Ya son parte de la familia y como miembros adquieren un valor sentimental, más alto que cualquier precio que represente su restauración; son los nacimientos con sus imágenes religiosas, que año con año cuando se deterioran, quedan en manos de la Magaly Camacho y Víctor Lara, quienes, con destreza y paciencia, se encargan de dar retoques y hasta reconstruir las piezas más dañadas.

La responsabilidad de rescatar estas imágenes es alta, se trata de piezas que fueron heredadas por varias generaciones y que sus propietarios conservan como el más preciado tesoro, comenta Magaly, quien atiende detrás de una pequeña mesita cubierta de papel periódico, sobre la cual descansa un niño Dios, a la espera de ser reparado.

Desde los primeros días de diciembre comienza el desfile de sanjuanenses hacia este pequeño negocio, ubicado a un costado de la Parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe.

Ahí, los esposos Magaly y Víctor llevan 15 años operando; antes el local era atendido por Arturo Camacho y Teresa Cortés, quienes enseñaron al joven matrimonio el oficio de revivir nacimientos.

Hace 27 años que los señores Teresa y Arturo pusieron en marcha un local con venta de figuras religiosas, desde nacimientos hasta vírgenes, cristos y otras piezas buscadas por las familias católicas se ofrecían en este negocio sanjuanense.

Un bien día, acudieron personas de Pedro Escobedo y preguntaron a los encargados si ahí se realizaban trabajos de restauración; fue entonces que el matrimonio se atrevió a hacer algunas mejoras de un niño Jesús, que no fueron perfectas, pero sí aceptables.

Esto provocó que los clientes recomendaran el trabajo de la familia de vendedores.

Meses después, la presidencia municipal de Pedro Escobedo autorizó a Teresa y Arturo un espacio en el cual pudieran permanecer para ofrecer sus servicios de restauración; así combinaron este trabajo con la venta de nacimientos en San Juan del Río.

Incrementaron sus clientes

Pasaron 10 años realizando esta actividad hasta que el incremento de clientes provenientes de San Juan del Río y la cancelación de permiso de autoridades de Pedro Escobedo, les obligaron a regresar a su viejo local y desde ahí continuar con la labor de rehabilitar nacimientos.

Aunque pensaban que el cambio de domicilio para hacer restauraciones podría generar la pérdida de clientes, la fama que esta pareja adquirió en Escobedo por los trabajos previos, permitió que mantuvieran la actividad con la misma demanda en San Juan del Río.

Los 15 años de trabajos de restauración permitieron que esta familia adquiriera experiencia, con errores y aciertos, pero la mayoría de los primeros tratamientos en piezas religiosas fueron aceptables.

Antes hacían trabajos de restauración en Pedro Escobedo, pero el incremento de clientes provenientes de San Juan, los hizo mudarse a este municipio. La paciencia y dedicación que este matrimonio confería a la mejora de las piezas religiosas fueron la inspiración que Magaly necesitaba para decidirse a apoyar a sus padres en el negocio.

“Yo aprendí de mis padres desde pequeña a restaurar los nacimientos, veía la paciencia con que trataban las piezas, los Niños Dios, me llamó la atención y cuando tuve edad suficiente, confiaron en mí y comencé a ayudarles”, comenta Magaly

Hace 10 años también que Víctor decidió pedirle a Magaly que fuera su esposa, ahí, detrás de la mesita, donde siempre está sentada ayudando a sus padres a restaurar nacimientos; con el matrimonio nació la curiosidad del joven por la labor que desempeñaba la familia de sus esposa.

“Cuando éramos novios ella ya ayudaba a sus papás en la restauración, a mí se me hacía muy complicado y pensaba que era una gran responsabilidad, no quería equivocarme cuando me invitaban a restaurar, que pegar alguna manita o piernita del niño Dios, no le entraba, poco a poco perdí el miedo y aprendí, ahora los dos ayudamos a sus padres en el negocio”, detalla Víctor.

En esta época del año, el local luce lleno de figuras de la virgen María, de José, de los tres Reyes Magos, pero sobre todo de los Niños Jesús. Formados en orden de tamaño o grado de deterioro, permanecen los principales invitados a las fiestas decembrinas, a la espera de ser resanados.

Labor profesional

Piezas de madera, de resina y de barro son las que repara la familia. Hay figuras con más de 120 años de antigüedad, que han llegado a este negocio para ser rescatadas, son para sus propietarios, casi reliquias con alto valor sentimental, así que en estos trabajos no hay cabida para los errores, advierte Magaly.

De 100 a 200 pesos es el precio por restaurar una pieza de tamaño regular. En los mercados, los Niños Dios pueden ser adquiriros por menos dinero, pero aun así, las familias sienten apego por sus pequeños y prefieren hacer la inversión para conservarlos.

“Algunos niños nos vienen en mil pedazos, saldría mucho más barato que los dueños se compraran otro Diosito, pero insisten en que se los restauremos porque son herencias de familia, porque están bendecidos o les trajeron buenas nuevas cada año, nosotros entendemos este valor que tienen por eso es que ponemos todo nuestro empeño y paciencia en repararlos”, asegura Magaly

Por este negocio han pasado los nacimientos del municipio de Pedro Escobedo. Este año, los propietarios tienen el encargo de rehabilitar las piezas religiosas de la Junta de Agua Potable y Alcantarillado Municipal (JAPAM), una imagen de la Virgen de El Sauz en Pedro Escobedo y un Juan Diego que pertenece a la Iglesia de la localidad de La estancia.

El material que estos sanjuanenses emplean para restaurar las figuras es de calidad probada, porque con el paso del tiempo aprendieron a seleccionarlo; se pegan las piezas, se pulen y reciben pintura base para luego trazar a detalle los pliegues de manos, pies, rostro y ropas. Este es el proceso que generalmente se lleva en esta labor y se requieren de tres días a cinco para que las piezas queden listas.

Hasta siete piezas diarias reciben en estas fechas para ser restauradas, pocos días antes del 24 de diciembre, dejan de aceptar trabajos para evitar incumplir ante la cercanía de la Navidad. Todas estas piezas quedan listas antes del 24 de diciembre, día en que las familias acuden a las iglesias a participar en las misas y también para celebrar el tradicional arrullo al Niño Dios.

Para Magaly, sus padres y su esposo, el trabajo no está concluido hasta ver la expresión de satisfacción en el rostro de los propietarios al recibir sus tesoros restaurados; es entonces que pueden dar por terminada la labor y continuar con otros encargos.

Una vez que pasa la Navidad, la actividad en el negocio de restauración se frena; es tiempo en que sus propietarios pueden descansar, disfrutar las fiestas decembrinas y retomar energía para reanudar la labor a partir de enero, cuando nuevamente desfilarán otras familias hasta este local, para pedir restaurar a sus Niños Dios y dejarlos relucientes para celebrar el Día de la Candelaria.

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