Primero comienzas a preparar una masa de azúcar, después la bates y cuando está lista moldeas las figuras, explica Margarita Molina Aguirre, quien lleva 30 años dedicándose a fabricar alfeñiques, una tradición que asegura, se ha perdido con el paso del tiempo.

Margarita se casó a los 14 años y es originaria de San José El Alto, Guanajuato. Se mudó a Querétaro desde los siete y fue hasta los 29, cuando comenzó con las figuras de alfeñiques. La falta de recurso económico, la motivó a iniciar con este trabajo y también el recuerdo de su infancia, en donde paseaba con su familia en el centro de la ciudad para comprar los dulces.

“En sí fue la desesperación de lo económico, porque siempre hemos ido al día. Sí me costó trabajo, pero cuando uno agarra práctica, ya después es rápido”, dice.

El alfeñique es una tradición del día de muertos originaria de Guanajuato. En el puesto de Margarita, ubicado en el jardín Guerrero, se observan calaveritas, tumbas de muerto y figuritas de charros; algunos platillos de comida como mole, y cráneos miniatura. Todo está hecho de azúcar y adornado con pintura vegetal.

Más de 5 mil piezas fabrica para los cinco días que se mantiene en jardín Guerrero. Las ganancias por esta producción ascienden a 7 mil pesos; ingresos que complementa con las ventas en un bazar de su casa, que suman alrededor de 300 o 400 por semana.

La familia de Margarita está conformada por su esposo, quien se dedica a la hojalatería y pintura de automóviles, y sus cinco hijos. Los dos hombres trabajan con su padre, y de las tres hijas que tiene, una estudió la licenciatura en Derecho. Las otras abandonaron la escuela después de casarse.

Margarita no sabe leer ni escribir, por eso al comenzar a fabricar alfeñiques, pensaba en generar ingresos para darles educación a sus hijos. Quería que al menos tuvieran hasta la secundaria.

La fabricación de los alfeñiques que se exhiben en las festividades del día de muertos comienza desde enero. Margarita fabrica varias cajas de figuritas, que conforme va moldeando, las cubre con papel de china y periódico para que no se maltraten, ni se rompan.

De la producción que hace durante estos diez meses, algunas figuras se rompen en el camino o algunas otras son roídas por las hormigas. Por esta razón, procura siempre mantener limpia su zona de trabajo y cuida que los dulces no estén expuestos a la humedad, otro de los factores que puede dañarlos.

“Todo lo que yo hago es manual. Lo único que tiene un molde son las calaveritas. Primero en un molde de barro, vacías el azúcar glass y rápido tienes que quitarlo. Se seca en segundos. Yo uso azúcar de primera, porque son productos que se comen”.

“Trabajo sola y hago cajas llenas de cada figura. No puedo hacerlo un mes antes porque son cajas grandes y son muchas figuras. Hago enchiladas, tarritos, brujitas, taquitos, mole grande, chiquito, enchilada grande y enchilada chiquita. Estos son cosas que ya se han ido terminado”, dice.

Con el paso del tiempo, la producción de los alfeñiques ha ido bajando. El año pasado comenta que tuvo que regresar su mercancía casi completa. La gente ya no compra y no conoce esta tradición. “Prefiere comprar disfraces o los productos de Estados Unidos”.

En años anteriores, el puesto de Margarita estuvo en el tianguis de Todos los Santos, ubicada en la Alameda Hidalgo; sin embargo, los comerciantes establecidos en este lugar fueron retirados por las autoridades. Ahora ya no es posible vender ahí y Margarita recuerda que en este espacio sus ventas se triplicaban, pues podía mantenerse durante quince días consecutivos.

“Actualmente hago muy poquito, ya hay mucha tradición que no es de Querétaro […] cuando estábamos en la Alameda se vendía muy bien porque era la tradición. Ahorita, incluso mucha gente no sabe qué significa, porque no les explican a sus hijos cuál es el significado del alfeñique. Simplemente ya no quieren comprar”, dijo.

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