Tras la presentación del Heraldo de Navidad 2016, que se celebró la semana pasada, sólo faltaba un evento para que iniciara oficialmente la Navidad en Querétaro: el encendido del Árbol de la Amistad y del nacimiento monumental.

En dos de las emblemáticas plazas del Centro Histórico queretano, la Plaza de la Corregidora y el Jardín Zenea, se iluminaron por completo para iniciar así, relucientes e impecables, los festejos navideños de este año que como siempre, es una época en la que se incrementan la esperanza y los buenos deseos.

Familias enteras arribaron a los sitios sobre la calle Corregidora cuando todavía estaba todo apagado. Sonaban villancicos por las bocinas que se colocaron para el evento que son entonados por algunos niños presentes. ‘Belén, campanas de Belén que los ángeles tocan por ver al Dios nacer’, es una de las estrofas que los presentes entonan en voz baja.

Poco a poco el jardín se fue llenando hasta la llegada de las autoridades, encabezadas por el gobernador del estado, Francisco Domínguez Servién y su esposa Karina Castro de Domínguez, quienes realizaron el encendido del Árbol de la Amistad en la Plaza de la Corregidora primero y minutos después el del monumental nacimiento que decorarán el primer cuadro de la capital hasta los primeros días de enero, tras el festejo de Día de Reyes, para beneplácito de los visitantes y habitantes del estado.

El brillo de las luces del Árbol de la Amistad se refleja en las miradas de quienes contemplan sus casi 30 majestuosos metros de altura.

Época del año anhelada por muchos, consentida por la oportunidad que ofrece para la convivencia familiar y el sentido de unión, como ahora se demuestra con las cientos de familias que se reunieron ayer para ver cómo se ilumina el corazón de la ciudad. Ilusiones renovadas, reflexión por lo sucedido en el año y nostalgia por un año más que entra a su recta final.

El paisaje nocturno se complementa con el encendido del nacimiento monumental que por 23 años no ha fallado a su cita ante los paseantes queretanos y de otros estados o países, tradición intrínseca en la capital que viste a la perfección el entorno festivo.

El obispo de la Diócesis de Querétaro, Faustino Armendáriz fue el primero en hablar después del encendido del árbol y antes de la iluminación del nacimiento: “El árbol de Navidad y el nacimiento son signos navideños sugestivos y queridos por nosotros mismos desde niños porque evocan el misterio de la encarnación del hijo de Dios que se hizo hombre para salvarnos y la luz que trajo Jesús con su nacimiento, pero el nacimiento y el árbol tocan el corazón de todos, incluso, quienes no creen porque hablan de fraternidad que tanto necesita nuestro mundo, de intimidad y amistad.

“Son una invitación a la unidad, a la concordia y a la paz que tanto necesita nuestro mundo. El nacimiento y el árbol llevan pues un mensaje de luz, de esperanza y de amor”, expresó.

Por su parte, Francisco Domínguez reconoció como una tradición queretana ambos actos simbólicos que enmarcan una de las épocas más frías en cuanto a clima pero que generan una calidez humana sin igual.

“El Árbol de la Amistad que acabamos de encender es símbolo de la fraternidad de los queretanos desde 1972, cada vez que lo observamos nos invita a ser amigos unos de nosotros, a tener fe en la amistad porque sabemos que el valor que desarrolla es lo más profundo del corazón humano.

“Este nacimiento monumental ilumina este Jardín Zenea, que cumple 23 años hoy de tradición queretana. Año con año sus elementos bíblicos nos recuerdan verdades fundamentales: el milagro de la vida, que es nuestro mayor tesoro; el milagro de la familia que es el núcleo de la vida donde nace toda obra de bondad, su iluminación, sus villancicos, son el complemento ideal que propicia un encuentro de nuestras familias queretanas en torno a este diciembre, a la reflexión, a la alegría y a la paz”, aseguró el mandatario estatal para posteriormente, junto a su esposa y las demás autoridades presentes, oprimir el botón con el que se iluminarían cada una de las áreas del Jardín Zenea en donde se representan el Paraíso con Adán, Eva y la serpiente, el Arca de Noé, la Anunciación, la adoración de los Reyes Magos y claro, el Pesebre, con la Sagrada Familia, además del Infierno, lleno de diablos y demonios.

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