Mi novia está recluida en un anexo desde hace un mes en contra de su voluntad, porque sus familiares directamente la llevaron engañada porque es homosexual. No tiene ningún problema de adicción”, afirma Andrea, quien acudió a la Defensoría de los Derechos Humanos del Estado de Querétaro (DDHEQ) a presentar una queja, para posteriormente acudir a la Fiscalía General de Justicia para denunciar la privación ilegal de la libertad.

Andrea no revela el nombre de su novia para protegerla de posibles represalias en su contra y por temor a que sufra ataques a su integridad física. La acompaña un amigo de la pareja. Ambos lucen preocupados por su conocida, quien está recluida en un anexo, del cual no revelan el nombre para no entorpecer las investigaciones que se llevan a cabo.

En una pequeña oficina de la sede de la DDHEQ, Andrea, acompañada de los activistas Walter López y Gisela Sánchez, presenta la queja ante el personal de la defensoría, mientras afuera se desarrolla un panel de mujeres contra la violencia y la discriminación, con presencia de autoridades municipales, que quizá permanecían ajenas a la situación que se vivía a escasos metros.

La joven, de apenas 19 años de edad, explica que decidieron acudir a la defensoría para exponer su caso y saber qué pueden hacer para sacar a su pareja del anexo donde está privada de su libertad de forma ilegal y arbitraria.

“Sus familiares directamente la llevaron, engañada, con el argumento de ser homosexual”, explica la joven sobre la calle de Hidalgo, frente a la sede de la defensoría, donde en compañía de los activistas narra su situación.

A veces con voz entrecortada señala que piden ayuda a las organizaciones de la sociedad civil y a las autoridades, porque están incurriendo en la violación a los derechos de su pareja, como la libertad y a decidir como mujer, como ciudadana, como ser humano, por su voluntad, qué hacer con su vida.

“Que toda la comunidad, la ciudadanía se de cuenta que siguen pasando estos hechos de discriminación hacia los homosexuales y todo el caso de violencia intrafamiliar que le sucedió a mi novia”, declara la joven.

Andrea dice que su novia es mayor de edad, que tiene 19 años, y asegura que cuentan con el testimonio de un interno del anexo que pudo hablar con ella, a quien manifestó que fue llevada en contra de su voluntad.

“No tenía ningún conocimiento de que se le iba a llevar a ese lugar y que la habían llevado por ser homosexual. Su papá, su mamá, son quienes la ingresa directamente a este lugar”.

Andrea suspira de vez en cuando antes de continuar su relato. Añade que durante este mes no ha tenido contacto con su novia, puesto que “está en calidad de reclusa y nunca, en ningún momento, se me ha permitido verla”.

Explica que con la familia de su novia sólo tuvo contacto en una ocasión, cuando fue a preguntar sobre el paradero de su pareja, pero recibió pocas explicaciones, ya que sólo le dijeron que se la habían llevado a otra ciudad, a una clínica para que le ayudaran por su problema de conducta y que ellos ya no sabían qué hacer con ella, además de que tenían una desviación sexual que no iban a aceptar nunca, así como muchas ideas religiosas.

Subraya que tienen conocimiento del anexo donde está recluida su novia, que se ubica en la ciudad de Querétaro, pero no revela el nombre, puesto que se iniciará una investigación judicial por el delito de privación ilegal de la libertad.

A la fiscalía, dice, los acompañará una visitadora de la DDHEQ para levantar la denuncia. La misma sería en contra de los padres, quienes fueron la que ingresaron a su propia hija al anexo, así como a este centro porque no han permitido que se tenga contacto con la joven.

Detalla que los padres se refieren a problemas de conducta de su novia, porque no se llevaba bien con sus progenitores, o porque tenía ciertas conductas rebeldes propias de la juventud.

“Situaciones que en su familia llevaban que no puedo decirlo exactamente, pero hablaban de llegar tarde, ese tipo de cosas que a los papás a veces les molestan”, indica Andrea, quien llevaba siete meses de relación amorosa con su novia.

Andrea precisa que en el caso de su pareja, no era la primera relación lésbica que tenía, puesto que ya había tenido con anterioridad algunas otras. Ambas jóvenes son estudiantes universitarias.

Apoyo familiar y de organizaciones. Explica que las organizaciones sociales la han apoyado moral, legal y sicológicamente, además de que su familia la respalda en esta situación que es emocionalmente desgastante para ella.

La madre de Andrea se encuentra en el lugar, apoyando a su hija. Indica que lo que le pasa a la novia de su hija “es una injusticia, porque (los padres de la joven) son unas personas egoístas que sólo se fijan en ellas. Piensan que su hija es diferente y no tienen respeto hacia su hija. Ellos son los que deberían estar en ese anexo recibiendo ayuda psicológica, porque eso no se hace”.

Precisa que ella supo que Andrea era lesbiana desde el año pasado, cuando ella misma le confesó su tendencia, tras lo cual decidió que siempre la apoyaría en todo, porque ama a su hija y le duele lo que está pasando, pues ni Andrea ni su novia se merecen pasar por esta situación.

Describe a la novia de su hija como una muchacha positiva y alegre, al tiempo que descarta que tenga adicciones, y como madre explica que le faltaba amor y atención por parte de sus padres.

Por su parte, el activista Walter López comenta que “estamos escandalizados como ciudadanos porque en el día que se celebran los derechos de las mujeres, que nuestras abuelas, nuestras madres lucharon porque las decisiones las tomen ellas, una joven mujer queretana, ciudadana queretana, porque es mayor de edad, contra su voluntad y su libertad la meten en un lugar, simplemente porque sus padres no aceptan que es lesbiana”.

Andrea, su amigo y su madre parten rumbo a la fiscalía, esperando que se haga justicia y pronto ambas jóvenes se puedan volver a reunir.

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