A Sara todos los días la acompañan doña Josefa Ortiz de Domínguez, Maximiliano de Habsburgo, Venustiano Carranza y otros personajes históricos y de leyendas de Querétaro. Las calles del Centro Histórico son su oficina, su lugar de trabajo.El amor que Sara Camacho siente por su tierra la llevó a convertirse en guía de turistas desde hace más de 14 años. Plaza de Armas, el Jardín Guerrero, el Teatro de la República, la Iglesia de la Santa Cruz, el muro del cañonazo, el acueducto, son sólo algunos de los lugares más representativos de la capital queretana, los cuales son parte del discurso y las explicaciones que ella comparte con decenas de turistas nacionales y extranjeros que deciden conocer la capital queretana, considerada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco.

“En Querétaro hay tanto que contar”, dice emocionada Sara, y asegura: “Si no te gusta la historia no puedes ser guía de turistas”.

Recuerda con cariño al profesor de historia que tuvo en la secundaria. Él fue uno de los “culpables” de que le gustara la historia y de manera indirecta uno de los responsables de que Sara tenga este oficio, el cual sigue disfrutando como si fuese el primer día.

Todo inició como muchas historias, sin quererlo y sin planearlo. Su destino era otro, de hecho estudio comercio bilingüe, o como dice ella: secretaría bilingüe. Era lo que se acostumbraba en ese entonces —no quiere revelar su edad—. Se les daba preferencia a los varones de la familia para que estudiaran una carrera profesional y si las mujeres no se casaban antes, la opción era que ellas estudiaran una carrera técnica.

“En casa fuimos siete hermanos, éramos muchos, tres hombres y cuatro mujeres, y estaba la disyuntiva de a quién le daban carrera y mis padres, por la situación económica, decidieron darles estudios profesionales a mis hermanos, pero no fue un trauma para mí porque yo no tenía los deseos de hacer una carrera profesional”, señala resignada.

A inicios de los 80 consiguió su primer trabajo, el cual sería como secretaria particular del superintendente de la empresa Fertilizantes Mexicanos (Fertimex). Eso determinaría parte de su vida actual, ya que ahí conoció al que sería su esposo y padre de sus tres hijos.

Por cuestiones laborales de su ahora ex marido se trasladaron a la ciudad de Puebla, otro referente del turismo nacional y en donde “tuve mi primer contacto con los temas de turismo”, ya que además de descubrir la ciudad y sus encantos, conoció los dulces y la bebidas típicas de la región, como el rompope.

Ocho años después regresaron a Querétaro y con lo visto y aprendido en Puebla decidieron distribuir rompope poblano en el Bajío en las tiendas de dulces típicos. No hubo éxito debido a diversos prejuicios de los comerciantes, quienes no compraban porque pensaban que necesitaban un permiso para venta de alcohol.

Sara decide abrir su propia tienda de dulces típicos, en la que no faltó el rompope poblano, los pedos de monja, el jamoncillo, la natilla de Bernal y otros productos tradicionales del Bajío, como la cajeta o el ate.

La tienda estaba en la calle Allende, un lugar frecuentado por los turistas, quienes además de comprar, preguntaban y mucho sobre cosas de Querétaro y “a pesar de que me encanta y que amo a mi ciudad, me daba mucha vergüenza que mucha gente llegara a la tienda y me preguntara cosas de aquí y que no supiera responderles”, relata Sara.

Por ello, decide tomar un curso de historia de Querétaro con el profesor Félix Zavala. En ese entonces, el turismo en la capital queretana crecía exponencialmente y es en ese entonces donde se abre la oportunidad para prepararse formalmente como guía de turistas.

“En 2002 me ofrecen prepararme para ser guía de turistas y claro que me interesó, ya que había muy pocos guías de turistas bien preparados en Querétaro, había necesidad de más expertos para que dieran el servicio. Me acerqué a la Secretaría de Turismo y ahí empecé mi odisea”, recuerda Sara.

Uno de los retos que enfrenta en su oficio es crear empatía con el grupo de turistas en turno y compartirles la historia de Querétaro de una forma divertida y atractiva, ya que no a todos les gusta. Los niños son su público más difícil.

“Hay que tener en cuenta que llegan visitantes de todas las edades y de muchas partes de México y del mundo. Es increíble ver que muchas veces hay más interés de nuestra historia por parte del extranjero que de nosotros mismos. Saben que en Querétaro sucedieron varios hechos históricos importantes, como que aquí inició todo el proceso del movimiento de la Independencia de México o la promulgación de nuestra Constitución, todo eso pasó en Querétaro”.

Asume su responsabilidad, dice que cada guía de turistas se convierte en la imagen de la ciudad y del estado, por ello considera que es importante que estén plenamente certificados y que permanentemente se preparen.

“Nos convertimos en la imagen de la ciudad. Para mí es un orgullo, porque soy representante de mi Querétaro. Es una responsabilidad dar buena imagen y trasmitir adecuadamente un mensaje. Muchos creen que aprendiendo un speech de la noche a la mañana ya pueden ser guías de turistas y eso no es así”.

Ella es una de las 35 personas que pertenecen a la Asociación de Guías de Turistas del estado de Querétaro. El verano es una de las mejores épocas de año, hay mucho trabajo, al igual que Semana Santa, en donde además de cubrir el Circuito Centro Histórico, hace lo propio en la Ruta del Queso y del Vino, otra de las referencias del turismo del estado.

Aunado a ello, los personajes de leyenda no faltan en Querétaro. De hecho, ella personifica — en los recorridos de leyenda que se ofrecen en la capital queretana— a Leonarda Martínez, mejor conocida como La Carambada, partidaria de los imperialistas y supuesta asesina de Benito Juárez.

También cuenta la leyenda de Don Bartolo, un español avaro y ambicioso que hizo un pacto con el diablo con la intención de aumentar su riqueza y vivir más años. La leyenda de La Llorona queretana, llamada Rosalía o una de las más conocidas, la leyenda de amor del marqués de la Villa del Villar, quien enamorado de una monja capuchina decidió construir el acueducto para traer agua de la cañada al centro de Querétaro y con ello conquistar su amor.

A pesar de que se ha potenciado la promoción turística de Querétaro en los últimos años, aún hay muchos retos, especialmente lo relacionado con el estacionamiento, tanto para vehículos particulares como para los camiones que tras- ladan a los viajeros y “es que no hay espacio. Tenemos muchos problemas cuando vienen 15 o 20 autobuses, no hay donde se estacionen”.

Sin embargo, eso no es impedimento para que Sara siga trabajando con pasión: “Es una forma de realizarme como persona, porque además me pagan por algo que disfruto mucho”.

Y aprovecha para hacer una recomendación a los turistas: “Que vengan con los ojos y con el corazón bien abierto. Hay que ser observadores, ver los detalles de cada calle, de cada lugar y que vengan con esa apertura de conocer, ver, probar y escuchar todo lo que ofrece Querétaro y hasta que mis pies me lo permitan, yo voy a seguir en esto”.

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