, apenas a los seis meses de gestación.

Durante la ceremonia se rinde homenaje a quienes llevan más de 10 años trabajando en el instituto, surgido en julio de 1997. Médicos y personal administrativo reciben homenaje por igual, pues todos son importantes para dar atención a quienes menos tienen, y que no pueden pagar la consulta de un especialista.

Al IMO, creado por iniciativa de Víctor Manuel Corona Uribe, actual presidente del patronato, acuden pacientes de la ciudad, e incluso de otros estados del país, se explica en un video donde se hace un breve recuento del trabajo hecho durante los 21 años de servicio de esta IAP.

Corona Uribe explica, en tono afable, que la principal labor del IMO es atender a personas que tienen problemas oculares y que no pueden acudir a hospitales o especialistas privados.

“Como parte secundaria, pero muy importante tenemos la enseñanza. Desde hace varios años somos parte de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), encargados de entrenar a nuevos oftalmólogos, incluso a los que se llaman súper oftalmólogos en sub especialidades”, explica.

Los pacientes

Don Víctor Manuel se recarga en el escenario del auditorio. Debe de apoyarse en un bastón. El hombre de voz suave y apariencia bonachona dice que además de la calidad de los médicos es el buen trato a los pacientes, que tengan “un verdadero amor a la gente, que los traten con cariño, con paciencia, con dulzura, que los pacientes se sientan como en su casa”.

Sobre el pequeño paciente, el hombre dice que es “una salvajada”, pues el tratamiento para reforzar su retina debe de ponerse dentro del ojo.

De hecho, explica que la mayoría de sus intervenciones se hacen a nivel microscópico, por lo que son de una delicadeza única.

En el IMO hay alrededor de 35 médicos, y en total son alrededor de 100 los elementos que conforman el personal del instituto.

Precisa que para tener una consulta simplemente tienen que llegar a solicitarla, además de que no es necesario que lleguen muy temprano al lugar, pues por la ubicación del instituto el frío en temporada invernal es severo, algo que le preocupa que los pacientes estén tan temprano, a los que se les atiende conforme van llegando.

Al lado de don Víctor Manuel están los papás del pequeño Damián. “Es un milagro que este niño esté vivo”, dice el hombre emocionado.

La madre del menor explica que su bebé nació prematuro, a los seis meses de gestación, y que por ello tuvo muchas complicaciones, entre ellas, las oculares, con retinopatía del prematuro. Al nosocomio, donde estaba hospitalizado su bebé, llegó personal del IMO quien le ofreció el tratamiento.

Narra que los médicos le explicaron en qué consistiría el tratamiento y los riesgos de no llevarlo a cabo.

La pareja sale del auditorio con su bebé en brazos. El tamaño de Damián es pequeño. Aunque nació hace cuatro meses, apenas debería de haber cumplido un mes.

Agradecimiento

Detrás de ellos avanza Víctor Manuel. Se apoya en su bastón, mientras intercambia comentarios con quienes lo acompaña.

Un hombre lo detiene. Le pide tomarse una foto con él. Le explica que a él lo operaron ahí de cataratas hace tres años . Nunca se pudo tomar una foto con el doctor Víctor Manuel, pero ahora es su oportunidad. El hombre le dice que lo operaron en ambos ojos. Se sorprende, pues no es normal que los 50 años haya padecido ese mal.

Posan para la fotografía. Intercambian opiniones, comentarios. El doctor le dice que esa es una de las grandes satisfacciones de su trabajo: saber que alguien puede tener una vida normal trabajando de lo que le gusta y ama, para lo cual es esencial la vista.

Ambos hombres se despiden con un abrazo. Don Víctor Manuel invita a pasar a comer, pero declina la invitación, pues el paciente dice que debe de trabajar. “Conste que los invité”, bromea el doctor mientras se aleja con paso lento, pero firme.

El hombre que recuperó la vista hace tres años gracias a la cirugía que se le practicó en el IMO sale a la calle, ahora puede ver el brillo del sol, el cielo azul, y el verde de los árboles. Sus ojos se llenan de lágrimas al recuperar la vista, sabe que es un privilegiado.

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