Hugo Reyes, mejor conocido como Profesor Morcego, lleva más de 10 años promoviendo el capoeira, y actualmente, brinda un taller para niños de 2 a 8 años los martes y jueves de 16:00 a 17:00 horas en el Centro Cultural La Grieta.

Morcego explica que se trata de una práctica cultural afrobrasileña que ayuda al desarrollo psicomotriz y neuromotor de los niños, ya que gracias a este, se trabajan los dos hemisferios del cerebro al mismo nivel. A lo largo de una clase, el alumno debe estar pendiente de la música, las indicaciones del maestro y la actividad física que se está realizando; todo al mismo tiempo.

Esta actividad forma seres humanos con valores, ya que les enseña a tener libertad, a ser inclusivos, además de la importancia de la amistad y el respeto. También ayuda a aliviar el estrés que actualmente sufrimos tanto adultos como niños, y les enseña los conceptos básicos de la música como vocalización, ritmos, danza, expresión corporal, teatro, idioma portugués y movimientos de artes marciales como patadas, esquivas, acrobacias aéreas y de piso”, detalló Reyes.

A mover el cuerpo... ¡Y las neuronas!
A mover el cuerpo... ¡Y las neuronas!

Quetzal y Balam, son dos niños de seis y tres años respectivamente, que han encontrado en este taller un espacio donde pueden expresar sus emociones.

Mi hija Quetzal escuchaba estos ritmos desde que estaba en el vientre porque mi esposo es capoerista. Hace un par de años el profesor Hugo nos invitó a una práctica, Balam se enamoró al verla, él nos pide venir, y ambos están fascinados”, comentó Margarita Hernández, mamá de los pequeños estudiantes.

Este arte marcial emplea nombres alternos a los reales, ya que en la antigüedad, los esclavos –quienes lo practicaban– cambiaban su nombre para poder escapar, costumbre que hasta la fecha se repite y que apela a la personalidad de quien adopta el seudónimo.

Balam es ‘Gigante’ y aunque es el más pequeño del grupo, a sus tres años hace cosas increíbles y Quetzal es ‘Onza’, que es un felino y se tomó este sobrenombre por el rasgo de sus ojos”, añadió Margarita.

Calentando motores

Las clases comienzan con un juego para integrar al grupo, le siguen los ejercicios de calentamiento de articulaciones y movimientos básicos del capoeira.

Teniendo como base la filosofía Montessori —en la que cada niño realiza algo diferente—, se hace una secuencia de movimientos y se termina la clase con una ‘roda’ tradicional de capoeira, que es donde nos juntamos en un círculo, se toca un instrumento musical y los niños juegan en parejas simulando una pelea, pero sin tener contacto físico”, describe el maestro.

Así mismo detalla que la ‘roda’ se acompaña con las palmas de las manos, diversos instrumentos y letras que cuentan leyendas de la capoeira antigua, que pueden ser a modo de corridos, cuadras, ladainhas y gulas.

Nosotros manejamos tres berimbau, que son arcos musicales con un guaje que sirve como la caja de resonancia de una guitarra, a este se le dan los tonos con una piedra. También empleamos panderos de samba, y el agogó, que es un cencerro de doble campana, el atabaque y el reco-reco (un güiro)”.

Por la inclusión social

El profesor Hugo Reyes también es pedagogo de profesión, y con la intención de formar una sociedad incluyente, trabaja con diversos sectores de la población a través del grupo Longe Do Mar, que significa “lejos del mar”, que además de contar con representación en toda la República, ha estado trabajando con pequeños queretanos desde hace 11 años.

A la par desarrollé un proyecto para personas con discapacidad o algún retraso intelectual, y también buscamos hacer un grupo para adultos mayores, la idea principal no es reducir su discapacidad o quitar los malestares de la edad, sino la inclusión, porque creo que lo que más les sirve a ellos es sentir que pertenecen a una comunidad en la que pueden hacer cosas que jamás pensarían”, señaló.

A mover el cuerpo... ¡Y las neuronas!
A mover el cuerpo... ¡Y las neuronas!

Desde los 17 años, el Profesor Morcego ha practicado este arte que, asegura, ha modificado su vida de manera positiva, además de ayudarlo a cumplir sus sueños.

Me ha dado la satisfacción de viajar, y gracias al intercambio cultural de la comunidad que está presente en todo el mundo, conozco algunos países de Europa. También estuve en Cuba, Colombia, casi todo México y algunas partes de Sudamérica”, detalla.

Además, cada año en Querétaro, se realiza el evento “Vamos vadiar”, en el que maestros de talla internacional arriban y trabajan el tema de inclusión social como parte de una idea que comenzó durante un viaje a Alemania.

Mi proyecto fue seleccionado entre 30 y la intención era hacer un musical de capoeira con hijos de exiliados, incluyendo ballet, danza contemporánea y música. Allá duró tres años y actualmente continúa, pero ya no conmigo”, finalizó el joven queretano, que entre sus metas a corto plazo tiene el pendiente de viajar a Brasil para conocer más sobre los orígenes de este arte.

bft

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