Rodeado de piezas de autos antiguos y una colección de vehículos a escala, Julio César Silva y Alicona narra el gusto y la pasión que siente por los modelos clásicos, que están en auge en estos días gracias a la afición de los coleccionistas, quienes aman los coches que hace más de tres décadas circulaban majestuosos por las calles de Querétaro.

El local de don Julio César se ubica en avenida Tecnológico. Ofrece piezas de autos antiguos, otros que son difíciles de encontrar o son muy raros.

Los más caros son los vehículos clásicos, ya que los más codiciados por los coleccionistas, que en la actualidad es una comunidad amplia.

Las calaveras de un Maverick se cotizan hasta en 5 mil pesos el juego, parrillas para pick up Dodge en mil 500. Las piezas de autos comerciales o modelos que no son tan antiguos, pero cuyas refacciones son complicadas de conseguir, también tienen costo alto.

Invita a la oficina de su negocio, donde una colección de mil 300 carritos a escala, que lucen llenos de polvo por las obras que se hicieron en Tecnológico en meses pasados. Cuenta que ya le hicieron una oferta por la colección, pero rechazó la propuesta.

Don Julio César, presidente del Consejo de Honor y Justicia del Club de Automóviles Antiguos de Querétaro A.C., fundado hace 30 años, dice que el negocio marcha viento en popa, pues los clientes no sólo son queretanos, ya que su fama trascendió a la entidad.

“Vienen de toda la República Mexicana y eso que no estoy en Internet, ni anunciado. Me van recomendado y vienen. De Puebla, Veracruz, de otro lados. Buscan piezas antiguas, como micas, calaveras, algunas refacciones”, explica.

Menciona que las piezas que comercializan son de todas las marcas, no destaca una, pues es lo mismo una pieza o refacción para un auto francés que para uno estadounidense, siempre y cuando sean de 1986 hacia atrás.

Sin embargo, por la cercanía con el mercado americano, se consiguen y piden más piezas originales de esos autos, que de vehículos europeos, pero su precio varía de acuerdo a la antigüedad y rareza.

“Hay coches cuyas piezas son caras, como unas calaveras que pueden costar 5 mil pesos, como un Thunderbird”, abunda.

Afuera del local, una “patrulla” de la policía capitalina, de las que inmortalizó Mario Moreno Cantinflas en la película El Patrullero 777, sirve como atracción para quienes pasan por el lugar. La unidad, un Dodge Dart modelo 1977, está en buenas condiciones físicas y don Julio César suele llevarlo a exhibiciones que se organizan en distintas partes del país.

También presume que hace unos años tenía un Plymouth Plaza 1957, pintado como un taxi, de esos viejos “cocodrilos” que circulaban por las avenidas de la Ciudad de México y que también fueron inmortalizados por el cine mexicano. Ese auto lo vendió y tuvo como destino Estados Unidos, añade Julio.

Apunta que en el club llevan a cabo eventos de manera mensual y una reunión a nivel nacional. El próximo será el Premio a la Elegancia 2016, que reunirá autos clásicos de todo tipo durante el último fin de semana de octubre.

A la tienda de don Julio llegan clientes preguntando por piezas, refacciones o aditamentos. Dos jóvenes lo ayudan a atender su negocio. Buscan las piezas y, cuando no se localizan, se deben de elaborar.

Explica que los requisitos que piden a quienes buscan formar parte del club es que tenga un auto con más de 30 años de antigüedad, que esté en buenas condiciones, al menos con 90% de originalidad, además de cuatro fotos de la unidad, una por cada lado. También solicitan una cuota para tramitar las placas de auto de colección.

En Querétaro, dice, hay un par de vehículos muy valiosos, que por su rareza u originalidad no tienen un precio de mercado, como un Mercedes Benz “alas de gaviota”, muy buscado. Señala que existe la intención de crear un Museo del Automóvil, una idea que han acariciado por mucho tiempo, pero se ha postergado por falta de apoyo.

“Habíamos logrado, con un presidente municipal de Corregidora, una hectárea, nunca tomamos posesión de ella. Habíamos conseguido cuatro hectáreas en Colón, también. Un gobernador nos iba a apoyar, pero no se le dio seguimiento y pensamos hacerlos como Estados Unidos, una zona con bancos, algo más grande”, precisa.

Actualmente, quieren retomar el proyecto, acercándose con el gobernador del estado, Francisco Domínguez Servién, para impulsar el museo que puede servir como una atracción más de la entidad.

Don Julio subraya que el Club de Automóviles Antiguos de Querétaro lleva a cabo eventos regularmente, donde reviven la tradición del autocinema con gran éxito, pues los queretanos responden favorablemente.

Clientes llegan con dudas: “¿Tiene calaveras para Malibú?”, “busco piezas para un Dodge”. “Pásele por acá”, respond el hombre, quien se apresura a buscar la mercancía en cuestión.

Finalmente, menciona que el futuro de su negocio es prometedor, ya que cada vez son más los jóvenes que deciden restaurar algún automóvil de su familia, ya sea por un valor sentimental o por el gusto de devolver sus viejas glorias a los coches en los que pasaron sus infancias.

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